“El país tiene un recurso humano muy bueno, pero hay que cultivarlo”, dice un oftalmólogo argentino distinguido en EE.UU.
Lo afirma Juan Gallo, director del Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional de la Universidad Austral-Conicet; acaba de ser reconocido entre los investigadores más destacados en su disciplina
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Una medalla dorada acredita el ingreso del médico argentino Juan Gallo al listado de investigadores en actividad más destacados de la oftalmología mundial. El mérito es doble, como señala: también es el primero en representar a la región en esa categoría selecta de la Asociación para la Investigación en Visión y Oftalmología (ARVO, por su sigla en inglés). “La Argentina tiene un recurso humano muy bueno, pero hay que cultivarlo”, afirma, sobre todo por los profesionales de la salud que están empezando en sus carreras.
Gallo es director del Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional (IIMT), de la Universidad Austral-Conicet, y profesor titular de oftalmología en la Facultad de Ciencias Biomédicas de la misma universidad. Se doctoró en el Instituto Carolino, de Estocolmo, Suecia, y desde hace algo más de dos décadas integra la ARVO, que nuclea a más de 10.000 especialistas de 75 países. Con cinco colegas de Estados Unidos, Suiza e India llevan adelante desde esa entidad un programa internacional de entrenamiento de investigadores en oftalmología y ciencia de la visión.
En el área de oftalmo-diabetes del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Austral (HUA), donde atiende, Gallo ve alrededor de un centenar de pacientes por mes.
“Soy optimista”, dice frente a la crisis de profesionales en el sistema sanitario. “El recurso humano está. Hace falta facilitar el camino: que los jóvenes, por ejemplo, tengan media beca para dedicar mañanas o tardes a lo académico y la investigación”, propone.
Hace 15 años, cuando el HUA no contaba aún con la residencia en oftalmología, Gallo presentó en la facultad donde da clases un programa de articulación de residencias y doctorado que apuntaba a adquirir, como especialista, “una formación científica fuerte”, según repasa, orientada a promover también la innovación y el futuro de la práctica.
De ese programa, surgieron tres tesis doctorales con entre 15 y 20 investigaciones publicadas en revistas científicas internacionales, según señala Gallo. Luego, el programa se replicó en el área de medicina interna del hospital. “Cuando los jóvenes notan que hay un plan [de formación profesional] detrás de ellos, que se los valora y escucha ocupados en su desarrollo, y no que se los considera solo como una herramienta de trabajo, es distinto”, agrega.
Gallo se especializa en el tratamiento y la investigación de las enfermedades de retina, sobre todo de la retinopatía diabética, que es la principal causa de ceguera en la población en edad productiva.
“Después de la pandemia, empezaron a consultar muchos pacientes que no habían venido por las restricciones y el temor al contagio en ese momento. Y, en este caso, el tiempo es importante porque es necesario hacer el tratamiento en el momento adecuado. En seis meses o un año más tarde, la situación es diferente –comenta en diálogo con LA NACIÓN–. Eso se notó mucho, lamentablemente, tras la pandemia, como con todas las enfermedades crónicas. En pacientes con retinopatía diabética o glaucoma que no vinieron a la consulta, avanzó la enfermedad”.
El daño de los vasos sanguíneos que produce la diabetes no controlada también avanza en los ojos: la retinopatía asociada ocurre cuando la enfermedad afecta la vascularización de la retina (la membrana sensible a la luz, detrás del ojo, que envía la información visual al cerebro por el nervio óptico). “No se da de un día o un mes para el otro, lo que nos da muchas posibilidades de intervenir antes, y esto tiene mucho que ver con el paciente”, señala el profesional.
La dificultad para leer o la aparición de pequeñas manchas u objetos que aparecen y desaparecen están entre los síntomas de consulta.
“Es fundamental seguir atendiendo, además de investigar, porque a partir de la clínica surgen las preguntas de investigación”, sostiene Gallo, que recibió la distinción en la última reunión de la ARVO, en Estados Unidos.
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