El modelo español para aumentar los trasplantes que inspira a otros países
Si bien el país fue precursor en seguir el modelo español de donación y trasplante de órganos, uno de los más exitosos y replicados en el mundo, no logró alcanzar sus resultados. Capacitar a los profesionales, concientizar y consolidar la figura del coordinador en los hospitales son las claves españolas para tener el récord de donantes. A ese desafío apunta la nueva ley argentina, sancionada en julio de 2018 y que lleva el nombre de Justina Lo Cane, la niña de 12 años que murió en 2017 a la espera de un trasplante de corazón.
Con un registro de 48 donantes por millón de habitantes en 2018, España es, desde hace 27 años, líder mundial en la materia (aumentó un 37% la donación en los últimos 5 años). La cifra duplica la de la Unión Europea, con una media de 22,3, y triplica la de la Argentina, que el año pasado alcanzó su récord de 15,75 donantes por millón de habitantes.
Por sus excelentes resultados, el modelo de donación y trasplante español fue tomado como ejemplo y se replica con éxito en diferentes países. Supone un abordaje integral que va desde la capacitación de los profesionales y la concientización de la ciudadanía en las edades más tempranas hasta el sostenimiento de políticas a largo plazo y la función clave de los coordinadores de trasplantes, especialmente formados para identificar potenciales donantes y ser un nexo entre la familia y el sistema.
Según la última encuesta del Incucai, que data de 2013, siete de cada 10 argentinos son proclives a donar. Pero, señalan los especialistas, no es suficiente. Actualmente, 10.095 personas esperan un órgano o tejido que pueda salvar o mejorar su calidad de vida, pero al año solo el 10% aproximadamente de quienes se encuentran en lista logran trasplantarse. Esto significa que entre un 25% y un 30% mueren sin conseguirlo.
Si bien la escasez de órganos para trasplantes es un problema mundial, durante los últimos años, muchos países europeos y en los Estados Unidos crecieron significativamente los índices de donaciones. Argentina se mantuvo en la última década en una meseta y con una alta tasa de oposición familiar (personas que se niegan a donar el órgano de su pariente fallecido), que hasta 2017 era del 40%. En España, por ejemplo, apenas es del 13%.
La nueva ley contribuyó a bajar estas cifras gracias a que estableció que todas las personas mayores de 18 años son donantes de órganos o tejidos, salvo que en vida dejen constancia expresa de lo contrario. Se logró así que en agosto de 2018, los índices de oposición alcanzaran un mínimo histórico de 16%, estableciendo una media anual de 32%. Por otro lado, las cifras en materia de donación de los primeros meses del 2019, lo ubican un 30% por encima que el mejor año histórico anterior, que había sido 2012.
España cuenta con un modelo basado en el consentimiento presunto. La diferencia con el proyecto aprobado en la Argentina es que no posee un registro para los "no donantes". A pesar de que formalmente no se necesita la autorización de los familiares para hacer la ablación de los órganos de una persona fallecida, si se oponen, la donación no se ejecuta. "Tenemos un consentimiento presunto, pero no lo aplicamos", explica Martí Manyalich, presidente de la fundación Donation & Transplantation Institute (DTI), dedicado a la formación de profesionales de la salud en donación y trasplante a nivel mundial, y responsable de replicar el modelo español en países como Croacia –número tres del mundo en cantidad de donantes, con 33,3 por millón de habitantes–, Portugal (número dos con 34,1 p.m.h), Italia, Francia, Irán y China, entre otros.
Los españoles ponen el acento en capacitar a los coordinadores, que son los encargados de hacer las entrevistas familiares en los hospitales. De acuerdo con su experiencia, Manyalich dice que si el personal está correctamente formado, lo más probable es que la familia decida en favor de la donación. En parte, a eso le atribuye que España tenga una oposición familiar tan baja.
En Uruguay, desde 2013, se valen de una ley muy similar a la nueva normativa argentina. "Nuestra entrevista con la familia no es de consulta, sino de notificación", explica Milka Bengochea, directora del Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Células, Tejidos y Órganos. A partir de este cambio, lograron bajar la tasa de oposición familiar del 13% al 1% y aumentar de forma considerable el número de donantes por millón de habitantes. Uruguay es líder en cantidad de donantes cadavéricos en América Latina, con 23,78 por millón de habitantes, cuando la media regional es de 9,5 (p.m.h.).
"Cualquier médico que va a ser especialista en anestesia, cuidados intensivos o urgencias recibe, antes de acabar su práctica, una formación especial en la temática", cuenta Manyalich, que considera tan importante saber identificar aquellas personas fallecidas que son donantes como entrenarse en el trato con la familia, en el diagnóstico de la muerte encefálica, en mantener los órganos unas horas para preparar todo para el trasplante y, por último, en la logística de la cirugía.
"Cuando uno se compara con otros países que empezaron la aventura del trasplante en años semejantes, se da cuenta de que nos superaron ampliamente. Croacia, por ejemplo, que hasta hace poco estaba en una situación parecida a la nuestra, hoy tiene tasas de procuración muy por encima de las argentinas", afirma Carlos Díaz, presidente de la Sociedad Argentina de Trasplantes (SAT).
¿Por qué la Argentina, al haber sido pionera en la materia, no logró alcanzar mejores resultados? Los especialistas coinciden en que el país tiene todo lo necesario para ser líder. Destacan, entre otras ventajas, el contar con el Incucai, uno de los primeros entes reguladores del mundo (fue creado en 1977, una década antes que sus equivalentes en España y Estados Unidos), y el Sistema Nacional de Información de Procuración y Trasplante de la República Argentina (Sintra). Sin embargo, remarcan que un punto a mejorar es la figura de los coordinadores de trasplantes. En este sentido, la nueva normativa obliga al Estado a invertir no menos del 20% del presupuesto del Incucai en estos profesionales.
