El plan sanitario de Javier Milei: ¿Es posible subsidiar a los pacientes, no a los hospitales, y la libre elección de obra social?
Según los especialistas consultados, en algunos casos las ideas del libertario en materia de salud son “interesantes”, pero a su vez difíciles de aplicar
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Las ideas de Javier Milei, el candidato a presidente más votado en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), son, al menos, disruptivas. En el caso de la atención sanitaria, el líder de la Libertad Avanza ofrece propuestas que, según los especialistas consultados, en algunos casos son “interesantes”, pero a su vez difíciles de aplicar. Un ejemplo de ello es empezar a financiar la demanda de salud pública, es decir, a los pacientes, y no a la oferta, o sea, a los hospitales, o que los jubilados puedan elegir otra obra social que no sea el PAMI.
En primer lugar, cabe aclarar que los ministerios de Salud, Desarrollo Social, Trabajo y Educación de la Nación en una eventual presidencia de Milei serían condensados en una única cartera llamada Capital Humano, para “atacar” de manera conjunta el problema del desarrollo de los argentinos en situaciones vulnerables, según muestra el documento que desde la Libertad Avanza envían bajo el título “Plan de Gobierno” y confirman los equipos del partido.
“Queremos dejar claro que en nuestra visión el mejor sistema de salud posible es un sistema de salud privado donde cada argentino pague sus servicios. El mejor sistema educativo posible es uno donde cada argentino pague por sus servicios. Esto es así. No es debatible. En sistemas privados los ciudadanos obtienen un mejor servicio. Debemos ir en el largo plazo a sistemas privados de salud y educación, y debemos aspirar a eliminar la asistencia social directa. Pero eso no puede ocurrir hasta que la Argentina sea un país próspero”, se lee en el texto.
En relación a la idea de que en los sistemas privados los ciudadanos obtienen un mejor servicio, Rubén Torres, presidente de la Federación Latinoamericana de Hospitales y presidente del Instituto de Política, Economía y Gestión de Salud, sostiene que en parte eso es cierto, pero a su vez esos sistemas no son equitativos.
“El ejemplo más claro de ello es Estados Unidos, donde la gente gasta una fortuna en seguros médicos y los que no los pueden pagar tienen importantes problemas para poder acceder a controles y tratamientos médicos, porque son muy costosos”, sostiene Torres.
Una lineamiento central que plantea Milei para el sistema de salud es pasar del subsidio a la oferta, para subsidiar a la demanda “para que cada argentino tenga libertad de elegir dónde se atiende, sin tener que preocuparse por el costo”. A su vez, indica que de ese modo busca fortalecer la descentralización y la competencia entre establecimientos sanitarios.
En una entrevista días atrás con LA NACION, el candidato a ocupar la Secretaría de Salud dentro del eventual Ministerio de Capital Humano, Eduardo Filgueira Lima, lo explicó así: “Tener una enfermedad es un riesgo y tener un seguro no lo evita, pero sí permite diluir el riesgo financiero que podría significar que la persona tenga que afrontarla sola si ocurre. En el caso de los hospitales, esto se financia a través de los impuestos que se paga al Estado, que definen un presupuesto para la atención de la enfermedad de esos pacientes con un subsidio para las personas que no tienen el recurso, pero que se entrega al hospital. Esto es subsidiar la oferta. Lo primero que vamos a hacer es promover, incentivar, aportar y apoyar al desarrollo del seguro de salud a través de seguros provinciales”. Sería con asistencia técnica a las provincias y de manera progresiva en un primer año, agregó.
“La idea de dejar de subsidiar la oferta y subsidiar la demanda tiene lógica, aunque no podría ser algo que se haga de un día para el otro. En Europa los hospitales públicos siempre han tenido presupuestos para el mantenimiento, pero el resto de los ingresos provienen de prestaciones que realiza el hospital. Además, suele suceder que hay hospitales municipales, provinciales y nacionales ofreciendo lo mismo a pocas cuadras de distancia y a ninguno le alcanzan los recursos, eso es porque están mal organizados”, describe Torres.
