El centro turístico, de casi 900 hectáreas, está a orillas del Embalse Ministro Pistarini, a 120 kilómetros de Córdoba Capital; se empezó a construir en 1946, se inauguró en 1951 y luego quedó en el abandono
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Lo que en su época dorada fue un monumental conjunto de hoteles con vista a un lago, donde las familias cenaban en elegantes salones, tomaban sol en las terrazas, cabalgaban en las sierras o paseaban en bote, hoy no es más que una serie de edificios vacíos, saqueados y abandonados. Se trata de la Unidad Turística de Embalse, en Córdoba, una construcción gemela del complejo Chapadmalal, ambas inauguradas entre la década del 40 y del 50.
Para revertir esta situación, Embalse ya comenzó a ser puesto en valor. Las obras se iniciaron el año pasado y están a cargo del Ministerio de Turismo y Deporte con un presupuesto estimado de 915 millones de pesos. Para el verano habría en total 1000 plazas disponibles y, en dos años, estiman tener todas las unidades funcionado a pleno con una capacidad de hasta 6000 turistas, según informaron desde esa cartera.
El centro turístico, de casi 900 hectáreas, está a orillas del Embalse Ministro Pistarini, a 120 kilómetros de Córdoba Capital. Consta de siete hoteles, 51 bungalows, una pileta gigantesca, tanque de agua, polideportivo, capilla, servicio médico, administración, locales comerciales, taller mecánico. Lo que era un sitio de veraneo que se autoabastecía todo el año, hoy parece una ciudad fantasma.
Es notorio el avanzado estado de deterioro que padecen la mayor parte de los hoteles que conforman el complejo: escombros, telarañas, grafitis, cables pelados, persianas y boiserie arrancados de cuajo, enormes ventanales rotos, muebles y sanitarios destrozados, mármoles partidos, paredes con grietas y hasta el antiguo bowling de madera hecho añicos. Ese panorama se presenta en especial en uno de los edificios más antiguos, el Hotel N 1. Sin embargo, la estructura de nobles materiales y hormigón armado hizo que se mantuviera en pie.
En los hoteles N 2 y N 7 la situación es opuesta: se ven las maderas del frente recién pintadas, los techos de tejas hidrolavados y las paredes de interiores y exteriores también pintadas. Brillan las entradas y los comedores, con sus lámparas y boiserie, y la gran terraza con vista al lago. Los albañiles están abocados a las terminaciones.
Durante la visita, Inés Albergucci, subsecretaria de Calidad, Accesibilidad y Sustentabilidad del Ministerio de Turismo, informó que “el total de inversión en el conjunto de obras de Embalse es de 915 millones de pesos entre 2020 y 2022”. En el 2020 se destinaron 22 millones, este año 431 millones y el año próximo 462 millones”.
Además en el caso del Hotel N 1, Obras Públicas hizo un llamado a licitación por 650 millones de pesos y se logró un financiamiento internacional de FONPLATA, un Banco de Desarrollo para el Hotel N 5, en desuso desde hace 40 años, detalló la funcionaria.
“Nunca se hizo una inversión de esta magnitud. Jamás se cambió un cable de electricidad, invertimos 220 millones de pesos en instalación eléctrica. No es un lavado de cara”, afirmó Albergucci. Si bien algunos hoteles fueron reabiertos en determinados lapsos de tiempo, aún en malas condiciones, ahora se decidió ponerlos a todos en funcionamiento. Se va a intervenir en primer lugar los que se estaban usando para luego avanzar sobre los clausurados, agregó.
Por su valor patrimonial el conjunto es Monumento Histórico Nacional desde el 2013 y la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos trabajó junto a los Ministerios de Turismo y de Obras Públicas en los proyectos, los pliegos de licitación y el seguimiento de las obras supervisadas por la Comisión. “Intervenimos con un abordaje integral preservando las formas y la materialidad pero al mismo tiempo permitiendo la refuncionalización, con nueva tecnología y equipamiento”, dijo Fabio Grementieri, de ese organismo.
Sobre su estilo, el profesor Alberto Petrina remarcó: “Es de la corriente pintoresquista ‘californiana’: muros blancos, de ladrillo visto o revestidos en piedra; techos de tejas españolas; revestimientos y celosías de madera y herrajes y artefactos de hierro forjado”.
