El mítico bar que se convirtió en el rey del after office, cerró y hoy tiene su segundo aire
En la última edición de San Patricio, los porteños vieron con emoción cómo revivía The Kilkenny, la estrella que impuso los happy hours en los ‘90; crónica de un regreso
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“¡Estamos de vuelta! Retomamos The Kilkenny, este lugar que abrimos en 1998, y ya me emocionó la reacción de la gente”, cuenta Roberto Amitrano. El 8 de marzo, tras dos años de inactividad, el mítico irish pub no solo retomó sus actividades en el Microcentro porteño sino que también revivió de la mano de sus fundadores originales.
Decir The Kilkenny es decir Roberto Amitrano. Hoy un emblema del rubro gastronómico, pero con un pasado que nada tuvo que ver con esa industria. “Tuve distintas vidas, hice cine y publicidad durante quince años”, detalla. Luego se mudó a Europa: “Viví en Zúrich, Suiza, y ahí trabajé para una cervecería. Ahí me invito la gente de la cerveza Guinness para conocer su casa central en Dublín, Irlanda”.
Allí me educaron, me prepararon sobre todo lo que era cerveza y así poder abrir un bar acá. Solo que me dijeron ‘Te vamos a dar todo menos la plata para hacerlo’”. Resuelto, Amitrano volvió a la Argentina: “En 1997 volví para buscar inversores. La situación era ideal, estábamos con el dólar uno a uno. Era el momento”.
Un camino irlandés
En 1998 The Kilkenny fue una realidad. Con Roberto como cabeza de proyecto, empleado de una sociedad anónima, nació este irish pub. Sin embargo, la “mente verde” no le era ajena. “Estudié en un colegio irlandés, siempre estuve ligado a la comunidad a través del rugby del Hurlingham Club -pronuncia en un esmerado acento inglés-, mis hijos jugaron en San Cirano, viví en Gran Bretaña y en Irlanda”.
Desde que abrió, The Kilkenny la pegó: “Yo no sé si fue porque era que la gente lo estaba necesitando o qué, solo que gustó. Pero la fiesta de San Patricio no la inventé yo, siempre fue un pilar de la comunidad irlandesa (se calcula que la Argentina tiene, con 550 mil personas, la primera comunidad de descendientes en un país no angloparlante)”, se ataja. Aunque sí se hace cargo del boom de hacer cortar la calle: “El primer año que lo hice, me estalló en la cara. ¡Fue en 2002 cuando tuvimos unas 60 mil personas tomando en el lugar!”. Recién años más tarde llegaría la calle Reconquista convertida en peatonal.
Happy hour y after office
A pesar de lo inusual de la locación –”Cuando empezamos esto de noche era un agujero negro”-, apostar por el Microcentro no fue al azar. Cuando abrió, The Kilkenny ya tenía a otro irish pub cerca: Down Town Matías. “La selección del lugar tenía que ver con los puntos que pedía Guinness: no ver al otro como tu competencia, sino generar un área gastronómica. También estar cerca de hoteles cinco estrellas y de restaurantes; teníamos grandes como Filo de Deni De Biaggi”.
Fue con este bar que comenzó a imponerse el after office. “El happy hour en realidad –corrige Roberto-. Es verdad que el after office se produce donde hay oficinas pero lo que lo estimuló en realidad fue nuestra happy hour (hora feliz). Era el 1 a 1 y la gente se quedaba y coincidía a la salida de las oficinas. Pasaban hasta una o dos horas acá. Así surgió lo del after office”.
El que no consigue pareja...
Hoy con 74 años, Amitrano repasa las bebidas, los once estilos de cerveza que ofrece el lugar. “Cuando vos tenés un bar tenés que ser responsable de que estás estimulando el consumo de alcohol, aunque los límites en realidad los ponen tu hígado y tu bolsillo”, afirma. Cuenta que supo de vivir la noche: “En aquella época tuve años de rock n’ roll, me iba a las cuatro o cinco de la mañana y al mediodía ya tenía almuerzos de trabajo con directivos”.
Las cosas iban bien. “Una noche vino Mike Rutherford, el bajista de Genesis, y pegó tanta buena onda que se puso a tocar. Una chica que estaba sentada acá era turista y venía de Londres y no lo podía creer. ‘No conseguí entrada para verlo en casa ¡y lo termino viendo acá en un bar!’, me dijo. También venían los de Lord of The Dance y se ponían a hacer show en el primer piso. El mago David Copperfield y Guillermo Coppola también vinieron”.
“¿Si se formaban parejas acá? Desde siempre vinieron muchísimas mujeres, muchos grupos, solas -se sienten cómodas en este ambiente y eso me encanta-. Así que yo siempre dije: el que no ‘consigue pareja’ en The Kilkenny es porque está muerto, ¡poné eso!”, se jacta.
La cerveza, protagonista
Roberto se entusiasma al hablar de cerveza y de la forma de tomarla. ¿Copón frío? “Si te hacen tomártela bien helada es porque el frio te tapa las papilas gustativas y no te das cuenta de lo fea que es. Una Guinness debe estar servida en el momento, a 7 grados. El copón frío no. Si no, no tenés el choque térmico que necesitás”, argumenta.
Y habla del equipo que formó en esta reapertura y de los de siempre, del bartender y del barman. “Un bartender tiene que especializarse en el perfecto servido de cerveza tirada y puede realizar con idoneidad un trago directo, sin elaboración de coctelería. El elaborador de un cóctel en cambio es un barman o barwoman”, compara. “Yo soy muy atento a los hábitos de consumo, como consultor que fui durante los años que estuve lejos de The Kilkenny”.
El bar irlandés hoy
“En 2015 mi empresa vendió el bar. Me dediqué a dar asesoramiento, hasta que en octubre del año pasado un exsocio me dijo que estuvo dos años cerrado y que estaba cargado de deudas. Y que el nuevo propietario del edificio nos iba a dar una mano si queríamos armar un plan de negocios, retomar The Kilkenny poniendo mi sello”, cuenta Roberto.
“Mis socios originales y tres personas más confiaron. Para mí este lugar es como un hijo, no podía no resucitarlo al verlo abandonado y destrozado. Fue un desafío, esperemos que sea el negocio. Merece tener un retorno adecuado”, confía.
Parece ser que sí. “En las últimas tres semanas tuvimos mil ochocientos nuevos followers en Instagram. Reconocieron la marca y en San Patricio volvieron con todo. ¡La gente pedía sacarse una foto conmigo! Agradecían que hayamos recuperado un espacio icónico”, cuenta.
“Este renovado The Kilkenny vuelve con cerveza (pinta promocional, $400), sidra y platos típicos como el sándwich de bondiola braseada en un soda bread, un pan tradicional irlandés. El primer piso estará destinado a eventos especiales. Abrimos por ahora de martes a sábados de 18 a 2.30, ya volveremos a estar de lunes a lunes non stop”.
“Los clientes ya volverán. El día de San Patricio -17 de marzo- vinieron clientes del primer día de 1998, pero no creo que se mantenga. Veo el perfil de seguidores y son millennial y centennial. Todo dueño de bar entiende que, tras veinte años, sus clientes iniciales ya están casados y tienen dos hijos. Debemos renovar nuestras bases cada cinco años si queremos seguir haciendo rock n´roll”, se ilusiona.
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