El particular descubrimiento sobre las cotorras argentinas que invaden Barcelona
Un estudio realizado por el Museu de Ciències Naturals español y el Instituto Max Plank de Alemania analizó las características de este pájaro que es considerado una especie exótica
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Un estudio realizado en España sobre la cotorra argentina, especie considerada exótica e invasora hace medio siglo en ese país, llegó a una conclusión que podría revolucionar los estudios sobre las diferentes especies de aves: los ruidos que hace cada individuo son vocalizaciones y cantos que los hace diferenciarse entre sí.
La Myiopsitta monachus, cotorra argentina o perico monje, es una especie de la familia de los loros o papagayos que hace más de 50 años reside en el país ibérico. Debido a su capacidad de rápida propagación, ha sido combatida en ciudades como Madrid, donde en 2019 y 2021 se montaron operativos para exterminar a cerca de 12 mil ejemplares para proteger a las especies locales y prevenir alergias y otras enfermedades en las personas.
No obstante, esta simpática y ruidosa ave hace unos 20 años es objeto de estudio del Museu de Ciències Naturals de Barcelona y el Instituto Max Planck de Comportamiento Animal en Radolfzell (Alemania). Los científicos llegaron a la conclusión de que lo que hacen las cotorras argentinas no son solo ruidos, son cantos, llamadas e incluso vocalizaciones, informó el medio español La Vanguardia sobre el estudio.
Según se explicó en la publicación, el equipo de expertos siguió el comportamiento de unas 3000 de esas aves que tienen un tono de voz único, conocido como huella vocal, algo similar a lo que ocurre con los humanos.
“Este hallazgo en un loro silvestre plantea la posibilidad de que una huella de voz también pueda estar presente en otras especies vocalmente flexibles, como los delfines y los murciélagos”, indicó uno de los científicos del instituto alemán, Simon Smeele, en un artículo publicado en la revista Royal Society Open Science.
Para definir esa huella de voz, se recurrió a un modelo de aprendizaje automático, que detecta la identidad del hablante utilizando el tono de su voz.
Entrenaron al programa para que reconociera las llamadas de loros individuales clasificados como “tonales” en sonido. Luego, se probó si podía detectar al mismo individuo a partir de un conjunto diferente de llamadas que se clasificaron como “gruñidos” y los resultados que lanzó el programa fueron inesperados: ya que se supo que las cotorras tienen una huella de voz, que según Smeele “podría permitir que los individuos se reconozcan entre sí sin importar lo que digan”.
“Antes de que podamos hablar de una verdadera huella de voz, debemos confirmar que el modelo puede repetir este resultado cuando se entrena con más datos de más individuos, y que las aves también pueden reconocer este timbre en las vocalizaciones”, detalló Smeele.
El equipo de Barcelona complementaría los experimentos y análisis futuros con un estudio ecológico, etiquetando a los loros con chips GPS.
Estos resultados podrían dar información de lo que pasaría también con otras especies de aves. “Espero que este hallazgo impulse más trabajo para descubrir huellas de voz en otros animales sociales que pueden modificar de manera flexible su vocalización, como los delfines y los murciélagos”, destacó el científico.
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