Emigró a Europa y 9 años después volvió a instalarse en la Argentina por un motivo especial: “Me dicen que estoy loco”
Manuel Butty cumplió el sueño de su vida y emprendió un viaje que lo cambió por completo; en diálogo con LA NACION explicó por qué, pese a las recomendaciones de su familia y amigos, regresó al país
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Son muchas las personas que deciden probar suerte en otra parte del mundo por diferentes motivos: ya sean económicos, políticos o sociales. Si bien en ocasiones la estadía en dichos lugares se extiende durante algunos meses, otros toman la iniciativa de instalarse por años. Este fue el caso de Manuel Butty, quien en 2014 emigró desde Bella Vista a Europa y recorrió camino colmado de emociones durante casi una década. Ahora, tomó una decisión y su vida dio un giro radical por segunda vez: volvió a la Argentina con un objetivo en mente y para estar más cerca de sus seres queridos.
En el inicio de su viaje, Manuel ya tenía una larga trayectoria profesional: estaba recibido como licenciado en Comunicación Social (UCES) y trabajaba en comunicaciones externas de la empresa AySA. Sin embargo, un interrogante surgió en él. “Sentía que se había cumplido un ciclo, que solo conocía la forma de trabajar en esa empresa y quería explorar otros retos profesionales”, expresó en declaraciones con LA NACION.
En aquel entonces, con muchas expectativas, decidió salir de la zona de confort. No obstante, los temores y preguntas se acumulaban cada vez más: “Estuve expuesto al funcionamiento del sector público por 7 años y quería aprender más sobre cómo combatir la corrupción, además del diseño de políticas públicas, pero para mí no tenía sentido estudiar eso en la Argentina”.
Los mayores miedos al emigrar y el momento en el que llegó a Europa
Luego de meditarlo, finalmente tomó la iniciativa: se postuló para hacer un máster en Malmo, Suecia, y se fue a Londres con el objetivo de practicar inglés unos meses antes de que iniciara. “Mi temor principal era empezar de cero, estudiar en otro idioma, generar un círculo social nuevo y el clima”, admitió.
Una vez en Londres, la universidad en Suecia rechazó su postulación y ahí empezó el verdadero desafío: “Gracias a algunos contactos que tenía, al final me anoté al King’s College London y me aceptaron. El plan cambió completamente, la institución era cara, por lo que tuve que hacerlo en dos años y trabajar en simultáneo”.
Si bien muchos de los emigrados no cuentan con la suerte de encontrar personas que los hagan sentir como en su hogar, el caso de Manuel fue diferente: “Conocí a mi grupo de amigos que me acompañó durante los 9 años que me fui. Para los primeros meses, uno de ellos me consiguió un trabajo en unas cabinas de fotos que se alquilaban para casamientos, lo que me daba un buen ingreso económico y me permitía estudiar. Luego conseguí un trabajo part-time en una agencia de comunicación con proyectos en África y comprobé la buena escuela que había tenido en la Argentina”.
La realidad con la que se encontró los primeros años
En principio, explicó que los primeros dos años que estuvo en Londres pasaron rápido, ya que se mantuvo ocupado. “Tenía 30, pero vivía la vida de estudiante. Apenas terminé mi máster decidí buscar un trabajo fuera de Londres”, recordó. Tras aquella primera experiencia, probó suerte en Ámsterdam: “Me postulé por Internet a 5 búsquedas y me ofrecieron trabajo como portavoz en IEA, una ONG de investigación que medía rendimiento académico de alumnos de todo el mundo”.
Fascinado y emocionado por los cambios, vivió un año en la capital de los Países Bajos y luego se trasladó a Hamburgo, donde estaban los HQ. Allí pasó 6 meses y luego se mudó nuevamente porque el clima del lugar lo afectaba: “Trabajé dos años con ellos, decidí ir a España y me ofrecieron seguir en modo home office”.
Para aquel entonces, sus respectivos amigos de la universidad ya estaban de vuelta en sus países de origen y por ese motivo se reencontraban en distintas locaciones. En simultáneo, los triunfos continuaban: “En Madrid me ofrecieron un trabajo en una agencia de comunicación para manejar las licitaciones con la Unión Europea y empecé una tercera etapa. Gracias esa experiencia me contrataron en GOPA Com como Director de Proyectos en Bruselas, trabajo que mantengo en la actualidad”.
