El puente de Juan B. Justo comenzó a ser desmontado, entre la expectativa de vecinos y los trastornos de tránsito
Las retroexcavadores que circulan sobre el asfalto en el puente de la avenida Juan B. Justo ya hicieron sus primeros trabajos. Desde que se cerró al tránsito en forma definitiva, el martes pasado, las máquinas comenzaron a comer el cordón central que separaba ambos sentidos de circulación y a preparar el terreno para lo que se viene: el desmontaje de la estructura de 1969.
La acción ocurre en la traza entre Castillo y Cabrera, una enorme mole de hierro y hormigón que se desmontará en nueve tramos para darle lugar a las vías en altura del tren San Martín, construyéndose en forma simultánea sobre las bases que ya fueron colocadas. Cuando finalice la obra, en marzo de 2019, la avenida correrá al mismo nivel que Córdoba.
Son los primeros días de un mega proyecto que se extenderá durante meses, pero los cambios ya comienzan a notarse, acompañados por los trastornos en la circulación del tránsito y, al mismo tiempo, una enorme expectativa por los resultados prometidos.
"Todo esto era un aguantadero de delincuentes que vendían merca y dejaban los fierros escondidos debajo del puente. Gente de toda clase social venía a comprar droga acá, pasó siempre. Más allá de una solución para la circulación del tránsito y el tren se resuelve un problema de inseguridad", plantea Claudio Cano, que vive frente al puente.
La fachada de su casa, que compró hace 30 años cuando sólo había casillas y asentamientos, está apenas separada de las máquinas que se preparan para trozar el puente. "Si tienen que dinamitarlo, no importa el ruido que hagan, pero que lo saquen. Esto era como un loft, separado por tabiques convertidos en diferentes habitaciones. Los pibes se rompían con el paco, era un peligro para las pibitas que pasaban por acá…", agrega Claudio mientras señala los espacios debajo del puente, como si fueran cuevas.
Los lugares a los que hace referencia hoy muestran los recuerdos de ese mundo subterráneo donde convivieron la marginalidad y la pobreza, como ocurre en muchos bajo autopistas. Los espacios fueron liberados para permitir el avance de las maquinarias, pero aún se ven colchones, frazadas, ropa, sillones, sillas y otros muebles. También hay platos con restos de comida, como si alguien los hubiera dejado la noche anterior al cierre del puente.
Nuevos movimientos
"Un pasito atrás, por favor", dice el último mensaje que dejó el taxista poeta, aquel que desde 2002 se dedicó a intervenir el puente con frases que se convirtieron en íconos de la vida urbana porteña. Debajo, tres camiones colmados de tierra hacen maniobras para depositar la carga que servirá para emparejar el terreno. Los vehículos deben detenerse mientras suena el silbato de un obrero que agita los brazos como un agente de tránsito.
"Vi cuando lo construyeron y ahora veo cuando lo sacan. Hay un poco de ruido, como en cualquier obra, pero será mejor que no haya más puente. Es un beneficio que el tren vaya por arriba y los autos, por abajo", asegura Vicente Nietmag, vecino de Palermo, mientras pasea su perro caniche. "’¿Nostalgia? ¡Para nada! Cuando terminen todo, será mejor", asegura.
Por el momento, para los comerciantes de la zona el movimiento de maquinarias no resulta una molestia, aunque algunos prevén que podría haber complicaciones cuando avance el desmontaje. Es el caso de Oscar Cano, encargado de una casa de cerámicos sobre la avenida Córdoba, a metros del puente, que ve desfilar, mientras limpia algunas piezas de exhibición.
"Hoy (por ayer) vinieron varios plomeros y repartidores que pusieron mala cara. Creen que tendrán problemas para estacionar, para cargar o descargar, pero más que eso, no creo que pase. Por el momento la cosa viene tranquila", sostiene.
La primera intervención sobre el puente fue la reducción dos carriles por sentido y desde ese momento se sabía cuáles serían los desvíos del tránsito entre Cabrera y Castillo, la traza de Juan B. Justo afectada. Desde el martes, y hasta que finalice la obra, los vehículos que circulen hacia Villa Crespo deben hacerlo por Fitz Roy u otra calle alternativa. Aquellos que lo hagan hacia Palermo tienen que tomar por Godoy Cruz.
"Le tuve que sumar media hora más al reparto que hago desde Avellaneda hasta el hipódromo de Palermo. Es una complicación que esté cerrado el puente", se queja Ariel Maños mientras espera que el agente de tránsito habilite la circulación por Godoy Cruz para cruzar al otro lado de Córdoba.
Ayer Juan José Méndez, secretario de Transporte y Tránsito de la ciudad, anticipo cuál será la demora promedio de los automovilistas que quieran unir Palermo y Villa Crespo, sin el puente a disposición. "La demora extra para un automovilista en momentos intensos de tráfico será de 8 a 10 minutos adicionales. Muchos vecinos cambian el itinerario por los cortes", aseguró en declaraciones a Radio con Vos.
Las demoras no solo las sufrirán los automovilistas, sino también los pasajeros del transporte público. "El tránsito está más complicado, pero fluye", dijo Gastón Oni, chofer de la línea 90. "Nosotros lo vamos a parir porque es el camino obligado hasta Puente Pacífico. Esperemos que este obra justifique el lío de tránsito", aportó Rubén Garay, taxista.
El desmontaje del Puente de la Reconquista, como había sido bautizado cuando se construyó, diseñado por el arquitecto Mario Alvarez, permitirá la elevación de las vías del tren San Martín hasta ocho metros de altura y a lo largo de cinco kilómetros, entre las estaciones Palermo y Paternal. La intervención permitirá eliminar once barreras, como las de Córdoba, Corrientes, Niceto Vega y Honduras, y otros pasos a nivel.
La estructura se desarmará en nueve tramos y cada uno de ellos demandará hasta 15 días de trabajo. Una vez trasladados serán reducidos a escombros para utilizarlos en la obra de ampliación del Aeroparque Metropolitano la cual demanda el relleno costero del Río de la Plata. Se estima que serán 12.000 metros cúbicos de escombros, lo que equivale a 700 viajes de camiones.
En 2014, el por entonces ministro del Interior y de Transporte de la Nación, Florencio Randazzo, y Horacio Rodríguez Larreta, que en ese momento cumplía la función de jefe de Gabinete porteño, anunciaron la obra. Dos años más tarde la posta la tomó Guillermo Dietrich, ministro de Transporte, junto al actual jefe de gobierno. Se espera que en marzo del año próximo haya finalizado, con una nueva traza de Juan B. Justo y los trenes circulando en altura.