La ciudad de Orce está ubicada en el corazón del Altiplano de Granada, en el sur de España, y cuenta con 1300 habitantes; en 1976, un agricultor local encontró “piedras que parecen huesos”
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Una serie de descubrimientos está revelando que los primeros habitantes de Europa se asentaron en un rincón remoto y accidentado de Granada hace aproximadamente 1,4 millones de años. La ciudad de Orce está ubicada en el corazón del Altiplano de Granada, en el sur de España, cuenta con 1300 habitantes y está rodeada por un tapiz de tierras baldías secas, cañones profundos y embalses de aguas cristalinas que se extienden hasta donde alcanza la vista.
Pocos viajeros se aventuran a este remoto rincón de Andalucía, pero aquellos que lo hacen obtienen una visión fascinante del pasado de Europa. Si se toma la sinuosa carretera a 140 kilómetros al noreste de Granada, pasando por las serradas crestas del Parque Sierra de Huétor y las áridas llanuras esteparias del Parque Sierra de Baza hasta Orce, pronto se alcanza esta modesta aldea en la cima de una colina, con un entorno único.
La aldea es el hogar de un profundo secreto: se cree que contiene los restos de los primeros humanos del continente. De hecho, los descubrimientos arqueológicos en esta región rural no solo revelan destellos de dónde vinieron los europeos, sino también cuán diferente era el mundo natural cuando los humanos pisaron el continente por primera vez.
“Piedras que parecen huesos”
En 1976, un agricultor local llamado Tomás Serrano comenzó a tropezar con lo que parecían restos fosilizados en sus campos. Reconociendo el potencial que tenían sus descubrimientos de ser importantes, se los mostró a sus vecinos y familiares, explicándoles que había encontrado “piedras que parecen huesos”.
Cuando se puso en contacto con las autoridades locales, no le dieron mucha importancia a sus hallazgos. Pero cuando tres miembros del Instituto Catalán de Paleontología viajaron más tarde a la zona y examinaron los hallazgos de Serrano, confirmaron que su corazonada era correcta: no se trataba de piedras ordinarias.
La finca de Serrano y sus alrededores pronto se convirtieron en un sitio arqueológico en funcionamiento, y cuando un equipo de expertos descendió cerca de Orce en los años siguientes descubrió una presencia continua de restos fosilizados de grandes mamíferos que datan de aproximadamente 1,5 a 1,6 millones de años.
Esta capa fósil se formó en un entorno de charcas de agua dulce, cerca del antiguo lago de Orce-Baza, donde los huesos fueron depositados y enterrados en el barro calcáreo que los cubría.
Un descubrimiento sorprendente
En 2002, mientras los arqueólogos continuaban excavando en la región, hicieron un descubrimiento sorprendente en el Barranco León, ubicado a unos cuatro kilómetros de la finca de Serrano. Allí, enterrados en la ladera occidental del barranco, a 14 metros bajo la superficie, el equipo encontró los restos fosilizados del diente de un niño.
Después de extensos métodos de prueba (incluida la resonancia de espín electrónico, el paleomagnetismo y la biocronología), los expertos confirmaron que el molar data de una asombrosa antigüedad de 1,4 millones de años, lo que lo convierte en el resto del género Homo más antiguo del continente.
El diente, cuidadosamente excavado entre las capas de sedimento, pertenece a un niño que vivió en una época en la que se cree que los humanos apenas empezaban a hacer fuego. Este pequeño artefacto contiene en su interior las huellas de un mundo lejano: la sonrisa con dientes de un niño congelada en el tiempo, en una era en la que nuestros ancestros lejanos cazaban presas y al mismo tiempo intentaban evitar ser cazados.
Un vistazo a una Europa muy diferente
Uno de los aspectos más fascinantes de los hallazgos fosilizados de la región de Orce es que no solo revelan destellos del pasado lejano de los humanos, sino también del antiguo paisaje del sur de Europa.
Hace aproximadamente 1,6 millones de años, un importante lago conocido como Orce-Baza dominaba partes de esta región. Cuando retrocedió, el agua dulce subterránea tomó su lugar, lo que llevó a que una amplia gama de criaturas prosperaran aquí. Mamuts, hienas, tigres dientes de sable, hipopótamos y ciervos convivieron en este antiguo paisaje, junto con los primeros homínidos del género Homo en Europa.
Según Juan Manuel Jiménez Arenas, paleoantropólogo y director del Proyecto ORCE, “la biodiversidad de este sitio solo es comparable a la que se encuentra en los grandes parques africanos actuales. Y mirando las tierras casi desérticas, es difícil imaginar que los hipopótamos retozaban aquí y que las grandes hienas de cara corta descansaban bajo acebuches y robles cerca de estanques de agua dulce”.
