El sueño de Benito Quinquela Martín. Renuevan el paseo más visitado de la ciudad
Intervenciones cromáticas en la calle y protección de esculturas, los cambios en el ícono porteño que el año pasado recorrieron más de dos millones de personas
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Con una arquitectura particular y propia, cuna de Benito Quinquela Martín y el club Boca Juniors, Caminito, el paseo ubicado en el barrio porteño de La Boca, se caracteriza por los colores, los murales y esculturas, el tango y los conventillos. Es una calle y un museo al mismo tiempo.
Inaugurada en 1959 por vecinos y el propio Quinquela, y bautizada como el tango homónimo, escrito en 1926 por Gabino Coria Peñalosa y Juan de Dios Filiberto, sus 150 metros representan una de las zonas más visitadas de la ciudad y una parte esencial de la cultura bonaerense.
De hecho, el Ente de Turismo de la ciudad relevó que, durante 2023, más de 2,2 millones de personas circularon por Caminito. La mayor parte del turismo local provino de Santa Fe, la provincia de Buenos Aires y Córdoba, mientras que en el receptivo, de Estados Unidos, Francia y Uruguay. Los días más concurridos suelen ser los viernes, los sábado y los domingo, y los picos de gente se dan en septiembre y noviembre. Además, según información de TripAdvisor, se posiciona en el undécimo puesto de los atractivos más comentados de la ciudad, y tiene una valoración de cuatro puntos sobre cinco.
Teniendo esto en consideración, una de las últimas medidas del gobierno porteño puso el foco en la protección de los murales y las esculturas que la adornan, con la ayuda del Museo Benito Quinquela Martín. “La Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano concluyó el pintado de la explanada adoquinada en el acceso principal a Caminito, lindante a la Vuelta de Rocha”, remarcó César Torres, secretario del área. Sobre esto también se expresó Víctor Fernández, director del museo, quien explicó que se basaron en “criterios ajustados a la voluntad de Quinquela Martín de asfaltar de color las calles de La Boca”.
La calle que bordea el Riachuelo con adoquines rojos, amarillos, verdes y celestes, es uno de los sectores más característicos del lugar. ”Se buscó llevar a Caminito una parte de la ‘Sonrisa de colores’ que anhelaba Quinquela en su proyecto [nunca concretado por él]de dar color a las calles de La Boca. Ese sueño de Quinquela se cumplió, en parte, con la intervención cromática sobre el adoquinado del Paseo Costero”, detallaron fuentes de la Secretaría ante la consulta de LA NACIÓN.
Además, en vistas de impulsar la conservación del lugar, ante un caudal de visitantes cada vez mayor, se decidió delimitar el acceso a las obras de arte a partir de la señalización del suelo, también por medio de la intervención cromática. Desde la Secretaría explicaron que, para esto, trabajaron en el entorno de las esculturas y relieves patrimoniales que conforman esa especie de museo al aire libre, así como lo hicieron sobre la explanada que limita al paseo con el río: “Son dos de los principales objetivos: ayudar a visibilizarlas, en un entorno muy transitado y utilizado por diversas actividades que a veces las ocultan. Y contribuir a su protección, creando un perímetro colorido que funciona como advertencia, similar a las líneas que en el piso de muchos museos restringen la circulación que pueda representar un riesgo para las obras exhibidas”.
También Fernández se detuvo en ese factor del turismo, que se incrementa sostenidamente desde la pandemia de Covid-19, y destacó la necesidad de “poner una distancia prudente entre las obras y la gente que circula”. Por esto, además del trabajo sobre el piso, también se enrejaron los pedestales de algunas esculturas con estructuras bajas: Sembrador espiritual, de Antonio Sassone; La Madre, de Juan Bautista Leone; La Raza, de José De Luca; Elevando Anclas, de Julio César Vergottini; Monumento a los Bomberos Voluntarios, de Ernesto Scaglia, que también fue intervenido cromáticamente; y Erosión de las aguas, de Ernestina Azlor. Son siete estatuas de las 15 que se encuentran en las inmediaciones, a las que se les puso una “barrera” para impedir que las personas se suban a ellas.
Por otro lado, los murales intervenidos cromáticamente son: El maestro, el coro, el trabajo, de Humberto Eduardo Cerantonio; La canción, de Julio Vergottini; La sirga, de Julio Vergottini; y Esperando la barca, de Roberto Capurro.
Esta serie de medidas precautorias y, al mismo tiempo, de renovación, comenzaron hace aproximadamente un mes y medio, y se estima que finalicen dentro de dos o tres semanas. En cuanto al cuidado general de estos sectores, desde la secretaría remarcaron que hay equipos de conservación y restauración, así como de limpieza y mantenimiento, que trabajan periódicamente en el lugar, y que son los encargados de llevar a cabo las obras necesarias para la preservación, tanto en rejas como en adoquinado.
“En una intervención anterior, los muros de Caminito recuperaron los colores más cercanos a los utilizados por Quinquela Martín en el momento de la inauguración oficial. Se seleccionaron cuatro de esos colores (tonos rojo, amarillo, azul y verde) para pintar esta intervención en los adoquines. Quinquela Martín decía que el color hacía más feliz a la gente. Para él, el color era un emblema de identidad que mejoraba la vida de las personas”, concluyeron.
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