El tétrico cementerio de “vampiros” donde los cadáveres eran atravesados con estacas y mutilados
Diversos hallazgos arqueológicos demostraron que la idea de los “chupasangres” se propagó durante los siglos X y XI en los pueblos eslavos
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La imagen era verdaderamente aterradora: 14 cadáveres estaban enterrados a 40 metros bajo el suelo de una finca privada. Y, como si no fuese del todo impactante, los restos de los cuerpos tenían unas cualidades espantosas: la mayoría eran esqueletos ubicados bocabajo, algunos estaban decapitados, otros poseían marcas de incineración y unos, incluso, tenían estacas clavadas a la altura de sus pechos.
El dueño del lugar no tuvo dudas: la Policía tenía que hacer presencia en esa escena de un aparente crimen del pasado. Tras la llegada de las autoridades, las cuales no podían encontrar una explicación a los terribles entierros hallados, apareció en escena Jaroslav Špaček, un arqueólogo del pequeño municipio de Čelákovice, en República Checa.
Su dictamen fue certero: los cuerpos parecían de personas catalogadas antiguamente como posibles vampiros. Y, aunque pudo parecer extraño lanzar tremenda conclusión en 1966, la historia lo respaldaba.
La creencia milenaria que se convirtió en un mito moderno
Aunque algunas películas y libros parezcan dar a entender que los vampiros son una creación de la ficción contemporánea, su misteriosa superstición se remonta a tiempos en los que ni siquiera existían el cine ni la imprenta. El terror, por lo visto, sí es milenario. Según lo consignado en algunos archivos históricos, la idea de los especímenes que se alimentan de sangre humana proviene de la época de la Antigua Grecia.
Aunque hay consenso en la temporalidad, la superstición sobre esos seres extraños tiende a tomar características peculiares dependiendo del lugar desde el cual se haya enunciado. Por ejemplo, según reafirmó el académico David Barrowclough en un artículo de una publicación de la Universidad de Cambridge, la idea de los vampiros se propagó con regularidad durante los siglos X y XI en los pueblos eslavos (lo que en la actualidad se conoce como Polonia, Bielorrusia, República Checa y Eslovaquia, entre otros países).
Precisamente, los cuerpos que identificó el arqueólogo Špaček, a escasos kilómetros de la capital de Checa, parecen remontarse a esa época. ”Probablemente se trataba de unos individuos marcados como peligrosos para la sociedad. Es decir, se creía que tras su muerte volverían al mundo y dañarían las propiedades y las vidas de la gente”, declaró años después a Radio Praga, la difusora nacional, sobre el trasfondo del descubrimiento funerario.
¿Quiénes podían ser vampiros?
Por lo que pudo recoger Barrowclough en su investigación, las espeluznantes cualidades que encontró Špaček en aquellos cuerpos del oriente del ‘Viejo Continente’ respondían, en efecto, al ‘modus operandi’ que se desplegaba contra posibles vampiros.
En aquel entonces, los vampiros hacían referencia a espíritus impuros que se apoderaban de cadáveres descompuestos para ‘retornar a la vida’ y succionar sangre humana. Bajo esa lógica, en las tradiciones eslavas se creía que los borrachos, ladrones y asesinos tenían más probabilidad de convertirse en “chupasangres”.
Cuando esas personas fallecían, las medidas que tomaba la supersticiosa población eran increíbles. Tranquilamente podían “quemar su cadáver, decapitarlo, enterrarlo boca abajo, clavarle una estaca de madera o fijarle puntillas”. Y aunque en la actualidad todavía se siga viendo el tema de los vampiros como un mito de folclore, los descubrimientos arqueológicos ratifican que fue un fenómeno mucho más allá de la imaginación.
Cadáveres vampirescos por el mundo
Así como en República Checa, decenas de cadáveres con cualidades propias de comportamientos de “prevención o “exorcismo” contra posibles vampiros se han encontrado en otros países de Europa. A mediados de 2006, en Italia, en la isla veneciana de Lazzaretto Vecchio, fue hallada una extraña fosa común en la que destacaban, según el arqueólogo Matteo Borrini, los restos de un posible vampiro.
En ese caso puntual, por lo que relató el investigador a National Geographic, se trataba de una mujer a la que en su ‘ataque post mortem’ le quebraron la mandíbula con un ladrillo incrustado en su boca. Como dictaba el ritual, probablemente lo hicieron para que no pudiera succionar sangre de otros.
En otros países del Este europeo también se dieron descubrimientos similares. En 2012, según reportó la cadena británica BBC, un grupo de arqueólogos en Bulgaria encontró “dos esqueletos perforados en el pecho con varillas de hierro para, supuestamente, evitar que se convirtieran en vampiros”.
Por lo que escribió en 2014 el inglés David Barrowclough en su texto en una revista de Cambridge, “esta superstición (la de los vampiros) probablemente surgió durante las pandemias, cuando era común que se reabrieran tumbas y fosas comunes para enterrar más personas”.
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