“El viaje es una pesadilla”. Demoras y cancelaciones por una medida gremial complican a los usuarios de trenes
En todas las líneas metropolitanas se acumulan demoras de hasta 30 minutos en el cronograma habitual; La Fraternidad reclama mejoras salarias y condiciones laborales
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La estación Once se ha convertido en un reflejo de los problemas que enfrentan los usuarios del sistema ferroviario. Este martes, los pasajeros esperaban en los andenes de la línea Sarmiento formaciones que acumulaban demoras de hasta 30 minutos. La situación se debe a una medida de fuerza implementada por el gremio La Fraternidad, que desde ayer limita la velocidad a la que transitan los trenes a 30 kilómetros por hora, en reclamo de mejoras salariales y condiciones laborales.
En la estación Once, el bullicio de cada mañana se transformó en frustración. Pasajeros apurados corrían de un andén a otro, intentando comprender los cambios en los horarios de los trenes.
Una formación que debía partir hace diez minutos había actualizado su salida para dentro de 26 minutos. Mientras otros esperaban en el andén, María González, de 76 años, recién llegaba desde Merlo, tras un viaje en el tren Sarmiento que también presentó demoras. “Tenía que estar en el centro a las 9, pero recién estoy llegando. Viajé apretada como siempre, pero esta vez, con el retraso, subió aún más gente”, relató a LA NACIÓN.
Las largas filas y la creciente aglomeración no hacían más que intensificar el malestar de los usuarios. “Es siempre igual. Los trenes vienen llenos y no hay explicaciones. Uno tiene que acostumbrarse a viajar así todos los días”, agregó Juan Pons, otro usuario frecuente, mientras miraba su reloj.
En el andén 1 de la estación Once, una larga fila de pasajeros aguardaba un tren con destino a Moreno que debía llegar en cinco minutos. Sin embargo, la espera se transformó en indignación cuando, por los altoparlantes, se anunció la cancelación del servicio y se pidió a los pasajeros que se dirigieran al andén 2, donde otro tren presentaba una demora de 20 minutos. “¡Me están cargando! Llevo como media hora esperando, y ahora 20 minutos más. Es un desastre”, exclamó una mujer a los gritos, mientras miraba con impotencia cómo se aglomeraba la multitud.
En ese momento, un mar de gente bajaba del tren que acababa de arribar en el andén 1. “Viajamos como sardinas, es un desastre. Este país no sale adelante jamás con gente así”, comentó un joven a este medio mientras corría hacia la salida de la estación, apurado por llegar a tiempo a su trabajo.
Anuncio de demoras y cancelaciones
Mientras tanto, los altoparlantes comenzaron a anunciar que los servicios podían sufrir demoras y cancelaciones debido a una medida gremial. Este aviso solo generó más descontento entre los pasajeros, que ya lidiaban con la saturación de los andenes y la falta de información clara.
Un tren proveniente de Moreno, que arribó minutos después, desbordó con una cantidad de pasajeros que parecía no tener fin. Entre ellos, Carla Martino, de 34 años, explicó su odisea: “Salí de mi casa en Moreno a las 6 de la mañana, pensando que iba a llegar tranquila a mi trabajo. Pero miren la hora que es. Nos dicen que hay media hora de demora, pero es mentira. Entre los retrasos y cómo viajamos apretados, el viaje es una pesadilla. Ni siquiera podemos movernos en el vagón, y esto pasa todos los días”.
Carla detalló que había intentado llegar temprano para una reunión clave en su oficina, pero el retraso la dejó sin opciones. “Perdí la reunión. Ahora tengo que llegar y explicar por qué vengo tarde, cuando en realidad esto no es culpa mía. Pero claro, la culpa siempre recae en nosotros, los trabajadores”, añadió, visiblemente molesta.
