El Método Wolbachia: el prometedor control biológico para disminuir la transmisión de dengue
Es un programa mundial que ya se aplica en 12 países, entre ellos, Brasil, México y Colombia; en la Argentina busca introducirlo una empresa italiana; para expertos nacionales, podría ser una opción viable, pero demandaría una gran inversión y tiempo par ver resultados
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En 1980, el profesor australiano Scott O’Neill se preguntó sobre la relación entre una bacteria llamada Wolbachia y el mosquito Aedes aegypti, ya tristemente célebre por ser vector del dengue, la fiebre chikungunya, el zika y la fiebre amarilla. El objetivo era determinar si esta bacteria –que está presente en el 60% de los insectos del planeta, pero no en esta especie de mosquito– podía ser transferida al Aedes aegypti y convertirse en una herramienta de control biológico de las infecciones que transmite.
Recién en 2005, sin manipulaciones genéticas, se pudo transferir la bacteria al mosquito. Y en 2009 se determinó que la Wolbachia transmitida de generación en generación entre los Aedes aegypti era capaz de competir con otros virus y disminuir drásticamente la capacidad del mosquito de contagiar estas enfermedades que hoy amenazan a una porción creciente del planeta.
El Método Wolbachia se transformó en una iniciativa del World Mosquito Program (WMP) y se aplica con en 12 países, tres de América Latina: Brasil, Colombia y México. Financiado por la fundación Bill y Melinda Gates, la Usaid y el Welcome Trust, entre otros, busca generar alianzas con gobiernos locales para expandir la estrategia.
En Brasil, por ejemplo, que es el país con más casos de dengue del mundo, acaba de firmarse un convenio para contar a inicios del año próximo con una biofábrica (en una ciudad aún no determinada) capaz de producir cinco mil millones de mosquitos por año portadores de Wolbachia y, por lo tanto, incapaces de ser vectores de infecciones.
“Es una inversión de 19 millones de dólares, con fondos del WPM y del Instituto de Biología Molecular de Paraná. En Niteroi, un municipio de Río de Janeiro, datos de 2021 indican una reducción del 70% de los casos de dengue, el 60% de chikungunya y el 40% de zika. Buscamos aplicar la estrategia en todo el país. Nuestra experiencia indica que entre dos y cinco años es posible ver resultados, siempre de acuerdo a las características de cada territorio”, explica a LA NACIÓN Luciano Andrade Moreira, que conduce las operaciones del WMP en Brasil, donde la autoridad sanitaria federal ha reconocido oficialmente el método.
“En Colombia, el método redujo las infecciones de dengue entre un 90 y 95% en la ciudad de Medellín y dos municipios cercanos entre 2019 y 2022″, indica María Patricia Arbeláez Montoya, consultora de Epidemiología de Enfermedades Infecciosas del WMP y profesora emérita de la Universidad de Antioquia. Actualmente, buscan extender el programa a Cali y están en conversaciones con autoridades de El Salvador y Honduras.
¿El método Wolbachia puede ser una alternativa viable en nuestro país? Kieran Walters, director de Funciones Globales y Estrategias del WMP, no lo responde específicamente, y solo indica que América Latina es central en la mira del programa. Sin embargo, existe una firma que sí tiene planes más concretos para la Argentina: es la compañía italiana Biovecblok, que mantiene conversaciones con autoridades de la ciudad, Santa Fe y Córdoba para instalar una biofábrica de mosquitos con Wolbachia, posiblemente en Santa Fe.
“Nuestra empresa es una spin off de la Universidad de Camerino, en Italia y del ENEA, que es como un Conicet italiano –explica el ingeniero Manuel Seoane, director técnico de Biovecblok–. Es un método similar al del WMP, que actualmente fabrica dos millones de mosquitos machos estériles por semana. Por ahora se aplica únicamente en Italia, aunque también estará en Valencia, España. Es alternativa más económica que en cuanto a la inversión inicial necesaria”.
Nacerás con Wolbachia
La Wolbachia es una bacteria que no daña a los insectos que conviven con ella ni enferma a personas o animales. Sin embargo, puede resultar un problema para los Aedes aegypti. Eso es justamente la idea en la que se basa el método.