Por eso es fundamental no cambiar el estilo ni la atmósfera del lugar, no solo por su valor histórico y estético, sino además como “una oferta turística singular y casi privilegiada, bien diferente a la hotelería uniforme de la actualidad”, dijeron desde el organismo.
Cómo son los hoteles
Embalse consta de hoteles Categoría A y B. Los B son para grandes contingentes de deportistas, niños, jubilados, etc., y poseen baño compartido. Su capacidad mínima es de 650 plazas pero, pueden llegar a 1000. Solo tendrán esta categoría los hoteles N 2, 3, y 6. A su vez, el N1 y el N 5 serían reacondicionados para pasar a tener categoría A junto al 7 y al 4. Cada uno de ellos con capacidad para 250 personas aproximadamente, pero si se le agregan plazas pueden llegar a 500. Es decir que este verano en los hoteles 2, 4 y 7 cerca de unas 1000 personas podrán disfrutar allí de sus vacaciones, aunque el 2 en realidad será reabierto antes que el resto, en septiembre.
“En dos años más, cuando culminen las obras en todos los hoteles y en las cabañas, habría capacidad para 6000 plazas”, estimó la funcionaria. Si bien los edificios continuarán en manos del Estado Nacional, los servicios de gastronomía, limpieza, esparcimiento y demás van a ser concesionados. Las tarifas serán accesibles y la gente podrá anotarse a través de la web de Turismo, adelantó esa cartera.
Del brillo de las primeras décadas al abandono
La Unidad Turística Embalse se comenzó a construir hacia 1946 y se terminó en 1951. Quien pensó y diseño el complejo fue el exministro de Obras Públicas, Juan Pistarini. En sus mejores años, entre las décadas de 1950 y 1970, recibía a más de 2500 personas.
María del Carmen Colli, que vive en Buenos Aires, todavía recuerda su estadía en aquel entonces: “Era una hermosura todo, el parque, los ligustros. Nos tocó un chalet con servicio de mucama, tres habitaciones, comedor. Nos traían el desayuno con vajilla de plata y a la noche nos arreglábamos e íbamos a cenar al Hotel 4 donde todos estaban elegantemente vestidos. Las mesas con manteles blancos, la comida excelente y los mozos de etiqueta”.
Los hoteles ofrecían además una serie de actividades recreativas que figuraban en un pizarrón del hall de entrada. Asimismo, desde Embalse se puede acceder a sitios de interés cercanos como Villa General Belgrano, La Cumbrecita y Merlo en San Luis.
Resabios de ese momento se aprecian en el Museo Evita del centro turístico. El nombre se debe a que Evita conoció el sitio al estar alojada en un hotel cercano cuando fue a filmar una película. Luego decidió fundar allí una colonia de vacaciones, la que más tarde se transformaría en el actual complejo.
Eduardo Luchini es director del museo, y nació dentro de la unidad; su padre trabajaba allí: “Estoy feliz con la noticia de las obras. Conocí lo mejor y lo peor de Embalse”, dijo. Mientras tanto mostraba los elementos que dan cuenta de la historia del lugar: el gorro de Pistarini; los tocadiscos; fórceps de parto; el piano de cola; los menú de tres platos; libros en varios idiomas y hasta una foto de Diego Armando Maradona, que estuvo allí en 1973.
“Con los siete hoteles funcionado había hasta 3000 personas trabajando, entre personal permanente y contratado. Se fabricaba todo, desde el hielo hasta las pastas y los helados”, recuerda.
La fecha exacta en la que comenzó la debacle es difícil de determinar. Para algunos, como Luchini, fue en los 70 cuando Dictadura Militar cerró hoteles y “sustrajo vajilla de lujo con la excusa de enviarla a Buenos Aires”. Para otros fue en los 90 cuando, por falta de inversiones se fue perdiendo caudal de turistas, hasta convertirse en apenas una sombra de lo que fue. Hoy no es más que un majestuoso complejo hotelero víctima de la desidia de las sucesivas gestiones a la espera de que finalice su recuperación.
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