El suelo es argentino; las aguas, paraguayas
Un decreto de 1982 cambió los límites
Fue en 1982 cuando, mediante un decreto firmado por el entonces presidente de facto argentino Reynaldo Bignone, se aprobó una nueva delimitación realizada por la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), organismo creado para planear y ejecutar la obra de la represa hidroeléctrica, por la que los brazos norte y sur del río Paraná que rodean la isla argentina Apipé pasaron a ser de jurisdicción paraguaya.
"El decreto se firmó dentro de un acuerdo de la Comisión Mixta Argentino-Paraguaya, pero no respetó ni el Tratado de Yacyretá ni el Tratado Internacional de 1876, que en su artículo 1° establece la demarcación del límite por la mitad de la corriente del canal principal del río Paraná, el brazo norte. Nosotros queremos que la navegación continúe su curso normal, pero que se restablezca la soberanía argentina en el brazo sur", dijo a La Nacion el viceintendente del municipio de San Antonio de Apipé, Gabriel Cantarini.
Al respecto, en marzo pasado, el diputado nacional de la UCR Rodolfo Fernández presentó en el Congreso un proyecto de resolución con el objetivo de resolver la difícil situación territorial que viven los habitantes argentinos en la isla Apipé. El proyecto, que tuvo dictamen favorable de la comisión de Relaciones Exteriores, resolvió que se iniciaran las gestiones necesarias con el gobierno de Paraguay a fin de recuperar la soberanía sobre ese tramo del río Paraná y solucionar también los inconvenientes migratorios.
Más allá de la discusión por los límites geográficos, que las aguas sean paraguayas trajo dificultades a los habitantes de Apipé, especialmente a los que viven de la pesca, como Roque López, un isleño que dice que, como en la costa ya quedan muy pocos peces, se ven obligados a meterse aguas adentro con sus botes y aprovechar el tiempo hasta que llegue la marina paraguaya.
Para Aníbal de la Cruz, ex teniente del ejército que se instaló con su mujer y su hijo hace cinco años en la isla para llevar adelante un emprendimiento turístico cuya filosofía es ser respetuoso con el medio ambiente, los inconvenientes para la pesca no sólo surgen por el patrullaje de las lanchas paraguayas, sino también porque la represa hizo lo suyo al modificar la biología del río y erosionar las costas de la isla.
"La marina paraguaya cobra por un coto de pesca, pero no hace ningún control y la pesca se torna indiscriminada. Con las multinacionales brasileñas en Ayolas [ciudad de la costa paraguaya], se armó un negocio muy fuerte", denuncia Aníbal, quien, pese a las dificultades, no oculta su fascinación por la isla.
"En Apipé está todo por hacerse -dice-; es todo tan natural que durante estos años nos hemos dedicado a ser parte del lugar. Pero también pienso a veces que, viviendo acá, en la isla, estamos haciendo patria."