El largo debate que provocó el divorcio
En 1987, la discusión por esa ley duró 10 meses; al igual que ahora, primó la libertad de conciencia
El debate parlamentario que acaba de abrirse con miras a una nueva reforma de la ley de matrimonio, tendiente a permitir la unión de parejas del mismo sexo, promete polémica y contrapuntos tan interesantes como los registrados hace 23 años en el mismo Congreso, en el momento de sancionarse la norma sobre divorcio vincular.
El tratamiento de aquella ley demandó diez meses. La Cámara de Diputados comenzó a debatirla en agosto de 1986 y la sanción definitiva del Senado ocurrió en junio de 1987,
Tal como se prevé que sucederá con el proyecto que promueve el matrimonio gay, los legisladores tendrán libertad de conciencia a la hora de expresar su voto.
En Diputados, en 1986, hubo tres legisladores radicales que votaron negativamente cuando fue ese bloque el impulsor de la iniciativa.
En el Movimiento Popular Neuquino, el Partido Demócrata Cristiano y el Movimiento Popular Jujeño, bloques conformados por dos miembros cada uno, las opiniones estuvieron divididas: uno votó positivamente y el otro, negativamente.
Entre las posiciones a favor del proyecto que propiciaba el divorcio vincular, se destacaban en 1987 la de Marcelo Arabolaza (Partido Intransigente, Buenos Aires): "Decir que el matrimonio y el divorcio pertenecen de manera casi exclusiva a la órbita de la Iglesia es tener una visión trastrocada y parcial de la realidad. Esta ley -decía- no obligará a nadie a divorciarse, pues sólo lo harán los que quieran hacerlo, y creará un ámbito de mayor libertad, igualdad y solidaridad en la sociedad".
Alvaro Alsogaray (diputado por la Ucedé porteña) manifestaba estar convencido de que el vínculo familiar no puede ser mantenido coercitivamente. "No se puede coartar la libertad de cónyuges que son quienes, en última instancia, deciden acerca del vínculo matrimonial", decía.
En contra del proyecto, se destacaban los discursos de los diputados Alberto Medina (Bloque 17 de Octubre, Buenos Aires) y de Gino Cavallaro (PJ, Entre Ríos). Medina decía: "Existe un auge de elementos sociales negativos que atacan y vapulean las células básicas de la sociedad, como la familia". Y a la hora de citar estadísticas, aseguraba: "El divorcio, entre otras cosas, aumenta la delincuencia juvenil, como lo demuestran los estudios efectuados en los Estados Unidos, donde el 90 por ciento de los delincuentes juveniles son hijos de padres divorciados".
Cavallaro era todavía más drástico: "El divorcio penderá como una espada de Damocles sobre los matrimonios felices".
Saadi: vínculo "perpetuo"
En el Senado, en contra de la ley de divorcio se pronunciaba Vicente Saadi (PJ, Catamarca), quien abogaba por el llamado a un plebiscito sobre la cuestión. "El vínculo matrimonial no puede ser sino perpetuo. Hablar de un vínculo disoluble o revocable es sencillamente imposible. Llevo casi 42 años de matrimonio y no me arrepiento. Si tuviera que casarme de nuevo, buscaría a la misma mujer".
Adolfo Gass (UCR, Buenos Aires) miembro informante por el despacho de minoría, indicaba: "Estoy convencido de que expreso a muchos argentinos que han sido sancionados por una ley que los castiga por haber fracasado en un matrimonio [...]. Mantener por ley una pareja que se lleva mal es una violación de los derechos humanos. Por eso, nos consideramos verdaderos defensores de la familia".
Mientras que en Diputados la ley se aprobó con una amplia mayoría de votos fundamentalmente radicales, en el Senado se sancionó por 26 sufragios favorables contra 14.