En cuatro años: la deserción en la secundaria disminuyó y para los expertos es una buena noticia, pero “con limitaciones”
De 2018 a 2002, bajó casi 10 puntos porcentuales el abandono del nivel medio, según el Observatorio de Argentinos para la Educación; pese a la caída, los especialistas señalan que aún se mantiene un alto número de estudiantes excluidos
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De 2018 a esta parte, el porcentaje de estudiantes argentinos que abandonó la escuela secundaria cayó. Así, en 2018, el 24,4% de los adolescentes de 17 años había abandonado la escuela. Cuatro años después, la cifra descendió al 15,1%, lo que significa que la deserción en el nivel medio disminuyó 9,3 puntos porcentuales (pp).
Los datos surgen del informe “Trayectorias escolares: ¿Cuántos estudiantes abandonan la secundaria en la Argentina?”, elaborado por el Observatorio Argentinos por la Educación, que tiene como autores a Paz Míguez, directora de la Fundación Éforo, y a Samanta Bonelli y Martín Nistal, miembros del Observatorio. Los investigadores realizaron un seguimiento de las cohortes de estudiantes en el nivel secundario durante el período comprendido entre 2012 y 2022 a partir del Relevamiento Anual del Ministerio de Educación de la Nación.
El trabajo analizó, en primer lugar, el conjunto de chicos que tenían 11 años en 2012. En 2018, cuando ya tenían 17, el 24,4% de ellos había abandonado la escuela, mientras que solo el 46,6% se encontraban en el curso correspondiente a su edad. El resto tenía distintos niveles de sobreedad por haber repetido: un año (14,1%), dos (8,7%), o tres o más (6,2%).
Según el trabajo, cuatro años después, las cifras de la cohorte de los estudiantes que tenían 11 años en 2016 habían mejorado. A los 17 años, en 2022, un 15,1% de ellos había abandonado la escuela, mientras que el 59,5% se encontraba en el curso correspondiente a su edad. El resto había repetido: tenían un año (15,1%), dos (6,7%), o tres o más de sobreedad (3,5%).
Además, los autores observaron que en 2022, las provincias con mayores tasas de abandono acumulado fueron Santiago del Estero (35,6%), Misiones (34,2%) y Formosa (28,9%). En contraposición, las provincias con menor porcentaje de abandono fueron La Pampa (3,6%), Tierra del Fuego (6,9%) y la ciudad de Buenos Aires (9,0%).
Y a la vez, si bien el abandono escolar disminuyó en todas las provincias, lo hizo en distintas proporciones. Las mayores reducciones se dieron en San Luis (14,3 pp), Mendoza (13,3 pp) y Jujuy (11,1 pp). En cambio, La Rioja (4,5 pp), Chaco (5,5 pp) y Misiones (5,7 pp) fueron las que menos redujeron la deserción.
El análisis
“Si bien los datos oficiales analizados estiman que el nivel de abandono escolar en la escuela secundaria bajó en todas las jurisdicciones argentinas durante los últimos años, la buena noticia tiene sus limitaciones”, dijo Míguez.
Según la especialista, tal como ocurre con otros sistemas de datos en la Argentina, la información educativa está fragmentada y no es concluyente para medir la deserción escolar ya que al considerar la tasa de matrícula declarada en el Relevamiento Anual, no es posible conocer, por ejemplo, si quienes se inscribieron al inicio del ciclo lectivo abandonaron durante el año.
“Tampoco se considera en este análisis la terminalidad [del secundario], los niveles de aprendizaje ni a quienes quedaron por fuera del sistema, es decir, estudiantes que no se matricularon. Y a esto se suman las dificultades para recolectar información durante la pandemia así como a los cambios en los regímenes de promoción”, explicó.
Los autores también aclararon que durante la pandemia se dieron cambios importantes en los regímenes de promoción de grado, los que, dijeron, podrían tener relación con cambios posteriores en el abandono escolar.
Para Esteban Torre, director del programa de Educación del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), la caída generalizada del abandono en el nivel secundario es “una buena noticia” que da cuenta de los esfuerzos individuales de los estudiantes, de sus familias, de los equipos escolares y del Estado por hacer de la escuela el lugar de pertenencia de los jóvenes. Sin embargo, consideró que persisten altos niveles de exclusión y esto requiere de estrategias que permitan anticipar situaciones de riesgo de deserción y promover intervenciones oportunas.
“Los sistemas de alerta temprana son una herramienta para prevenir el abandono escolar que, apoyada en sistemas nominales de información, permite que las escuelas orienten sus acciones y los ministerios redefinan políticas y direccionen recursos hacia los casos más críticos”, argumentó Torre.
Por ejemplo, en la provincia de Mendoza utilizan inteligencia artificial para “rescatar” a los chicos en riesgo de abandono. Se trata del Sistema de Alerta Temprano (SAT), incorporado a la plataforma digital Gestión Educativa Mendoza (GEM), que ya se puso en marcha en todos los colegios de nivel secundario, al que acceden supervisores y directivos. De esta forma, bajo un programa informático “predictivo”, sobre la base de entrecruzamiento de datos previos y diversas variables, se identifican los alumnos con trayectorias educativas débiles o interrumpidas con el objetivo de retenerlos en las aulas.
Un problema complejo
Según los autores del informe, el abandono escolar es el resultado silencioso de un complejo entramado de cuestiones sociales, económicas y culturales.
“Se trata de un problema estudiado por distintas investigaciones educativas, en las que se lo asoció a la cultura institucional escolar, desde mecanismos ocultos que crean condiciones de abandono hasta formatos escolares que desincentivan la permanencia de los jóvenes. Otros estudios demostraron que jóvenes pertenecientes a hogares de menores ingresos y con madres y padres de menor nivel educativo protagonizan el abandono en la escuela media. Además, el mismo se concentra en escuelas estatales y existen diferencias significativas entre jurisdicciones”, indicaron.
En 2020, con la llegada de la pandemia de Covid-19 a la Argentina, que implicó el cierre de las escuelas durante muchos meses, la deserción fue crítica: los cálculos oficiales estimaron que unos 600.000 estudiantes nunca regresaron a las aulas.
“Es sabido que la pandemia aceleró las desigualdades preexistentes. La evidencia a nivel internacional señala que los impactos negativos fueron mayores para aquellos estudiantes más vulnerables debido a su carencia de recursos, herramientas y opciones alternativas de aprendizaje”, concluyeron.
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