El príncipe Harry toma mate con poncho y facón
Según un diario británico, el nieto de la reina Isabel II se ha convertido en un "fanático" de la tradicional infusión argentina; el sábado fue a comer a un tenedor libre
El príncipe Enrique de Inglaterra, hijo del príncipe Carlos y la fallecida Lady Di, se convirtió en "fanático" del mate durante su permanencia en una estancia de Buenos Aires.
Según informó hoy el periódico inglés Daily Mail, el príncipe, de 20 años, que es conocido por su apodo Harry y que desde el viernes último se encuentra en una estancia de Lobos, comenzó a tomar la tradicional infusión argentina, además de comprarse un poncho, un facón y diversos objetos de cuero.
El nieto de Isabel II se encuentra en la estancia de su amigo Luke Tomlinson, con quien practica polo y cuida caballos de raza.
"El ha practicado los deportes tradicionales en Australia, pero ahora Harry se está convirtiendo en todo un gaucho", escribió el diario de Londres.
Según se informó el nieto de la reina de Inglaterra fue a una discoteca como uno más entre los jóvenes lobenses.
"Lobos no está pendiente de sus movimientos. La gente lo mira con curiosidad porque además se desplaza en varios autos con su custodia, pero no lo persiguen ni es acosado por los medios", relató Marcelo Paleari, del semanario La Palabra.
El príncipe Enrique se instaló en el establecimiento El Remanso, que se dedica desde hace décadas a criar caballos de polo.
Salir a comer
El sábado al mediodía se presentó acompañado por un grupo de cinco guardaespaldas y asistentes en el café y bar El Escritorio, de Lobos, con una mesa reservada para almorzar.
"El lugar estaba muy concurrido, pero no más que de costumbre. La única diferencia es que había más policías en la zona. Uno de sus asistentes fue a echar un vistazo y parece que algo no le gustó. Los autos partieron velozmente, haciendo chirriar los neumáticos", relató Paleari.
Una fuente policial reveló luego que al parecer, el pelirrojo visitante esperaba encontrar menos gente y prefirió ir a otro lugar.
Por la tarde, Enrique fue de compras por la ciudad, y se detuvo en dos marroquinerías, Nina y Tim, donde compró artículos de cuero para la práctica del polo como un chaleco, un sombrero y una fusta.
La fuente dijo que al menos uno de esos artículos estaba reservado y pagado desde hacía seis meses, y el príncipe fue sólo a retirarlo.
Los comerciantes relataron a la prensa lobense que el real visitante fue muy amable, que balbuceaba frases en español aunque también era asistido por un traductor, y que se comportó con sencillez.
Tenedor libre
Por la noche, fue a cenar con sus acompañantes al restaurante popular Kilómetro 99, propiedad de una pareja de inmigrantes chinos, aunque especializado en parrilla.
El lugar es de la modalidad tenedor libre, de modo que por 15 pesos los parroquianos pueden comer lo que deseen y cuanto deseen.
Más tarde, Harry se dejó ver por algunos minutos en La Porteña, el boliche más moda de la ciudad, ubicado a cuatro calles de la plaza céntrica, pero tampoco allí ocurrió nada especial con el comportamiento del público.
La estancia El Remanso pertenecía a una familia tradicional de la zona, los Fernández Llorente, pero según los medios locales, tiene desde el año pasado nuevos propietarios británicos.
El periódico La Palabra dio cuenta de que los nuevos dueños están haciendo importantes inversiones para reacondicionar y remodelar el casco de la estancia, que está enclavada en la localidad rural de Salvador María.
El joven príncipe que ocupa el tercer lugar en la línea de sucesión de la corona británica vino a Argentina para "entrenarse seis horas diarias con los mejores deportistas del mundo" en el elitista polo, había adelantado el entrenador de su equipo escolar Robert Blake.
Sin embargo, se especula que durante los primeros días de su temporada campestre de descanso en este país sudamericano el príncipe no podrá cabalgar, porque adolece de una lesión en una rodilla desde enero.
Fuente: ANSA y AFP