La jornada continua con más demoras y anuncios de medidas gremiales, sumiendo a los pasajeros en un estado de incertidumbre y enojo. Mientras tanto, los empleados ferroviarios mantienen su protesta, limitando la velocidad de los trenes a 30 kilómetros por hora, en reclamo de mejoras salariales y laborales.
Un folleto de La Fraternidad, el gremio que impulsa la protesta, intenta explicarle a los pasajeros las razones de la medida de fuerza por la “emergencia ferroviaria”: “Estamos frente a una de las peores crisis ferroviarias. Nuestros trenes necesitan repuestos y reparaciones con urgencia; las vías deben tener obras para seguridad y confort; y los sistemas de comunicación y señales deben ser actualizados. Nos vemos en la obligación de extremar las precauciones en la circulación por el cuidado de nuestra herramienta de trabajo”.
Las demoras y cancelaciones se suceden en los servicios de todas las líneas ferroviarias del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA): Mitre, en sus tres ramales con cabecera en Retiro -Tigre, Suárez y Bartolomé Mitre-, San Martín, Belgrano Sur, Urquiza, Roca y Tren de la Costa.
Un tren que partía con demora desde la estación Once hacia Moreno estaba completamente lleno por la aglomeración de pasajeros que esperaban hacía más de media hora. Los andenes se convertían en un espacio de lucha: mientras algunos intentaban ingresar al tren con empujones, otros resignados aguardaban el próximo servicio, sin garantía de poder abordarlo.
Una familia con tres niños pequeños se encontraba entre la multitud. Los padres, desesperados, intentaban subir a los chicos a la fuerza, aunque la puerta del vagón apenas podía cerrarse por la cantidad de gente. “Es la única manera”, expresó un joven mientras, con dificultad, lograba meterse en el vagón, impidiendo con una mano que la puerta se cerrara antes de tiempo. Finalmente, el tren logró salir con pasajeros pegados a las ventanas, un reflejo de la crítica situación.
En los andenes 2, 3, 4 y 5, la incertidumbre era evidente. Las pantallas, en lugar de mostrar los horarios habituales de salida, permanecían en blanco o indicaban demoras sin detalles precisos. Mientras tanto, los trenes que llegaban a la estación descargaban un mar de personas, muchas de las cuales expresaban su frustración ante las condiciones de viaje.
En medio de las demoras y complicaciones que afectaron este martes el servicio ferroviario, los trabajadores colocaron carteles en la estación Once y otras terminales para alertar sobre la situación crítica del sistema. Bajo el título “Emergencia ferroviaria”, el mensaje destacaba la necesidad urgente de repuestos y reparaciones para los trenes, obras en las vías para garantizar seguridad y confort, y la actualización de los sistemas de comunicación y señales. El aviso, firmado por los conductores, también instaba a extremar las precauciones en la circulación debido al deterioro de la infraestructura ferroviaria.
Los testimonios no tardaron en reflejar la gravedad de la situación. Una pareja que acababa de bajar de un tren proveniente de Moreno relató su experiencia a LA NACIÓN. “Viajamos apretados como nunca, con gente encima todo el tiempo. No solo es incómodo, sino que estamos expuestos a cualquier cosa. Le robaron la billetera y ni nos dimos cuenta en medio del amontonamiento”, explicó Alejandra Barrios, de 40 años, mientras su pareja, Roberto Sesia, agregó: “Esto ya no es viajar, es sobrevivir. Y encima nadie nos da explicaciones”.
De repente, la estación Once quedó casi paralizada. De los cinco andenes principales, solo el número 2 se mantenía activo con un tren disponible para salir hacia Moreno, mientras los andenes 1, 3, 4 y 5 lucían vacíos, transformándose en espacios fantasmas. Los pasajeros, confundidos y frustrados, intentaban comprender la situación mientras se aglomeraban alrededor del único tren operativo. Entre ellos, un hombre hablaba por teléfono, intentando justificar su retraso: “Solo hay un tren saliendo, los demás andenes están vacíos. No sé cuándo voy a llegar porque no hay opciones”.
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