El síndrome de diciembre: fin de año con estrés al límite
La suma de compromisos de todo tipo altera el equilibrio emocional
Si durante todo el año la rutina familiar se armó como un complejo rompecabezas de 500 piezas, ahora que atraviesan diciembre, Francisca Rúa y Federico Vena, padres de Anabella y Joaquín, de 9 y 6 años, respectivamente, se convirtieron en verdaderos especialistas en Jenga. Que la fiesta de egreso del jardín, la de fin de año del trabajo, la muestra de danza, el concert del colegio, la visita de los padres de Federico, que viven en Brasil y llegaron esta semana para pasar las Fiestas... Además, Francisca, que es docente, tiene su propio cierre de ciclo escolar, y él, que es contador, sobrevive sumergido entre balances.
Cumplir con cada actividad del calendario familiar es como sacar una ficha del Jenga: hay que ser eficaz para mantener la torre en pie, y si surge un imprevisto o alguno se olvidó de anotar un evento el precario equilibrio familiar se viene abajo en un segundo.
Ellos padecen lo que los especialistas definen como "el síndrome de diciembre": una superposición de distintas clases de estrés que llegan a su máxima expresión en esta época del año. No están solos. Millones de argentinos sucumben a la misma sensación de zozobra cuando se aproxima el fin de 2015.
¿Una buena noticia? Aunque los síntomas crecerán en los próximos días, dentro de dos semanas y media, mágicamente, los rastros de este padecimiento habrán desaparecido.
"Vivimos en una sociedad ansiógena. Tenemos una ansiedad desmedida producto de un estrés sostenido. En diciembre, los estímulos estresantes se incrementan hasta el límite", detalla el doctor Daniel López Rosetti, que preside la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés y coordina el servicio de estrés del hospital de San Isidro.
"El estrés es un mecanismo fisiológico que usan todas las especies para salir de situaciones de amenaza. Los humanos, no; los estímulos se encienden, pero no se apagan", explica el doctor Gabriel Flores Ciani, que el viernes pasado coordinó en el Centro Excelencia en Salud Mental un taller sobre cómo manejar la ansiedad para 2016.
Los especialistas coinciden en que las consultas por trastornos de ansiedad se incrementan en estas fechas. En el Hospital Municipal de San Isidro funciona un servicio de estrés: en las últimas semanas, las consultas aumentaron en un 30 por ciento. Y si no fueron más es porque la gente no quiere sumar una actividad más a su agenda e intenta llegar hasta fines de año del modo más digno posible.
"Terminar el año me está costando horrores. No puedo coordinar dos ideas, me olvido las cosas y estoy irritable. No veo la hora de que todo esto termine y que lleguen las vacaciones", relata Verónica Quine, de 32 años y licenciada en Educación. Sin ninguna estrategia pensada para sentirse mejor, día tras día trata de sobrevivir y llegar a todos lados. Pero no puede ocultar su cansancio. Siente que desde que comenzó diciembre ya no es dueña de su vida. Su agenda está embargada hasta 2016.
"La llegada de fines de año nos empuja a correr para terminar con todo lo que planeamos y no hicimos, con los sueños a medio empezar y los proyectos algo encaminados. Malas noticias: si la idea es que en diciembre hay fecha de vencimiento, el balance no va a cerrar. Después del 31, llega el 1° de enero con el mismo empuje y las mismas ganas de siempre. Terminemos el mes de los sobresaltos con lo que se puede y como se puede. No llegaste, no importa", asegura Adriana Ceballos, que es orientadora familiar y directora de la Red Interpadres.
Los especialistas explican que el problema de diciembre es que los distintos tipos de estrés se incrementan. Se sufre estrés emocional, un síndrome conocido como burn out. Además, se suma el social: la proliferación de fiestas y eventos. "A fines de año se llega con una emoción especial y, a la vez, con cansancio. Se produce esa aceleración del calendario que no deja margen a nada. Nuestro fin de año es muy conclusivo: todo tiene que cerrar. Hay pacientes que nos piden ansiolíticos para pasar esta época. Pero no funciona así. El desestresante más efectivo es el «no». Saber decir que no nos evitará muchos problemas", explica López Rosetti.
