Orden del placard a la biblioteca: qué guardar y cómo hacerlo
Una casa caótica incrementa el estrés de sus moradores; en cambio, cada elemento en su lugar y espacios despejados son las claves para hacer más livianos nuestros días
La revista Times incluyó a Marie Kondo entre las 100 personas más influyentes del mundo. ¿Es una dirigente política, una activista por la paz, una empresaria exitosa? Quizá la última categoría es la que más la define pero, lo cierto, es que es una experta en orden. El fenómeno que generó -sus libros se venden en 33 países- da cuenta de una nueva necesidad: para producir y vivir precisamos tener nuestros espacios organizados.
Somos el ambiente que nos rodea. "Uno tiene el poder de elegir lo que cuida, lo que compra y también lo que tira", asegura Marietta Vitale en su libro Terapia del orden (Ediciones B Argentina). "Mi filosofía siempre fue: una casa ordenada es una mente ordenada. Y organizar es una actividad que te obliga a concentrarte ciento por ciento en el ahora", refuerza.
"La casa puede tener cada objeto en su lugar, no es imposible. Para eso hay que hacer un orden de raíz, y después con unos minutos por día es suficiente para mantenerlo. Hay que saber que no existe una única forma de ser organizado, sino todas aquellas que implementen las personas que busquen serlo. Si no logramos dar con el modo más adecuado para nosotros, dejamos la tarea para el fin de semana y el lunes reaparece el caos", advierte esta interior planner.
"La vivienda tiene una capacidad limitada para almacenar objetos, y somos desordenados porque tendemos a superar ese número que la casa tolera. Por otro lado, muchos crean fácilmente un sistema de orden, pero tienen pereza a la hora de mantenerlo. Es una tarea cotidiana y, claro está, con menos cosas es más fácil hacerlo. Soy de la teoría de que si entra algo nuevo, sale algo viejo, que no necesariamente tiene que ser del mismo rubro", establece Melanie Melhem, autora de OMM Organizarte (Grijalbo).
Según Vitale, el primer paso para conseguir ese orden deseado es darle a cada cosa su lugar. "Cuando la usamos hay que volver a guardarla, no tiene que quedar dando vueltas por ahí", aconseja. El siguiente movimiento es separar lo emocional de lo material. "No importa el tamaño del hogar: los ambientes siempre quedan chicos. Entonces, hay que quedarse con todo lo que realmente usamos, si algo ni lo tocamos en el último año, lo sacamos. Estamos aprendiendo a vivir con menos; en este sentido hay una corriente minimalista que crece mundialmente. Hay que coleccionar experiencias, no objetos."
Por su parte, Ingrid Hajnal, fundadora de The Organization Wiz, se confiesa emocional. "Por eso me gusta guardar recuerdos, y está bien dejar ciertos objetos que nos remiten a momentos importantes, como el primer enterito que usó nuestro hijo al nacer. En este sentido, uno de los espacios más difíciles para encarar es la baulera. Es ideal bajar una vez al año y tomar conciencia de qué queremos seguir conservando y qué no."
Sacar, categorizar, ordenar
Muchas veces sucede que queremos que todo esté en su lugar, pero no entra. "El placard o la alacena deben estar al 70% de su capacidad, porque si están al 100% se vuelve complicado maniobrar: las prendas se arrugan o la vajilla corre riesgo de romperse. Cuando uno empieza a darle un orden a la casa, lo primero que hay que hacer es detectar todo aquello de lo que podemos prescindir. Luego, lo mejor es categorizar, porque esto ayuda a encontrar rápido cada bien. En esta etapa también conviene colocar cada objeto con su par (los tuppers con sus tapas y los zapatos con su igual). Otro detalle es que los utensilios deben estar en el ambiente que se los usa: la licuadora no puede estar guardada en el mueble del living, sino en la cocina", detalla Vitale.
