Emocionante experiencia: en parejas o grupos, sorprendentes visitantes desfilan frente a la costa de Mar del Plata
Las ballenas francas se toman una pausa en su habitual tránsito migratorio hacia la Patagonia
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MAR DEL PLATA.– La semana de aguas calmas en el mar permitió, aunque casi siempre a la distancia y desde la altura de los acantilados, divisar los movimientos de varias ballenas que se tomaron una pausa en su habitual tránsito migratorio hacia la Patagonia frente al extremo sur de la costa marplatense.
Con largavistas a mano, esa chance se multiplicaba porque los animales –en algunos casos, en pareja, y en otros, en grupos algo más numerosos– se movían de aquí para allá y dejaban ver lomos y cola, con algún chicotazo sobre la superficie que hacía más evidente esa ubicación.
Este paso de las ballenas francas ante el frente marítimo de esta ciudad se comenzó a percibir de manera excepcional allá por julio, cuando algunos pescadores embarcados se las cruzaron a no más de un kilómetro de las playas, y se hizo repetido entre fines del mes pasado y esta primera quincena de septiembre.
Este domingo el rumor corrió temprano sobre cierta cercanía de alguna de ellas por la zona de Playa Serena, a mitad de camino entre Mar del Plata y Chapadmalal. A la habitual presencia de gente que elige esa terraza natural al mar para disfrutar del sol y el paisaje, se sumó esta vez la búsqueda de los visitantes marinos tan celebrados.
“Anteayer el mar estaba planchado y pudimos ver muy lejos a dos que iban de acá para allá”, contaron Serena y Román, padres de Dominique, de 7 años, encapuchada porque el viento sopla intenso y enojada porque, esta vez, las ballenas no aparecieron. Es cierto: el mar estuvo más agitado y para los espectadores ansiosos todo se complicó.
Es que lo mejor –advierten– se dio entre miércoles y jueves, porque el grupo que pasó por la zona fue importante: de a tres, cuatro o cinco ballenas pudieron ser apreciadas, de 400 a 800 metros de tierra firme. Por eso, quienes navegaban en la zona fueron testigos en primera fila de estos espectáculos.
Daniel Lastres hace salidas de pesca embarcada y afirmó que esta semana, a buena distancia de la costa, vio ballenas como pocas veces. “El miércoles había varios grupos a la altura de Waikiki, en La Restinga y en La Serena”, dijo sobre una experiencia siempre emocionante. E incluso relató una particularidad: “Había un grupo que entendemos que era una hembra y varios machos”, indicó a LA NACIÓN a partir de datos que escuchó de especialistas. “Es como un cortejo en esta época de reproducción”, comentó.
“Cópulas promiscuas”
Diego Rodríguez, doctor en ciencias biológicas e investigador de Conicet especializado en mamíferos marinos, ratificó que esta época es de tránsito frecuente de la especie en su ruta hacia las costas patagónicas y recordó que hace muy poco pudieron registrar en video, y por primera vez, uno de esos apareamientos.
“La hembra suele evitar los asedios sexuales de los machos y suele ubicarse en superficie con el vientre hacia arriba”, explicaron desde el Grupo de Investigación de Biología, Ecología y Conservación de Mamíferos Marinos del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Se aclaró que, en el caso de las ballenas francas, se trata de “cópulas promiscuas” ya que varios machos copulan a una misma hembra.
“Dos o más machos suelen cooperar utilizando una táctica conjunta que obliga a la hembra a girar el cuerpo hasta quedar con el vientre hacia abajo, lo que permite que uno de ellos concrete la cópula”, explicó Rodríguez sobre un registro fílmico de esa situación, el primero de este tipo, que pudieron lograr frente a las costas marplatenses.
Frente a la atracción que genera la presencia de los cetáceos, en particular para quienes tienen la posibilidad de vivirlos en cercanía por alguna práctica deportiva o recreativa en el mar, existe y rige en Mar del Plata un protocolo dispuesto por la Prefectura Naval Argentina y organizaciones ambientalistas. Allí se advierte sobre la conveniencia de mantenerse a no menos de 50 metros de las ballenas. A 100 metros se considera no recomendable, a 200 metros es el límite de precaución, a 300 metros se establece la distancia de avistamiento y en 400 la denominada zona segura.
El tránsito de ballenas frente al litoral marítimo bonaerense había tomado estado público hace algunas semanas, pero por su costado trágico. Aparecieron dos de ellas varadas en la costa, en ambos casos en lugares del extremo norte de la provincia, donde se hizo dificultoso y finalmente imposible cualquier intento de devolverlas al mar. Uno de los episodios fue el más sorprendente, ya que se dio en jurisdicción del Río de la Plata, entre Berisso y Magdalena. A estos casos se los relaciona con enfermedades o, cuando se trata de animales jóvenes, una desorientación en el trayecto de migración.
En mayo pasado ocurrió algo similar con un varamiento en playas de Valeria del Mar. Allí, se encontró al ejemplar muerto y los profesionales de la Fundación Mundo Marino tomaron muestras que permitieron determinar la causa de muerte: una bacteria.
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