Para Manyalich, "lo que le falta a la Argentina es que la donación esté basada en los hospitales y que sean médicos intensivistas, entrenados, dedicados y con un salario para esta tarea". Sobre ese punto, Alberto Maceira, presidente del Incucai, dice que uno de los ejes a los que apunta su gestión está en la detección de los posibles donantes, con la convicción de que los coordinadores hospitalarios cumplen un papel fundamental. Sin embargo, reconoce que hoy resultan insuficientes. "Estamos trabajando para aumentar la masa crítica de profesionales especialistas en procuración y en su formación", dice.
"Nuestro objetivo es llevar el sistema a los hospitales y pasar de la figura del coordinador hospitalario a la de servicios de procuración. Es por ello que estamos lanzando nuevos formatos educativos, como por ejemplo una residencia post básica, para intensificar la capacitación de quienes estén a cargo de estos servicios", explica Maceira.
Referentes mundiales
El modelo español comenzó a gestarse a finales de los años 80 en diversos hospitales de ese país y se vio fortalecido e impulsado con la creación en 1989 de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). La función del coordinador, presente en todos los hospitales de España en los que puede haber un posible donante (hay 500 profesionales que conforman 186 equipos de donación), es la más imitada en el resto del mundo y a la que se atribuye, en gran medida, el éxito alcanzado. Pueden ser médicos o enfermeros y entre sus principales funciones está la de identificar a los pacientes terminales potencialmente donantes, mantener sus órganos en buen estado, informar a las familias afectadas y obtener su consentimiento, organizar la extracción y supervisar el proceso de traslado.
Estados Unidos es otro de los países que se destacan, con una tasa de donantes de 31,7 por millón de habitantes. El sistema norteamericano creció un 20% en los últimos cinco años con la intervención de la United Network for Organ Sharing, una organización privada sin fines de lucro, contratada por el gobierno federal. Basó su éxito en pilares como el apoyo y la inversión en recursos; el empleo de enfermeras altamente calificadas, dedicadas a la procuración; profesionales bien remunerados; campañas para educar a la población, y un sistema de control y estímulo para aquellos hospitales en los que se denuncian y detectan donantes.
Emilio Poggio, un médico argentino que se desempeña como jefe de trasplante de riñón y páncreas de la Cleveland Clinic del Estado de Ohio –hospital modelo en la materia–, destaca el valor del sistema de control y seguimiento con el que cuentan. "Se basa en el reporte de resultados: cada vez que recibimos un órgano, estamos obligados a reportarle al gobierno cómo le fue al paciente hasta los tres años posteriores al trasplante", resalta Poggio.
Las Organ Procurement Organization (OPO, por sus siglas en inglés) son las responsables de la procuración en las distintas regiones de Estados Unidos. Hay 58 manejadas por enfermeras profesionales y con un director médico a cargo de cada una de las organizaciones. "En Ohio, por ejemplo, visité una que tenía 24 equipos de procuración compuestos por enfermeras, que atienden 80 hospitales para, aproximadamente, 7 millones de personas", detalla Domingo Casadei, director del Instituto de Nefrología de Buenos Aires y miembro asesor del Incucai. "A diferencia de ellos –remarca–, en la provincia de Buenos Aires tenemos 24 procuradores para 20.000.000 de personas".
En la Argentina, el Programa Federal de Procuración abarca 33 hospitales, que cuentan con coordinadores de trasplantes. Si se suman aquellos que son financiados por algunas provincias, el número asciende a 60. El número de profesionales resulta escaso si se tiene en cuenta que son 1535 los hospitales públicos que hay en nuestro territorio, a los que se suman 3673 privados.
En Irán, por tomar un caso exitoso, hay 55 hospitales y 52 tienen un médico procurador. Eso explica cómo, en pocos años y teniendo una población reticente a donar por motivos religiosos, este país logró alcanzar la misma cantidad de donantes cadavéricos que la Argentina.
Gabriel Gondolesi, jefe de trasplante hepático, intestinal y renopancreático del Hospital Universitario Fundación Favaloro, donde dicta la asignatura Trasplante de Órganos, Tejidos y Procuración de Órganos, opina que una medida posible para aumentar la capacitación de los profesionales sería que la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau) determinara como "obligatorio que todas las facultades de medicina tengan el trasplante como materia", algo que solo ocurre en tres instituciones.
Por otra parte, el éxito del modelo español no se puede entender por fuera del sostenimiento de las políticas públicas de trasplantes a lo largo del tiempo –Rafael Matesanz, su creador y promotor, fue presidente de la ONT por casi 28 años– y la adecuada asignación de recursos.
También tuvo un papel importante aumentar significativamente el universo de donantes, al extender la franja de edad e incorporar el criterio de donación por paro cardíaco o "en asistolia", es decir, cuando se constata el cese irreversible de la función circulatoria y respiratoria.
Todos estos son los desafíos que tiene por delante la ley Justina.
La importancia de las campañas para educar a la sociedad
En la Argentina, una de las campañas que más movilizaron a la sociedad fue la impulsada por Justina Lo Cane –que murió a los 12 años a la espera de un corazón– y su familia. Cuando Justina ya no pudo evitar la internación, optó por darle un sentido a su espera y la campaña #MultiplicateX7 inundó las redes sociales. En España, brindar información sobre la importancia de la donación de órganos a través de los medios de comunicación y de campañas educativas fue uno de los ejes del desarrollo de su exitoso sistema. Pero desde 1990 una norma prohíbe fomentar aquellas campañas dirigidas a promover la donación de órganos para personas en concreto.