Pasada la segunda mitad del mes, aumenta el estrés también por la organización de las Fiestas. Hay que comprar los regalos, programar el menú, decidir dónde y con quién pasarlo. Para Florencia Casanoba y Santiago Conti, ambos de 35 años y padres de dos niños de 8 y 6 años, "este diciembre es una montaña rusa". Los actos, el egreso del más chico, definir las vacaciones. "¿Dónde pasamos las Fiestas? ¿Se quedan en casa o van a colonia?", ejemplifica ella. Además, el tema dieta. "Uno se cuida todo el año para el verano y llega diciembre y, con tanta juntada y asado, es imposible. ¡Tiras al tacho todo el esfuerzo del año!", agrega.
"Parece como que el mundo fuera a terminar el 31 de diciembre. Si lográramos visualizar que la vida sigue igual el 2 de enero y que se pueden terminar cosas más allá de esa fecha, descomprimiríamos mucho la situación", explica Flores Ciani.
Las compras navideñas resultan otro pico de estrés, sobre todo para los hombres. Según un estudio que realizó la American Psychological Association, el 80 por ciento de las personas define la temporada navideña como "estresante". Otro estudio en el Reino Unido demostró que para el 50 por ciento de los hombres las compras navideñas resultan más estresantes que ser despedidos del trabajo.
"Nada se modificará demasiado si los regalos no son lo que pretendíamos, si al vitel toné le faltan alcaparras. Si el trabajo no dio todo lo esperado y a la familia le falta un poco más de esfuerzo. La vida es un continuado. Justamente en el mes de la esperanza, hay tiempo, hay posibilidades e ilusiones nuevas", agrega Ceballos.
"El problema ocurre cuando este sistema de protección, que es el estrés, se enciende y no se apaga. La inestabilidad permanente y el no tener previsibilidad hacen que vivamos en una sensación de amenaza. Se genera un aumento constante de adrenalina. Los glucocorticoides actúan sobre áreas del cerebro que van a enfermarnos. Se modifica hasta nuestra percepción de la realidad. Perdemos la capacidad de análisis y de dar una respuesta adecuada ante las situaciones que se nos presentan", explica Flores Ciani.
Este año, apunta López Rosetti, se nos sumó otro tipo de estrés a la lista de diciembre: el estrés electoral. Hubo que ir seis veces a las urnas y vivir el traspaso presidencial en un clima de tensión y crispación. Esto alimentó la incertidumbre, materia prima del estrés. "Pero además, este año la política talló en el pan dulce. La sociedad quedó muy polarizada. Si en las familias y los grupos de amigos se mantiene la representación del electorado, habrá que hacer un acuerdo previo para evitar que discusiones políticas arruinen las Fiestas", concluye.
Obligaciones multiplicadas
Diciembre se caracteriza por un pico de actividad
Estrés laboral
El síndrome de burnout es cada vez más frecuente. Las exigencias laborales hacen que lleguemos a fines de año con un gran nivel de cansancio
Estrés emocional
No podemos evitar hacer balances en esta época del año. Los logros, lo que no se alcanzó y las ausencias inclinan la balanza hacia uno u otro lado
Estrés familiar
Cada vez los miembros de la familia tienen más actividades que tienen un cierre de ciclo formal al que los demás integrantes tienen que asistir
Estrés social
Diciembre es temporada alta de eventos sociales, fiestas, asados o simples encuentros. Lo padecen sobre todo quienes cumplen años en estas fechas, que casi nunca pueden festejarlo
Estrés económico
Las fiestas generan un incremento en los gastos que resulta significativo para las familias y que hace que el destino del aguinaldo se convierta zona de litigio
Estrés ambiental
El calor estresa. Cuando la temperatura se sostiene por encima de los 27 grados varios días seguidos, la percepción del presente se ve afectada, generando estrés en la población
Estrés electoral
Está demostrado que el hecho de vivir un año de elecciones continuadas incrementa el estrés en la sociedad