“El sistema de salud está roto”. Carta abierta de un médico de hospital a los pacientes y sus familiares
Mauro Brangold ejerce desde hace 40 años y decidió escribir sobre una crisis sanitaria terminal que sigue ausente en la campaña electoral y el interés colectivo
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La disociación entre lo que registra a diario en el hospital donde trabaja, lo que se debate como prioridades en la campaña electoral y el interés colectivo fue determinante para que un médico con 40 años de ejercicio profesional decidiera esbozar en un texto por qué el sistema de salud no puede darle las respuestas que pacientes y familiares demandan cuando golpean la puerta del consultorio, se les suspenden procedimientos o no hay turnos disponibles.
“Siento que el tema de la salud pública no está en la agenda de política ni pública. Apareció soslayadamente en la campaña presidencial, pero hay un contraste muy fuerte entre la crisis económica y la crisis en salud que es una verdadera tragedia sanitaria. El sistema ya no tiene capacidad de respuesta”, señaló Mauro Brangold, que escribió una Carta Abierta dedicada a los pacientes y sus familiares.
Brangold se graduó de médico por la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en julio de 1984 y lo hizo con Diploma de Honor. Es especialista en salud pública por la UBA y magíster en Administración y Gestión de Sistemas y Servicios de Salud por la Universidad Favaloro. Fue director de Gestión de Pacientes del Hospital de Alta Complejidad El Cruce y es docente universitario.
A continuación, el texto que compartió con LA NACIÓN.
Carta abierta de un médico de hospital a los pacientes y sus familias
Estas anotaciones están dirigidas a vos que concurrís a un hospital público, golpeás la puerta de la dirección médica y nos pedís que podamos resolver el problema que te aqueja a vos o a un familiar, en ocasión a la solicitud de un turno para poder hacerte un estudio; para que un médico especialista atienda a tu padre que hace mucho tiempo que le duele el pecho; para que se pueda operar tu hermana que tiene un cáncer de mama y está esperando hace más de cinco meses; para que se te asegure que la prótesis de cadera que se pidió hace más de un año que se solicitó, ya está disponible y se puede poner una fecha de cirugía; o que te informe de qué manera retirás los medicamentos costosísimos para el tratamiento del cáncer que tiene tu hijo de cinco años.
A vos te escribo esta carta, que venís a decirme que tenés obra social, pero que no te atienden el teléfono, o que pagás una prepaga, y que te responden que “eso que te han pedido” no te lo cubren porque no es su responsabilidad.
A vos, familiar de un paciente que padece, te respondo que no es necesario que vendas el auto o lo pocos recursos con que contás para comprar un medicamento muy caro, ya que el sistema de salud tiene que ofrecerte una solución, porque en la Argentina se gasta el 10% del PBI en salud, aunque esos fondos no son para tu salud, sino que destinan a construir sanatorios nuevos, financiar la política de los políticos, comprar ambulancias, sostener un modelo corrupto de compras; pero no lo es para pagarles a los equipos de salud los honorarios que le reconozcan su responsabilidad, dedicación y compromiso, y así se puedan cubrir las guardias, mejorar las condiciones de trabajo, evitar que se vayan a trabajar a otros países, después de 15 años de formación y especialización.
A vos te cuento que el sistema de salud está roto, que la crisis es mucho más grave, que es una verdadera “tragedia sanitaria”, que no hay insumos para la realización de estudios, para saber en qué estadio está el cáncer que te enferma; que no hay stents para atender el infarto del corazón que padecés; no hay reactivos para poder hacer un análisis de laboratorio, etcétera, etcétera, porque no hay producción pública, y porque no se pueden importar, ante el “faltante” de dólares para poder pagar; que el talento humano y la fuerza de trabajo que forma parte de los equipos de salud está cansado, agotado, desmotivado, muy mal remunerado; que necesita trabajar pagar el alquiler de su casa y de su consultorio, que una por una consulta médica la pagan $2000, que cobra un salario inferior a un camionero o un bancario, y entonces, viendo amenazada su supervivencia, tiene que decidir irse a trabajar a otro país, porque el salario que le ofrecen es cercano a 3000 euros por mes, y muy a su pesar y luego de 20 años en su país, contrae el corazón, traga saliva, agudiza el pensamiento, y decide abandonar, con mucho dolor, todo lo que construyó con mucho esfuerzo, dejando a sus afectos y emigrar.
A vos te escribo para decirte que la ausencia en la campaña electoral y en la agenda de todos los debates presidenciales de esta tragedia sanitaria, con la debida relevancia y jerarquía que la tragedia le impone, acerca de la gravedad por la que atraviesa el sector de la salud, nos hace responsable a todos, a los dirigentes que no se ocupan; a los que sabemos de la gravedad y no lo decimos, comportándonos como cómplices, y a los que sufren y no exigen que se cumplan sus derechos y en silencia permiten que la gravedad se profundice día a día, año a año, década a década.
A vos te escribo para anticiparte, que cuando golpees la puerta de la dirección del hospital, te voy a decir que voy a seguir manifestando en todos los ámbitos donde me desempeño, como pueda, lo que sé acerca de la grave situación; te voy a responder que voy a seguir insistiendo para que intentar resolver tu problema, pero de ninguna manera te voy a mentir o voy a vulnerar el derecho de nadie por encima de ninguno; te voy a decir que es indispensable que la voz de la ciudadanía se escuche exigiéndole a los responsables de la actual situación y la instrumentación de las soluciones efectivas y oportunas, que de una vez por todos cumplan con sus obligaciones y responsabilidades, en cuanto a las garantías del derecho de la salud, como lo establece la Constitución Nacional y muchos tratados internacionales.
A vos te digo que, como respuesta a tu pedido, te voy a dar una copia de esta carta.
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