El trágico incendio en Villa Lugano: gritos desesperados, la muerte de un niño de 5 años e hipótesis dispares
Durante una visita de LA NACION, los vecinos recordaron el drama vivido esta madrugada y buscaron explicar el siniestro; campaña solidaria para ayudar a la familia
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Eran las 5.15 de la madrugada de hoy cuando el fuego tomó por completo la habitación delantera del departamento 4ºD del monoblock 134 del Complejo General Savio, epicentro y distintivo arquitectónico del barrio Villa Lugano, en el sur porteño. “Yo salí porque escuché el griterío”, cuenta Luis Juárez, que vive en el 133, es decir, al lado. Debido al humo, un menor de cinco años que allí vivía falleció por un paro cardiorrespiratorio tras inhalarlo, mientras que su hermana, de ocho años, se encuentra internada en grave estado a raíz de una intoxicación por la misma razón y con algunas quemaduras en el Hospital Santojanni.
“Vivían un matrimonio, cuatro chicos y la abuela. A uno de los nenes lo sacaron fallecido”, explica una vecina que se identifica como Gabriela, habitante del segundo piso de la misma torre donde ocurrió el siniestro y donde los departamentos tienen, en su mayoría, entre tres y cuatro ambientes.
“Qué desastre lo que pasó”, dice al entrar uno de los clientes de la despensa que funciona sobre la característica recova tendida en la base del 134, ubicado sobre la avenida Soldado de la Frontera al 5400. “Yo también me desperté con los gritos”, responde otra señora mientras fuma resguardada de la lluvia en la puerta. A la misma altura, pero veinte metros más arriba, la fachada del departamento que fue escenario del siniestro luce completamente negra y algunas cenizas de los objetos que las llamas alcanzaron aún caen por un ventana.
Además del dormitorio de los menores, como indicó más temprano el titular del SAME, Alberto Cescenti, a LA NACION, el fuego se extendió por la cocina, el baño y el mobiliario, lo que motivó el accionar inmediato de los Bomberos y hasta 15 móviles médicos.
“Los vecinos fuimos solidarios, colaboramos en lo que pudimos. Vinieron los bomberos inmediatamente, trabajaron muy bien, asistieron como correspondía”, dice Gabriela, mientras sube las escaleras, ya que el ascensor quedó fuera de servicio, al igual que el servicio de gas.
Según su relato, conocía a la familia y también su departamento, por haberles realizado trabajos para alguna pérdida de agua. A los familiares afectados, se sumaron otros ocho vecinos que también debieron ser trasladados por intoxicaciones a diferentes centros de salud porteños; entre ellos, el Penna y el Piñero.
En total, actualmente viven aproximadamente 50.000 habitantes en el Complejo General Savio, también conocido como Lugano I y II. “Fue realmente una situación horrible, fea, nunca pensé que podía haber vivido esto. Todavía me siento mal. Había personas mayores desperadas porque no podían salir del humo, otros intentando rescatar sus mascotas, y lo que más lamento es la pérdida del chico”, completa, y se detiene al borde del llanto.
La noticia sacudió a todo este predio que comprende hasta once torres de planta baja y 22 pisos, con unos 136 departamentos cada una. La mayoría se terminaron de construir durante la década de los 70, mientras que las últimas tres se concluyeron –con ciertas modernizaciones– quince años después. Bajo la incesante lluvia que tiñó toda la mañana gris, y entre quejas por el estado de las edificaciones, en el barrio no se habló de otro tema en busca de explicaciones, ya que hasta el momento se desconocen las causas del siniestro.
En el caso de Juárez, que arribó a la torre 133 del Complejo General Savio hace siete años, apunta que el origen pudo deberse a desperfectos técnicos por la falta de mantenimiento en los monoblocks.
“Cada torre tiene su administración, pero la verdad es que dejan mucho que desear”, critica, mientras señala conexiones de gas presuntamente irregulares, paredes carcomidas por la humedad y garabatos de cables colgados desde los edificios. “Son muy viejos y están mal mantenidos, se pagan aproximadamente 14.000 pesos de expensas mensuales por mantenimientos que no se hacen”, cuenta. “Acá a la vuelta otro más se prendió fuego tiempo atrás. Por lo general, la instalación eléctrica es antigua y los cables no se han cambiado. La verdad es un desastre”, cuestiona.
Gabriela, en cambio, cree que pudo deberse a un exceso de pertenencias por la cantidad de convivientes dentro del inmueble, un flagelo habitacional que se repite entre los sectores medios menos acaudalados de la ciudad de Buenos Aires como ocurre con algunos que residen en Villa Lugano, donde se paga alrededor de US$1016 el metro cuadrado, entre los niveles más bajos del mercado inmobiliario porteño.
“Era una familia grande y que vivía con muchas cosas dentro de su domicilio, que tenía muchas cosas, muy cargado el departamento. Electrodomésticos, muebles y muchas mascotas”, argumenta e imagina que “el incendio pudo haber sido producto de algún artefacto que funcione mal y que no haya saltado la térmica”.
Pero, por otro lado, agrega que en el momento del hecho ni la madre ni el padre habrían estado presentes. “La mamá de los chicos aparentemente no estaba y el papá tampoco. Ella hasta hace poco trabaja como recepcionista en una remisería y él en el Mercado Central”, asevera, por lo que los menores habrían quedado al cuidado de la abuela, quien se manejaba en sillas de ruedas.
Según pudieron determinar los investigadores en el lugar, donde hasta la tarde se llevaron adelante peritajes para determinar los hechos, la mayoría de los bienes materiales se redujo a cenizas y el departamento cuenta con múltiples daños irreversibles. “Por lo que vi desde afuera, yo creo que esa vivienda está perdida. No, no se la puede recuperar”, lamenta Gabriela.
Lanzaron una campaña solidaria
Desde la comunidad educativa del Jardín de Infantes Común Nº 3 de Villa Lugano, al que asistía el menor fallecido, enviaron las condolencias y lanzaron una campaña solidaria en redes sociales para ayudar a los padres. “La familia no solo tiene que atravesar esta terrible situación, sino que se le suma la preocupación de haber perdido todo: ropa, calzado, abrigos, muebles, alimentos”, expresa el comunicado.
El escrito invita a los vecinos del barrio y al resto de los interesados en donar a presentarse en la calle Berón de Astrada 5920, donde funciona esta institución educativa de la Comuna 8. “Les pedimos de corazón que quien pueda colaborar lo haga, con lo que sea. Se pueden acercar al jardín o el que pueda depositar la suma que sea, todo ayuda”, concluye.
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