Parece como si Godzilla se hubiese trepado a la cima del Elefante Blanco y, con sus garras y dientes, hubiese comenzado a devorar los pisos de hormigón y hierro de la mole de Ciudad Oculta. Pero lo que se ve no es obra de ningún monstruo cinematográfico, sino de dos pequeñas máquinas retroexcavadoras que, a 25 metros de altura, hacen un trabajo de demolición artesanal en la estructura que durante años fue el símbolo del abandono y la marginalidad. Mientras los escombros caen y se reducen las plantas, al mismo tiempo crece un nuevo edificio donde se mudará la sede de un ministerio porteño. Un proceso que avanza con la promesa de transformar esa zona relegada de Villa Lugano, como ya ocurrió con otros barrios de la ciudad.
Desde que comenzó en abril pasado, la demolición del Elefante Blanco ya devoró cinco pisos, la rampa de entrada del fallido hospital y las dos plantas que antecedían a las torres. Las máquinas trabajan al borde del abismo con operarios que calculan los centímetros para realizar cada movimiento. Más allá de que el trabajo se hace bajo parámetros de extrema seguridad, el proceso inédito de demolición exige tomar mayores recaudos por la altura a la que se realiza.
El ritmo de trabajo es intenso y una semana es suficiente para arrasar con un piso de entre 2800 y 3000 metros cuadrados. En total, cuando finalice la demolición, se habrán procesado unos 40.000 metros cúbicos de escombros, entre hormigón, hierro, y vigas de acero. Gran parte de los restos se utilizarán para rellenar los doce metros de subsuelo del Elefante Blanco; ese espacio, cuando el lugar estaba habitado por 180 familias, era el depósito de basura, desechos cloacales y agua de lluvia. El resto de los áridos se utilizarán como material reciclable.
Septiembre aparece en el horizonte como la fecha de finalización de la reducción total del edificio. En los primeros días de ese mes la estructura deberá desaparecer para darle paso a un espacio público y verde que funcionará integrándose con el nuevo Ministerio de Desarrollo Social y Hábitat, que ya cuenta con dos plantas. Allí trabajarán 1300 personas que se mudarán de cuatro dependencias para llegar a la también denominada villa 15. Quizás este sea el primer paso de un proyecto de urbanización que contemple otras acciones en el barrio.
"Parte de lo que se está hablando con los vecinos es saber qué registro quieren que quede del Elefante Blanco, la huella del edificio. Podría ser la marca de los cimientos, un sector con fotos y recuerdos o quizás nada", planteó la ministra de Desarrollo Social y Hábitat, Guadalupe Tagliaferri. "Pensábamos que no querían demolerlo y cuando hicimos el estudio antropológico en el barrio la gente nos decía que esto era ‘el abandono, la desidia, la suciedad, las ratas, las enfermedades’. No había un sentido de pertenencia que defina al barrio en forma positiva, sino de manera negativa", agregó.
Hasta el año pasado la demolición de la mole, proyectada como un hospital de avanzada en la década del 50 y luego para albergar a los enfermos de tuberculosis, estuvo frenada por la justicia que había prohibido el desalojo de las 75 familias que vivían en el asentamiento conocido como Manzana 27 bis, ubicado en un extremo de la villa 15 y sobre el perímetro del Elefante Blanco. Fueron esas las últimas personas que habitaron una zona castigada por la extrema marginalidad, entre desperdicios, escombros, alimañas y humedad.
Además la Defensoría Pública de la ciudad patrocinó un reclamo de los vecinos que reclamaban soluciones habitacionales y por sus derechos a un ambiente sano y condiciones dignas. El expediente fue radicado en el juzgado en lo contencioso administrativo de la jueza Elena Liberatori quien siguió de cerca todo el proceso. Fueron cinco años de negociaciones, en todos los casos personales, para las relocalizaciones de las familias. Muchas de ellas recibieron subsidios y apoyo logístico para mudarse a otras viviendas de la zona, de barrios cercanos o de otras provincias. Hoy, quedan solo dos familias en casillas situadas a 25 metros de distancia de la obra de demolición, por lo que -según la Ciudad- no corren riesgos.
En reuniones en los comedores comunitarios, en la parroquia o en otro salón de la villa 15 se evalúan alternativas para construir en el nuevo espacio público que quedará una vez demolido el Elefante Blanco. Algunos vecinos quieren canchas de fútbol, otros más sectores para los niños y hay quienes plantean sumar lugares amplios para caminar. En las próximas semanas debería haber definiciones sobre el futuro del lugar.
Mientras tanto, la demolición seguirá su curso. "Los escombros no pueden generar basura. El 70% se tiene que reciclar como árido o como hormigón verde y una parte se utilizará como relleno para el proyecto de ampliación de Aeroparque", explicó el arquitecto Mariano Badalucco, director de obra del Ministerio de Desarrollo Social y Hábitat. Los restos generados con la demolición de las cinco plantas se utilizaron para rellenar los subsuelos y construir terraplenes para que en poco tiempo puedan trabajar las máquinas. "Cuando lleguemos al tercer piso se empieza a demoler con la bola, una técnica más rápida y segura", agregó Badalucco.
La obra que crece a metros de la demolición, a cargo del Ministerio de Desarrollo Urbano, ya avanzó hasta la segunda de las tres plantas que tendrá. Abarcará una superficie total de 21.000 m2 con una inversión superior a los 475 millones de pesos. También habrá una terraza verde a donde podrán acceder los vecinos, un espacio para realizar actividades culturales y una sucursal del Banco Ciudad. "Con la demolición del Elefante Blanco y la mudanza del nuevo ministerio, el barrio se revitalizará social y económicamente. Es un beneficio para todos los vecinos de la zona", manifestó el ministro de Desarrollo Urbano y Transporte, Franco Moccia.
En junio del año próximo la obra del nuevo ministerio debería estar lista para recibir a los 1300 empleados, entre ellos a Tagliaferri. Los cuatro edificios que hoy ocupan dejarán de ser alquilados o serán puestos en venta para financiar la construcción actual. En ese momento también estará listo el espacio público para los vecinos que podrán caminar sobre las huellas del Elefante Blanco.
Fotos, videos y drone: Emiliano Lasalvia
Edicón fotográfica: Fernanda Corbani
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