“El primer paso –explica María Patricia Arbeláez Montoya– fue importar desde Australia una línea de huevos de Aedes aegypti portadores de Wolbachia que eclosionaron en la biofábrica del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Transmisibles de la Universidad de Antioquia (Pecet). Luego se aparearon con colonias de mosquitos recolectados de la misma zona donde se haría después la liberación de los mosquitos portadores de la bacteria”.
Tanto el macho como la hembra pueden tener Wolbachia. Si el macho está infectado, no es capaz de fertilizar los huevos de las hembras, que no producen mosquitos. “Se llama incompatibilidad citoplasmática -explica la especialista colombiana–. Si la hembra tiene la bacteria, su descendencia también la tendrá y eso evitará que transmitan los virus al picar: dejan de actuar como vector”.
La posible resistencia del mosquito a la bacteria no preocupa. “No se lo observó ni se lo se espera. Hay modelaciones matemáticas que demuestran que puede permanecer más de 80 años en el mosquito”, puntualiza Arbeláez Montoya.
La Argentina, ¿sí o no?
Para Corina Berón, doctora en biología a cargo del Laboratorio de Control Biológico de Insectos del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Biotecnología (Inviotec/Conicet) de Mar del Plata, “el sistema podría funcionar en el país aunque no sé si en este momento. Si el paradigma cultural que manejamos hoy es que la única forma de combatir al mosquito es matarlo, no tendría sentido liberar en el ambiente millones con Wolbachia para que se apareen con aquellos no infectados: habría muchos mosquitos y la gente pediría fumigación: sería un desperdicio de dinero y no se lograría nada. Además, para programas como el método Wolbachia es necesaria una gran inversión y tiempo, porque lleva varios años generar biofábricas para lograr una línea portadora de la bacteria.”
La bióloga puntualiza que no existe en el país un programa unificado, sino distintas herramientas que se están utilizando mal: “Un programa debe ser claro, único para cada localidad según la problemática puntual y tener continuidad, independientemente del funcionario de turno. Un factor fundamental es la educación: las larvas están en el agua, y si hay un adulto volando hay un criadero cerca que tengo que eliminar. El descacharrado y la limpieza, el monitoreo de las especies de mosquitos y el uso de insecticidas químicos y biológicos para el control son métodos disponibles y pueden ser muy efectivos si se usan siguiendo protocolos, de manera seria y responsable.”
Marcela Rodriguero, bióloga del Instituto de Ecología, Genética y Evolución Universidad de Buenos Aires (Iegeba), explica que en el país las poblaciones de mosquitos son híbridos, mezcla de una forma africana, el Aedes aegypti formosus, que tiene hábitos selváticos y no es antropofílico y el Aedes aegypti aegypti, que sí pica a humanos, es domiciliaria y tiene hábitos domésticos.
La bióloga afirma que no le parece sencilla la idea de introducir el método Wolbachia en el país: “Habría que traer una línea de huevos de mosquitos infectados con la bacteria. Y no sabemos cómo se va a desempeñar ese mosquito con las poblaciones especiales que tenemos acá, si podrán competir: muchas veces los híbridos son superiores. Posiblemente para infectarlos habría que crear una técnica especial y eso podría llevar varios años.”
Fabricio Tejerina, biólogo, director de Vigilancia y Control de Vectores de Posadas, Misiones, explica que existen tres “Técnicas del insecto estéril” (TIE). “Oxitec produjo Aedes aegypti estériles por modificación genética, pero no prosperó por el riesgo de una especie transgénica para otras poblaciones de mosquitos y el ambiente –dice–. Otra técnica que aplica la Comisión Mundial de Energía Atómica y que se está desarrollando acá es irradiarlos con rayos gamma. Los ensayos alentadores pero falta más investigación. La Wolbachia se conoce hace tiempo. Todas buscan reducir la población de mosquitos. En la práctica, la erradicación total es imposible.”
Tejerina añade que no existe una “bala de plata” en el control de vectores. “Mientras tanto, hay que evitar los criaderos de mosquitos: con larvicidas, con fumigaciones, con educación, con cuidados y controles”, afirma.
Mario Linares, doctor en biología, docente e investigador de la Universidad Nacional de Jujuy, afirma que un método de control biológico como Wolbachia necesita mucha erogación inicial, pero puede resultar costo efectivo y, además, es autosustentable. “Cada epidemia es más fuerte que la anterior. ¿Cuánto le cuesta cada paciente al Estado? Ahora, además, ya tenemos muertos: ¿cuánto vale una vida?”, concluye.
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