H5N1 ya mató a decenas de miles de animales marinos y se infiltró por primera vez en el ganado de Estados Unidos; los científicos trabajan con rapidez para encontrar respuestas
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NUEVA YORK.– En sus tres décadas de trabajo con elefantes marinos, la doctora Marcela Uhart nunca había visto nada parecido a la escena de las playas de la península argentina Valdés, el pasado mes de octubre.
Era la temporada alta de cría: la playa debería haber estado repleta de harenes de hembras fértiles y enormes machos luchando entre sí por el dominio. En lugar de eso, “solo había un cadáver tras otro”, recordó Uhart, quien dirige el Programa de Sanidad de la Fauna Silvestre Latinoamericana de la Universidad de California, en Davis.
El H5N1, uno de los muchos virus que causan la gripe aviar, ya había matado al menos a 24.000 leones marinos sudamericanos a lo largo de las costas del continente en menos de un año. Ahora había ido por los elefantes marinos.
Cachorros de todas las edades, desde recién nacidos hasta destetados, yacían muertos o moribundos en la línea de marea alta. Los cachorros enfermos yacían apáticos, con espuma brotando de sus bocas y narices.
Uhart lo llamó “una imagen del infierno”.
En las semanas siguientes, ella y un colega –protegidos de pies a cabeza con guantes, batas y mascarillas, y rociándose periódicamente con lavandina– documentaron cuidadosamente la devastación. Los miembros del equipo se situaron en lo alto de los acantilados cercanos, evaluando el número de víctimas con drones.
Lo que encontraron fue asombroso: el virus había matado a unas 17.400 crías, más del 95% de los animales jóvenes de la colonia.
La catástrofe fue la más reciente de una epidemia de gripe aviar que azota el mundo desde 2020 y que ha llevado a las autoridades de varios continentes a sacrificar aves de corral y de otro tipo por millones. Solo en Estados Unidos se sacrificaron más de 90 millones de aves en un vano intento de disuadir al virus.
No se pudo detener al H5N1. Los virus de la gripe aviar tienden a ser quisquillosos con sus huéspedes, normalmente se adhieren a un tipo de ave silvestre. Pero este se infiltró rápidamente en una asombrosa variedad de aves y animales, desde ardillas y mofetas hasta delfines nariz de botella, osos polares y, más recientemente, vacas lecheras.
“En toda mi carrera no habíamos visto un virus que ampliara tanto su gama de huéspedes”, afirmó Troy Sutton, virólogo que estudia los virus de la gripe aviar y humana en la Universidad Estatal de Pensilvania.
La afectación a los mamíferos marinos y a las industrias láctea y avícola es suficientemente preocupante. Pero lo que más preocupa, según los expertos, es lo que presagian estos acontecimientos: el virus se está adaptando a los mamíferos y está cada vez más cerca de propagarse entre las personas.
Al menos hasta ahora, los cambios en el virus no indican que el H5N1 pueda causar una pandemia, dijo Sutton. Aun así, aclaró, “realmente no sabemos cómo interpretar esto o lo que significa”.
En 1996 se identificó una cepa altamente patógena de H5N1 en aves acuáticas domésticas en China. Al año siguiente, 18 personas se infectaron con el virus en Hong Kong y seis murieron. El virus se acalló, pero reapareció en Hong Kong en 2003. Desde entonces, causó decenas de brotes en aves de corral y afectó a más de 800 personas que estuvieron en estrecho contacto con las aves.
Mientras tanto, siguió evolucionando.
La versión del H5N1 que actualmente recorre el mundo surgió en Europa en 2020 y se propagó rápidamente a África y Asia. Mató a decenas de aves de granja, pero a diferencia de sus predecesores también se propagó ampliamente entre las aves silvestres y en muchos otros animales.
La mayoría de las infecciones de mamíferos fueron probablemente casos “sin salida”: un zorro, tal vez, que comió un ave infectada y murió sin transmitir el virus. Pero algunos brotes de mayor envergadura sugirieron que el H5N1 era capaz de más.
La primera pista llegó en el verano de 2022, cuando el virus mató a cientos de focas en Nueva Inglaterra y Quebec. Unos meses después, se infiltró en una granja de visones en España.
