En Barracas, falleció por Covid una de las últimas sobrevivientes de la epidemia de polio en el mundo
Susana Gómez tenía 65 años y vivía en el Hospital Ferrer, donde dormía dentro de un pulmotor; fue víctima de dos pandemias
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De la polio al Covid: así se resume la vida de la argentina Susana Gómez, como si fuera una parábola del daño que generaron las epidemias del último siglo resumido en una sola persona. La mujer había tenido una poliomielitis que desde los 19 años la había obligado a dormir dentro de un pulmotor y ayer, décadas después, murió por el virus que saltó a la especie humana en China en diciembre de 2019. Gómez llevaba diez días con Covid-19 y pidió no tener otro tratamiento que un alivio de sus dolores, dentro del aparato que la ayudaba a respirar porque sus músculos no podían hacerlo por sí mismos. Falleció a los 65 años en el mismo lugar donde vivía desde la década de 1950: el Hospital Ferrer, de Barracas.
Como con el Covid, la epidemia de poliomielitis –que impactó fuerte en la Argentina durante el segundo mandato presidencial de Juan Domingo Perón y estremeció a una generación a la que afectó o dejó con secuelas (entre los casos famosos, el presidente norteamericano de la poscrisis y la Segunda Guerra Mundial, Franklin Roosevelt)– fue contenida por dos vacunas: la Salk y la Sabin. Pero a Gómez el virus ya la había impactado cuando estuvieron listas y al alcance masivo.
Ella se había tomado a la polio como un destino, y no se rebajaba a la lágrima o al reproche universal. En una entrevista con LA NACION, una de las pocas que dio en su vida, admitió sin dudar: “Si tuviera que volver a vivir, volvería a ser paralítica. La vida me dio mucho; no hace falta no caminar para sufrir, ni para disfrutar; hay enfermedades peores”. Su inmovilidad física no era inmovilidad de espíritu: se dedicó a pintar (formó parte de la asociación Pintores sin Manos) y se anotó en cada curso que podía.
En muchos casos, la poliomielitis generaba los habituales síntomas similares a la gripe o al Covid, pero en ocasiones provocaba parálisis, como en el caso de Gómez, que tenía afectadas las neuronas que rigen el movimiento; esa debilidad llegaba a los músculos que permiten respirar.
La polio se erradicó de la Argentina en 1984 y, cuando iba en camino a ser la segunda enfermedad totalmente erradicada del mundo (después de la viruela), se detectaron casos en países que se niegan por cuestiones sociales o religiosas a la vacunación masiva y también en lugares donde el Covid dejó aún más desamparo y generó problemas en las estrategias sanitarias habituales. Para peor, hace un par de semanas se detectó el virus en las cloacas de Londres, lo que generó alarma y la necesidad de extremar cuidados y reforzar esquemas de inmunización.
Con Gómez –que llegó a tener decenas de compañeros en similares pulmotores, pero llevaba años en solitario– se va una de los pocos sobrevivientes de la pandemia de polio que aún quedan vivos en todo el mundo. Mientras pudo, transitó con alegría su vida: “No soy un ejemplo, pero cada mañana me despierto y agradezco otro día de vida para poder pintar acá atrás, en el jardín”.
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