Otro ejemplo de la mala utilización de los recursos, o la superposición de prestaciones, según Torres, es que, por ejemplo, el 90% de los que sufren un accidente vial se atienden en el hospital público, cuando la gran mayoría tiene una prepaga.
Por su parte, Adolfo Rubinstein, ministro de Salud durante el gobierno de Mauricio Macri, cartera que luego se convirtió en una secretaría, señala que en el corto y mediano plazo no es posible pasar a subsidiar la demanda, a menos que el objetivo sea provocar un caos sanitario.
“Con esa idea, en teoría, los usuarios premian a quien les brinda el mejor servicio y responde mejor a sus necesidades, por lo que mejoraría la efectividad y calidad de las prestaciones. Por supuesto, este es un concepto teórico que no funcionó y se abandonó luego de la década del ‘90, cuando estuvo de moda de la mano de las reformas neoliberales. Además, ¿qué se haría con los hospitales y los trabajadores asalariados del sector público en las provincias y municipios del país? ¿Cuál sería el aporte de ese voucher, si Milei habla de una profunda reducción del gasto sanitario y, por otro lado, el porcentaje de población con cobertura pública exclusiva está aumentando y se acerca al 40%?”, se pregunta Rubinstein.
A nivel provincial, el programa de Milei plantea promover el desarrollo de seguros de salud provinciales para la población no asegurada, “carente y cautiva del hospital público”. Los especialistas consultados por este medio indican que esa es una de las principales incongruencias del plan de gobierno, porque programas impulsados por las provincias irían en contra de la salud privada.
Obras sociales
Por último, Milei señala que buscará a nivel nacional liberar la cautividad de los afiliados a los seguros sociales de salud (obras sociales nacionales y PAMI, entre otras) para que la gente elija libremente, estableciendo una libre competencia entre todos estos entes financiadores. Por ejemplo, un jubilado podría elegir cualquier otra obra social que no sea el PAMI.
Al respecto, Carlos Regazzoni, exdirector del ese organismo, sostiene que “desregular” las obras sociales es indispensable, excepto en el caso del PAMI.
“El PAMI es una situación especial. El riesgo de cada asegurado del PAMI es muy alto. Ese riesgo requiere de unos fondos determinados que se pagan por cuotapartes, que son los recursos de cada asegurado. Si son muchos aportantes, la cuota baja, pero subiría si pasaran a ser menos los aportantes. Hoy el PAMI dispone de 20.000 pesos por mes por afiliado para hacer frente a la demanda de salud. Ese dinero alcanza porque no todos los afiliados sufren un evento al mismo tiempo. Para que se den una idea, con 20.000 se paga solo ocho horas de internación. Los seguros de salud para los gastos de la vejez son extremadamente complejos debido a la enorme magnitud del riesgo, por eso funciona solo con una amplia base de aportantes”, detalla Regazzoni.
Natalia Jorgensen, exgerenta de medicamentos del PAMI, argumenta que la forma en la que estuvo diseñada la desregulación en los años 90 tuvo dos efectos contraproducentes. En primer lugar, generó un número de obras sociales que solo traspasan aportes al sector privado y por ese traspaso cobran entre un 8% y un 12% sin asumir ningún riesgo ni prestar ningún servicio. En segundo orden, generó lo que llaman “descreme de la seguridad social” Es decir, los que tienen mayores ingresos se fueron al sector privado, y en las obras sociales quedaron los ciudadanos de bajos ingresos.
“Sobre lo que plantea Milei, parecería que estarían buscando un mecanismo para que obras sociales y prepagas puedan competir por la captación de los aportes y contribuciones. Esto automáticamente terminaría con las obras sociales que solo cobran un peaje por desregular, aumentaría la competencia y mejoraría la eficiencia. Sin embargo, habría que ver el impacto sobre la selección de riesgos y sobre la equidad”, concluye Jorgensen.
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