Al menos en el caso de los visones, la explicación más probable era que el H5N1 se había adaptado para propagarse entre los animales. La magnitud de los brotes en mamíferos marinos de América del Sur subrayaba esa probabilidad.
“Incluso intuitivamente, pensaría que la transmisión de mamífero a mamífero es muy probable”, afirmó Malik Peiris, virólogo y experto en gripe aviar de la Universidad de Hong Kong.
Tras detectarse por primera vez en América del Sur, en aves de Colombia en octubre de 2022, el virus se propagó por la costa del Pacífico hasta Tierra del Fuego, el extremo sur del continente, y desde allí por la costa atlántica.
Por el camino, mató a cientos de miles de aves marinas y a decenas de miles de leones marinos en Perú, Chile, Argentina, Uruguay y Brasil. Los leones marinos se comportaban de forma errática, sufrían convulsiones y parálisis; las hembras preñadas abortaban a sus fetos.
“Lo que ocurrió cuando el virus se trasladó a América del Sur no lo habíamos visto nunca”, afirmó Uhart.
No se sabe exactamente cómo y cuándo el virus saltó a los mamíferos marinos, pero lo más probable es que los leones marinos entraran en contacto con aves infectadas o excrementos contaminados; aunque los peces constituyen la mayor parte de la dieta de los leones marinos, a veces comen aves.
En algún momento, es probable que el virus evolucionara para propagarse directamente entre los mamíferos marinos: en la Argentina, las muertes de leones marinos no coincidieron con la mortalidad masiva de aves silvestres.
“Esto podría sugerir que la fuente de infección no fueron las aves infectadas”, sostuvo Pablo Plaza, veterinario especialista en fauna salvaje de la Universidad Nacional del Comahue y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Argentina.
No es difícil imaginar cómo podría dispersarse el virus en estos animales: los elefantes marinos y los leones marinos se reproducen en colonias, amontonándose en las playas donde se pelean, se aparean y se ladran unos a otros. Los elefantes marinos estornudan todo el día, dispersando grandes gotas de mucosidad cada vez que lo hacen.
Es difícil demostrar exactamente cómo y cuándo el virus pasó de una especie a otra. Pero los análisis genéticos apoyan la teoría de que los mamíferos marinos adquirieron sus infecciones unos de otros, no de las aves. Las muestras del virus aisladas de los leones marinos de Perú y Chile y de los elefantes marinos de la Argentina comparten unas 15 mutaciones que no se observaron en las aves; las mismas mutaciones también estaban presentes en un hombre chileno que se infectó el año pasado.
Existen numerosas oportunidades para que el H5N1 salte de los mamíferos marinos a las personas. Un elefante marino macho enfermo que permaneció un día y medio en una playa pública de la Argentina resultó ser portador de enormes cantidades de virus. En Perú, los científicos recogieron muestras de cadáveres de leones marinos que yacían junto a familias que disfrutaban de un día de playa.
Los animales carroñeros, como los perros, también podrían recoger el virus de un cadáver infectado y propagarlo más ampliamente: “Ninguno de los animales silvestres existe en sus pequeños silos”, dijo Wendy Puryear, viróloga de la Universidad de Tufts, quien estudió los brotes en focas de Nueva Inglaterra.
En algunos países sudamericanos, aparte de unos pocos cadáveres que fueron enterrados, el resto permaneció en las playas, pudriéndose y convirtiéndose en carne de carroña.
“¿Cómo se hace para retirar 17.000 cadáveres en medio de la nada, en lugares donde ni siquiera se puede bajar la maquinaria y en acantilados enormes?”, dijo Uhart.
Un patógeno mutante
Los virus de la gripe son expertos en adquirir nuevas mutaciones; cuando dos tipos de virus de la gripe infectan al mismo animal, pueden barajar su material genético y generar nuevas versiones.
No está claro cómo y cuánto cambió el virus H5N1 desde su aparición. Un estudio realizado el año pasado demostró que, tras entrar en Estados Unidos, el virus se mezcló rápidamente con otros virus de la gripe que circulaban por el país y se transformó en varias versiones, algunas leves y otras causantes de graves síntomas neurológicos.