“El Silicon Valley de la prehistoria”
A medida que continuaron las excavaciones en los años siguientes, los arqueólogos descubrieron hallazgos adicionales que los sorprendieron: no solo se descubrió que Orce contenía los restos humanos más antiguos de Europa, sino que las personas que habitaron esta zona hace unos 1,4 millones de años parecían haber utilizado técnicas altamente innovadoras para fabricar sus herramientas de piedra que no se volverían a utilizar hasta dentro de 400.000 años, lo que llevó a los expertos a declarar este sitio “el Silicon Valley de los tiempos prehistóricos”.
En el centro de este descubrimiento se encuentran bolas de piedra de forma esférica conocidas como esferoides. Estas intrigantes herramientas de piedra caliza denotan altas capacidades cognitivas, conocimiento de la geometría, así como las características físicas de las materias primas utilizadas.
Para conseguir estas herramientas talladas, los primeros humanos tuvieron que buscar la materia prima adecuada (piedra caliza de grano fino) y planificar concienzudamente cada uno de sus golpes con un objeto parecido a un martillo. Los expertos creen que los talladores de Barranco León tenían una idea preconcebida del producto final, una motricidad muy fina y una jerarquía en los gestos de tallado.
Un auténtico museo al aire libre
Gracias a su importancia prehistórica y su notable riqueza geológica, la zona de Orce fue reconocida en 2020 como Geoparque Mundial de la Unesco. Además, la región cuenta con varios museos dedicados a la prehistoria, incluido el museo de Primeros Pobladores de Europa en Orce. Aquí, los visitantes pueden maravillarse con las innovadoras herramientas de piedra utilizadas por nuestros antepasados y los impresionantes huesos de mamuts.
Otro sitio magnífico es la Piedra del Letrero en el cercano pueblo de Huéscar, una famosa cueva que contiene elaboradas pinturas. Las representaciones en rojo intenso de animales y figuras datan de hace más de 6000 años y ofrecen una visión fascinante de la antigüedad.
También hay varias empresas que ofrecen visitas guiadas al altiplano de Granada, desde los museos arqueológicos locales hasta las montañas, lo que permite a la gente seguir las huellas de los primeros habitantes de Europa.
Especialmente los fines de semana, las tierras baldías de los alrededores y las escarpadas montañas de piedra caliza atraen a numerosos ciclistas y excursionistas deseosos de explorar este rincón escondido de España. Incluso en invierno, cuando comienza el viento cortante y las bajas temperaturas, los entusiastas desafían los elementos, anunciando la llegada de la siempre bienvenida nieve.
Casas cueva modernas
A ocho kilómetros al oeste de Orce, el pueblo de Galera emerge como un cautivador testimonio del pasado. Aquí, miles de casas cueva, excavadas en el lecho de roca y las colinas, susurran historias de una época pasada. Estas construcciones, de origen troglodita y prehistórico, se cree que se remontan a la época árabe (comienzos en el 711 d.C.).
Hoy en día, estas cuevas no solo sirven como viviendas contemporáneas, sino que también constituyen una conexión viva con la historia perdurable de la región del Altiplano, tejiendo un hilo sin fisuras desde la antigüedad hasta los tiempos modernos. Para los viajeros aventureros, estos lugares brindan una experiencia cultural y de alojamiento inmersiva.
Con vistas panorámicas e interiores cuidadosamente seleccionados, cada casa cueva cuenta una historia de resiliencia y adaptación. Más allá de su importancia arqueológica, los pequeños pueblos de la región encantan a los visitantes con sus numerosas calles adoquinadas, pintorescos cafés y mercados locales, brindando una muestra de la cultura tradicional española.
Este es también uno de los mejores sitios para probar el famoso cordero segureño de la zona, una oveja local relacionada con los pastores de esta región.
El rastro de los primeros pobladores de Europa
Desde íberos hasta romanos y musulmanes, oleada tras oleada de diferentes personas y culturas, finalmente siguieron a estos primeros humanos hasta aquí. Cada uno de ellos encontró un hogar en este paisaje accidentado y al mismo tiempo dejó su huella en él.
Una forma de comprender y experimentar esta historia en capas de primera mano es embarcarse en el Gran Camino de los Primeros Colonos Europeos: un itinerario de 143 km que permite a los viajeros recorrer su longitud en automóvil, bicicleta o a pie.
La ruta pasa por las localidades de Huéscar, Castril, Castilléjar, Galera, Orce y La Puebla de Don Fadrique. La imponente montaña de La Sagra (2.383 m) domina el horizonte del sendero, y el viaje en sí es una aventura escénica a través del tradicional campo andaluz.
Ya sea sobre dos ruedas, cuatro ruedas o a pie, esta es una región que hay que absorber lentamente, lo que permite desvíos espontáneos a pueblos centenarios para descubrir tesoros escondidos en el camino, muchos de los cuales aún están siendo desenterrados.
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