En 2021, el 40% de toda la pérdida de bosques nativos en el mundo ocurrió en Brasil
“Algunas zonas del Amazonas empiezan a llegar a un punto irreversible de desertificación. La continuidad de este ritmo de pérdida de bosques provocará grandes impactos en el país y en el mundo”, advierten los especialistas
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Se conocieron números escalofriantes que dan cuenta del avance de la deforestación en el Amazonas. En 2021, Brasil concentró el 40% de toda la pérdida de bosques nativos registrada en el mundo. Según datos de Global Forest Watch (GFW), la reducción de las especies arbóreas en ese país fue de 1,5 millones de hectáreas, la cifra más alta en el ranking mundial. De ese total, 359 mil hectáreas se perdieron debido a incendios.
Usando imágenes satelitales, el GFW, que es una plataforma de monitoreo desarrollada por la Universidad de Maryland, puede identificar reducciones en las selvas tropicales, aquellas que contienen los ecosistemas más importantes para la naturaleza, con árboles de más de cinco metros de altura.
Como en 2020 se registraron varios siniestros de incendios, la pérdida de árboles de ese año fue un poco mayor (1,7 millones de hectáreas) a lo que se contabilizó el año pasado, pero al filtrarse las quemas cuando se analizaron los datos comparativos resultó que hubo un aumento del 22% en la deforestación.
Desde el inicio de la serie histórica relevada por el GFW, en 2002, Brasil pasó por un ciclo de reducción de la curva de pérdida de bosques, entre 2004 y 2014, cuando, año tras año, las tasas fueron reduciéndose. Sin embargo, en los últimos siete años la deforestación se reanudó a niveles alarmantes, llegando a cerca de 3 millones de hectáreas en 2016.
Con el arribo de Jair Bolsonaro a la gestión, las tasas de pérdidas de bosques oscilaron entre 1,3 y 1,7 millones de hectáreas. Hubo un gran pico en 2016 ligado a los incendios. “Todavía no vemos ninguna tendencia constante de reversión de esta curva”, dice Fabíola Zerbini, directora de Silvicultura, Uso de la Tierra y Agricultura de WRI Brasil, y agrega que “gran parte del aumento se debió a la deforestación ilegal, en áreas indígenas y de conservación”.
Zerbini explica que, incluso antes de que Bolsonaro asumiera en el Gobierno brasileño, ciertas razones socioeconómicas pueden explicar el aumento de la deforestación en Brasil, luego de un período de buenos resultados, en gran parte debido a la moratoria de la soja y otras acciones públicas. En un contexto de crisis fiscal, el presupuesto de la Secretaría de Medio Ambiente sufrió recortes y, ante la ausencia de fiscalización y políticas públicas, creció la ilegalidad, tendencia que se intensificó desde el inicio de la actual gestión del gobierno federal.
Otro problema reciente fue la suspensión de la demarcación y protección de tierras, ya que los pueblos indígenas son considerados, incluso como se afirma en informes recientes, como barreras contra la deforestación en el Amazonas. En los datos del GSW es posible ver un avance en la pérdida de bosques, principalmente en la zona occidental, en estados como Acre, Amazonas y Rondônia.
“Punto irreversible de desertificación”
En ese escenario, el futuro es preocupante, subraya Zerbini. “Algunas zonas del Amazonas empiezan a llegar a un punto irreversible de desertificación. La continuidad de este ritmo de pérdida de bosques provocará grandes impactos en el país y en el mundo, empezando por el incumplimiento de las metas climáticas y la crisis hídrica nacional, incluso para la agricultura. Finalmente, Brasil perdería ese activo que es la selva amazónica”.
El experto incluso destaca el retroceso en el debate sobre el medio ambiente y la falsa dicotomía impuesta por sectores de la sociedad que ven en la selva un obstáculo para el progreso económico. Además de matizar el debate, con miras a las elecciones, Zerbini dice que las soluciones pasan por aumentos presupuestarios y la creación de políticas públicas, incluyendo posibles alianzas con el sector privado.
En el ranking de GFW, Indonesia y Malasia aparecen como casos positivos recientes de reducción de la deforestación. En estos países, hubo medidas similares a la moratoria de la soja en Brasil, en este caso en relación con la producción de aceite de palma, en acuerdos de deforestación cero entre el sector público y privado. “Ni siquiera necesitamos aprender de Indonesia, porque ya tuvimos esa experiencia aquí en Brasil”, dice Zerbini.
La directora científica de World Wildlife Fund (WWF-Brasil), Mariana Napolitano, recuerda el exitoso trabajo realizado por el Plan de Acción para la Prevención y el Control de la Deforestación en el Amazonas. “El escenario es muy triste. Nos falta algo que será muy duro recuperar por adelantado, y con un valor que en muchos casos ni siquiera conocemos todavía. Hay una urgencia en esta agenda que la gente a menudo desconoce”, reflexiona.
Napolitano agrega: “Da miedo que Brasil sea responsable del 40% de la pérdida de bosque primario en el mundo. Significa que tenemos una de las principales fronteras de deforestación en el mundo, y en muchos casos está estrechamente asociado con actividades ilegales, con invasiones de tierras públicas y protegidas”.
El agrónomo André Guimarães, integrante de la Coalizão Brasil Climbs, muestra el aumento de las actividades ilegales. En 2018, cerca del 22% de la deforestación amazónica tuvo lugar en bosques públicos, porcentaje que aumentó al 56% el año pasado.
“Esto es un indicio, una prueba, de cómo el conjunto de políticas, o la ausencia de políticas de protección del Amazonas está impulsando el crimen”, dice Guimarães, quien recuerda que la posible “sabanización” provocará daños locales, nacionales y mundo. Para el especialista, la primera medida que se debe tomar para combatir este problema debe ser la suspensión del registro ambiental rural en las tierras públicas, como una forma de atacar el acaparamiento de tierras.
“Normalmente, los ocupantes ilegales invaden terrenos públicos y realizan un registro autorregulatorio, que legitima una posterior venta. Estos registros deben ser suspendidos. Otra acción es destinar bosques públicos a áreas de conservación, protección indígena o concesión, porque hoy tenemos alrededor de 54 millones de propiedades agrícolas donde se está deforestando, el estado brasileño necesita actuar para frenar y hacer cumplir las leyes”, sugiere Guimarães.
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