El lenguaje inclusivo se debate entre traductoras
Gabriela Ortiz, Florencia Aguilar y Ariana Loker son traductoras y feministas. Están cansadas de escuchar en los congresos a los mismos oradores varones y se preguntan por qué las mujeres, aunque son una amplia mayoría dentro de la profesión, se sienten invisibilizadas. Se cuestionan también por qué en estos eventos no se habla de feminismo o de lenguaje inclusivo, tampoco de qué forma el movimiento puede moldear la práctica profesional y desde qué lugar pueden trabajar por una mayor igualdad de género.
Hace algunos meses decidieron formar un colectivo profesional donde debatir sobre estos aspectos y, junto a otras siete colegas, crearon el grupo Traductoras e intérpretes feministas de Argentina. Su primer movimiento como colectivo profesional fue enviar una carta abierta a Diputados exigiendo la media sanción del proyecto de ley de interrupción del embarazo . Ahora son más de 750 mujeres las que integran este espacio, un lugar que, según dicen, estaba en falta para poder hablar y debatir sobre problemáticas que las atraviesan.
Gabriela se dedica a traducciones médicas y jurídicas; Ariana y Florencia trabajan en la realización de subtítulos en producciones audiovisuales. Desde su lugar de comunicadoras consideran que el lenguaje es revolucionario y creen que es fundamental para la identidad de una persona sentirse incluido en él. El debate actual en torno al lenguaje inclusivo, que surgió como una demanda dentro de la agenda feminista, genera opiniones a favor y en contra e incluso en este colectivo hay diferentes posturas. Ellas no buscan forzar su uso, pero si reconocerlo como técnica para nombrar a todos los involucrados.
En la mayoría de los países de habla hispana se discute cuál es la forma más apropiada para avanzar con un lenguaje no sexista que reemplace el género masculino como universal, en el cual muchas mujeres y otras identidades de género no se sienten representadas. La "e" como tercer género logró desplazar a la "x" y a la "@" por su capacidad de ser pronunciada. Y se posiciona en el discurso público de activistas feministas y de la diversidad sexual como el recurso para abrir el lenguaje a la inclusión. Aunque recién está en una etapa prematura de incorporación a la lengua cotidiana, el debate irrumpe en diversos ámbitos y desafía a la Real Academia Española (RAE), que hasta ahora cuestiona estos cambios.
En agosto, el colectivo de traductoras llevó adelante su primer evento, una jornada de debate en la Biblioteca Nacional dirigida a mujeres cis y a transexuales del mundo de la traducción sobre práctica profesional y lenguaje inclusivo. En esa oportunidad, alumnas de la facultad de Filosofía y Letras y de la Facultad de Abogacía contaron que algunos profesores no les permiten usar el desdoblamiento (usar todos y todas) y que en ciertos casos su uso "las puede llevar a desaprobar el examen".
Por su parte, Gabriela cuenta que en el lugar donde trabaja tampoco puede hacer uso del lenguaje inclusivo en las traducciones. "No creo que los abogados en su vida lo tomen", expresa. Sin embargo, cree que hay formas de sugerir otros recursos, en donde sin utilizar la "e" se logre incluir a "todes" dentro de la norma. "Sin irte a la ‘e,’ que es lo más retóricamente extremo, se pueden usar otras alternativas, como por ejemplo decir ‘día de la niñez’ o ‘el estudiantado’, entre otros", explica.
Para las traductoras, lo que diga la Real Academia es relativo. "La RAE no es la dueña de la lengua, los dueños de la lengua son los usuarios, la lengua está viva, se mueve sola, avanza y hay cambios. Si hay nuevas tecnologías tiene que haber nuevas palabras que la nombren y si hay nuevas visiones del mundo, como es la visión feminista, obviamente que va a haber nuevas palabras que describan esta visión", opina Ariana. Se sienten "machadas" educacionalmente por la institución, la definen como "eurocentrista" y "falocentrista" y desconfían de los intereses que pueda llegar a tener.
"La exportación de la lengua es un negocio enorme y España no lo quiere largar", dice Ariana. Y Gabriela agrega: "Supuestamente, la RAE dejó de ser normativa hace un tiempo para pasar a ser descriptiva por eso se supone que ellos recogen cómo habla la gente, de los diarios, de los autores. Nosotros no tenemos la obligación de seguirlos. Al contrario, si se empezara a usar el inclusivo ellos van a tener que acatarlo".
Creen que en la profesión hay una visión verticalista y coorporativa, y como colectivo reflexionan por qué siendo las mujeres alrededor del 90% de la matrícula no se destacan en el campo. "No sabemos muy bien porqué pasa esto, creo que las mujeres nos tiramos para abajo. Pero, evidentemente ellos son más osados y no es que están ahí hablando porque saben más que nosotras", opina Gabriela.
Estas traductoras consideran que la profesión es solitaria y que el trabajar "atomizadas", desde sus casas, es uno de los principales motivos por los que, hasta el momento, no se había pronunciado una mirada feminista dentro de este área.
Creen que el lenguaje puede ser revolucionario, sostienen que la lengua es transformadora y esperan que algún día haya más mujeres arriba de los escenarios. Mientras tanto, vuelven a sus trabajos, siguen asistiendo a los congresos, pero desde un lugar consciente: son muchas las que coinciden; son varias las que quieren levantar la voz.
La primera serie con lenguaje inclusivo
En octubre se entrenó en la Argentina la primera serie de televisión que tuvo en cuenta en su traducción el lenguaje inclusivo. Se trató de la serie de Fox "Pose", del reconocido productor y director Ryan Murphy.
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