“Después de 20 años de reordenación, tenemos un virus que se comporta extraordinariamente bien en toda una variedad de especies de aves y mamíferos”, indicó Vincent Munster, virólogo del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, quien estudió las mutaciones necesarias para que el H5N1 se adapte a las personas.
Cada nueva especie que alberga el virus crea oportunidades para que el H5N1 siga evolucionando y salte a los seres humanos.
Y el virus puede tropezar con mutaciones que nadie ha considerado aún, permitiéndole traspasar la barrera de las especies. Eso es lo que ocurrió en el brote de gripe porcina de 2009.
Ese virus no tenía las mutaciones que se creían necesarias para infectar fácilmente a las personas. En su lugar, “tenía otras mutaciones que nadie conocía o en las que nadie había pensado hasta entonces”, explicó Louise Moncla, bióloga evolutiva que estudia la gripe aviar en la Universidad de Pensilvania.
Aun así, aunque el virus salte a las personas, “es posible que no veamos el nivel de mortalidad que realmente nos preocupa”, opinó Seema Lakdawala, viróloga de la Universidad de Emory. “La inmunidad preexistente a las cepas de gripe estacional proporcionará cierta protección frente a la enfermedad grave”.
Qué pasará después
Estados Unidos está preparado para una pandemia de gripe, con algunas reservas de vacunas y antivirales, pero es posible que sus esfuerzos por vigilar el virus no lo detecten con la rapidez suficiente para desplegar esas herramientas.
Pasaron varias semanas antes de que los ganaderos, y luego las autoridades, supieran que el virus H5N1 circulaba entre las vacas lecheras.
El brote de la granja lechera solo provocó una infección humana leve, pero las granjas son terreno fértil para que el virus salte de especie: del gato a la vaca, al cerdo y al ser humano, en cualquier orden.
A muchos científicos les preocupan especialmente los cerdos, que son susceptibles tanto a las cepas humanas como a las aviares, lo que constituye el caldo de cultivo perfecto para que los virus intercambien genes. Los cerdos se sacrifican cuando son muy jóvenes y las nuevas generaciones, sin exposición previa a la gripe, son especialmente vulnerables a las infecciones.
Hasta el momento, el H5N1 no parece capaz de infectar cerdos, pero eso podría cambiar a medida que adquiera nuevas mutaciones.
“Nunca dejo que mis hijos vayan a una feria estatal o a una granja de animales, soy uno de esos padres”, dijo Lakdawala. “Y es sobre todo porque sé que cuantas más interacciones aumentemos con los animales, más oportunidades habrá”.
En caso de que el H5N1 se adapte a las personas, los funcionarios federales tendrán que trabajar juntos y con sus homólogos internacionales. El nacionalismo, la competencia y la burocracia pueden ralentizar el intercambio de información, crucial en un brote en desarrollo.
En cierto modo, la propagación actual entre las vacas lecheras es una oportunidad para practicar el simulacro, consideró Rick Bright, director ejecutivo de Bright Global Health, una empresa de consultoría que se centra en la mejora de las respuestas a las emergencias de salud pública. Pero el Departamento de Agricultura de Estados Unidos solo exige pruebas voluntarias a las vacas, y no es tan oportuno y transparente con sus conclusiones como debería, afirmó.
Rosemary Sifford, veterinaria jefe del departamento, expresó que su personal estaba trabajando duro para compartir la información lo más rápidamente posible. “Se trata de una enfermedad emergente”, apuntó.
Los responsables gubernamentales suelen mostrarse cautos y desean disponer de más datos. Pero “dada la velocidad a la que puede propagarse y la devastadora enfermedad que puede causar, si nuestros dirigentes dudan y no aprietan los gatillos adecuados en el momento oportuno, nos agarrarán desprevenidos una vez más”, señaló Bright.
“Si no le infundimos pánico, sino que le damos el respeto y la debida diligencia”, añadió, en alusión al virus, “creo que podremos controlarlo”.
Por Apoorva Mandavilli y Emily Anthes
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