"Para empezar lo mejor es plantearse pequeños proyectos. Lo primero a ordenar puede ser un cajón o un estante. Hay que evitar meterse de una con una habitación porque puede ser frustrante, mientras que proyectos pequeños nos incentivan a seguir", opina Melhem.
Las tres planificadoras coinciden en que la organización se contagia a toda la familia y hasta a los compañeros de trabajo. Así, los niños pueden ir adquiriendo hábitos desde pequeños colocando los juguetes en el canasto indicado, por ejemplo. Este trío también destaca un detalle sencillo, pero de alto impacto: tender la cama mejora el 50% la estética del cuarto. "Es agotador ver el desorden todos los días, las 24 horas. Mucha gente confiesa que los fines de semana arma planes lejos de su hogar para no encarar la tarea de ordenar. Sin embargo, quienes se comprometen vivencian un cambio de energía. Cuando organizamos estamos haciendo lo mismo con nuestras emociones: decidiendo qué queremos conservar y qué no. Es un proceso en el cual uno se va reconociendo a sí mismo a través de los objetos", observa Vitale.
"Si tenés organizada la vivienda, cuando volvés del trabajo no sos esclava de tu casa y ganás tiempo de ocio. La clave está en crear un sistema eficiente, aplicarlo y explicárselo al resto de la familia. En casa, por ejemplo, tenemos la donation station, donde todos vamos dejando lo que detectamos que ya no usamos y que puede servirle a otro. Ser práctica y organizada me permite administrar mejor el tiempo", suma Hajnal, quien desde su emprendimiento brinda cursos para que todos aprendan a encontrar su método.
El orden real aparece cuando uno saca. "Las casas abarrotadas no son funcionales; los objetos se terminan perdiendo o desgastan su valor -explica Vitale-. Por eso, todo aquello que utilizamos frecuentemente debe tener fácil acceso (por ejemplo, en la cocina, los platos y vasos van a la altura de nuestros ojos, pero los electrodomésticos que no son de uso diario pueden estar más arriba) y lo que es del mismo ramo se guarda todo junto, como los artículos de papelería".
Siguiendo esta recomendación, en el placard se puede establecer una división funcional. En lo más alto, en ese espacio que no se ve a simple vista, guardar la ropa de cama de la temporada siguiente; en la zona del medio colocar los rieles (que permitan colgar prendas largas) y 4 o 5 cajones (acá va la ropa interior, la deportiva, pañuelos o prendas pequeñas), y finalmente abajo un lugar para los zapatos.
Vitale propone "diseñar un plan y así no abandonar antes de tiempo. El placard es el regulador de las emociones y por eso conviene empezar por él. Sólo esto nos llevará de 5 a 6 horas de trabajo. Para que no sea un caos mayor lo mejor es hacerlo por etapas y así los progresos nos irán alentando. También es bueno saber qué accesorios necesitaremos para nuestro objetivo: pueden ser desde perchas para corbatas (son buenas también para colgar collares y pañuelos) hasta contenedores plásticos", resume esta especialista. No hay que dejar para mañana lo que podemos ordenar ahora.
El truco de las perchas
Para saber cuáles prendas usamos y cuáles no, Vitale tiene un consejo simple y efectivo: "Los ganchos de las perchas deben mirar hacia adentro siempre. Para ver si vestimos durante la temporada determinada ropa, los colocamos a la inversa y solo los acomodamos una vez que hayamos lucido la camisa o el vestido. Así, al final del trimestre será fácil notar qué sacar para hacer lugar en el placard".
Preguntas que abren
¿No sabés por dónde empezar? Estos interrogantes te van a guiar en la toma de decisiones:
- ¿Qué te revela el estado del espacio?
- ¿Te sentís cómodo/a?
- ¿Te anima a estar o a irte?
- ¿Qué transmiten sus colores y aromas?
- ¿Te es acogedora la distribución de los muebles?
- ¿Cómo te sentís con la cantidad de objetos?
- ¿Qué te dicen esos bienes? ¿Hablan de tu presente?
- ¿Qué le cambiarías al ambiente?
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