Lo que más extrañaba de la Argentina
Manuel admitió que en Europa no contaba con el tiempo suficiente para realizar todo lo que deseaba. “Claramente, lo que más extrañaba era a mi familia y mis amigos más cercanos. Cuando uno vive afuera, con diferencia horaria y personas nuevas, no hay tanto tiempo disponible. Uno lo invierte en viajar, en sociabilizar, conocer gente y profundizar lazos, es todo nuevo y lleva más tiempo. Es realmente una inversión, necesaria por la salud mental”, reflexionó.
Año tras año, volvía al país que lo vio crecer. Si bien al principio lo hacía con poca frecuencia, después ya se instalaba por dos o tres meses, específicamente en la temporada de verano. “El trabajo remoto me lo permitía, pero para ese tiempo yo sabía que quería volver, aplicar todo lo aprendido, tratar de hacer mi contribución. Lo que era difícil era elegir el momento, aún no estoy seguro de si este lo fue. Yo veía que mis amigos y conocidos se iban de la Argentina y nadie volvía, una crisis seguía a la otra y nunca parecía el instante apropiado. Por otra parte, en Europa todo avanza muy rápido, nunca se contrae, todos son planes de crecimiento y enseguida ese mundo te absorbe”, aseguró.
Septiembre del 2022, el mes en el que decidió instalarse nuevamente en la Argentina
Este año, dio otro giro radical a su vida y retornó al lugar de origen. “La razón fue 100% emocional. La pandemia afectó a todos, pero a mi papá de una manera especial. Sentía que se había cumplido un ciclo y que era momento de disfrutar a mis padres, que no vivirán para siempre”, contó.
Respecto de su trabajo, tal y como afirmó, sigue a la distancia “Afortunadamente, valoran lo que hago y coinciden que Latinoamérica es central para el vínculo con Europa. Estoy en Buenos Aires con el mandato de abrir el mercado latinoamericano para ellos”.
En ese sentido, sostuvo que hay muchos aspectos positivos en la Argentina. “Lo obvio es la gente, la comida, los afectos, la idiosincrasia. Pero, hay algo más, el nivel de profesionalidad es alto y está todo por hacer. Todo representa una oportunidad para crecer, Europa está tan superpoblado y tan agotado que hay países que ya no saben para donde crecer. Acá se puede mejorar la calidad de vida de la gente, hay espacio físico y emocional para el progreso. La situación es mala, pero eso representa una oportunidad para mejorar”, subrayó.
“¿Estás seguro? “: la pregunta que más le repitieron sus familiares y amigos
Si bien su regreso fue reciente, Butty enfrentó cientos de puntos de vista cuando informó su decisión. “Todos me dicen que estoy loco y que voy al revés de la corriente. Los argumentos que me ofrecen tienen que ver con la situación política, económica y social”, indicó.
Sin embargo, bajo su propia reflexión, cree que la decisión forma parte de cada uno y, en ocasiones, no existen los mismos pensamientos. “Ahora no es como antes, uno puede viajar mucho más seguido. Siempre hay tiempo para arrepentirse y cambiar de rumbo nuevamente… Es una elección muy personal y yo agradezco tener la posibilidad de elegir”, aseveró.
Su presente y las expectativas que tiene
Manuel aún trabaja en el horario europeo y no tiene una rutina establecida. Pese a eso, aclaró: “En estos días acá ya pude pasar algo de tiempo de calidad con mis afectos y eso marca la diferencia. Sin apuro, con tiempo. No sé que pasará en los próximos meses y años, pero prefiero arrepentirme de haber hecho algo, que de no haberlo hecho”.
Con todo el camino que recorrió, mira para atrás y siente orgullo: “Todo cambia rápido, creo que es mejor hacer lo que uno siente, siendo consciente de los riesgos, pero animarse a hacer y no quedarse quieto”.
Mientras se acomoda y descubre los cambios que hubo en el último tiempo, tiene todas las expectativas para aportar su granito de arena con lo que aprendió en el exterior. “Será un desafió, yo apuesto a que podré aplicar todo lo aprendido y que resultará muy positivo. Pero, también soy consciente de que mi forma de ver el mundo es más global que local, y que cada vez estamos todos más cerca, más conectados y menos solos”, concluyó.
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