Él creyó que había sido puesto en la Tierra para descifrar la palabra de Dios, estudiando tanto las Sagradas Escrituras como el libro de la naturaleza
Isaac Newton cambió nuestra comprensión del Universo.
Fue venerado durante su vida, descubrió las leyes de la gravedad y del movimiento, inventó el cálculo infinitesimal y ayudó a moldear nuestra visión racional del mundo.
Pero su vida personal a menudo estuvo plagada de sentimientos menos felices.
Newton nació prematuramente el día después de Navidad en Woolsthorpe, Lincolnshire.
Era un bebé pequeñísimo y le dieron pocas posibilidades de supervivencia.
El país en el que nació era caótico y turbulento.
Inglaterra estaba siendo destrozada por una guerra civil. La peste era una amenaza constante. Muchos creían que el fin del mundo era inminente.
Pero la aldea de Woolsthorpe era una comunidad tranquila, a la que casi no había llegado ni la guerra ni la peste, donde se respetaban los valores puritanos de la sobriedad, el trabajo duro y la adoración sencilla.
1645: Un niño solitario que odiaba a su padrasto
El padre de Newton murió antes de que él naciera. Cuando cumplió tres años, su mamá lo dejó con su abuela y se casó con un hombre de un pueblo cercano.
Esto le dejó una herida de por vida; se sintió rechazado por su familia.
Odiaba a su padrasto y amenazaba con prenderle fuego a su casa.
En la escuela, buscó consuelo en los libros.
No le interesaba ni la literatura ni la poesía, pero le fascinaba la mecánica y la tecnología, que lo llevaron a inventar un elaborado sistema de relojes de sol que daban la hora y los minutos precisos.
Su madre tenía la esperanza de que se dedicara a manejar la granja de la familia, pero su tío y el director del colegio se dieron cuenta de que Newton estaba destinado a vivir en la esfera intelectual.
1661: Un mentor matemático
Newton se inscribió en el colegio Trinity de la Universidad de Cambridge y ahí encontró a una figura paterna que lo puso rumbo a importantes descubrimientos.
En vez de pedirle que estudiara los textos que los otros universitarios leían, Isaac Barrow -el primer profesor de matemáticas de Cambridge- lo orientó hacia los grandes problemas matemáticos no resueltos de ese momento, como el Cálculo, esa manera de describir cómo cambian las cosas.
Esa materia después sería crucial para explicar el Universo en términos matemáticos.
Newton además se la pasaba buscando nuevos escritos de hombres como Descartes, quien argumentaba que el Univeso estaba gobernado por leyes matemáticas.
1665: Los años productivos de la peste
Cuando la Universidad de Cambridge cerró debido a la peste, Newton tuvo que volver a casa. Ese fue el período más productivo de su vida.
Él siempre había creído que para llegar al conocimiento verdadero había que observar más que leer libros. Por ejemplo, en vez de confiar en los textos sobre óptica, experimentó metiéndose una aguja sin punta en su ojo para ver qué efecto tenía.
Durante esta época, sentó las bases de sus teorías de cálculo y las leyes del movimiento que más tarde lo harían famoso. Pero como era por naturaleza reservado, se guardó sus ideas.
1671: Espejos para un revolucionario telescopio
Newton siguió experimentando en su laboratorio, y esa mezcla de teoría y práctica resultó en muchos tipos de descubrientos diferentes.
Su teoría de la óptica lo hizo reconsiderar el diseño del telescopio, que hasta entonces era un instrumento grande y engorroso.
Usando espejos en lugar de lentes, Newton creó un instrumento más poderoso y 10 veces más pequeño que los telescopios tradicionales.
Cuando la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural supo del telescopio de Newton, sus miembros quedaron impresionados. Eso lo animó a contarles sobre lo que describía como un "experimiento crucial" sobre luz y color.
1672: No toleraba la crítica
La Real Sociedad era un grupo de élite que se reunía para compartir y criticar el trabajo de cada uno, y alentó a Newton a hacer lo mismo.
Pero las teorías de Newton sobre la luz no cayeron en gracia: otros miembros de la Real Sociedad no pudieron reproducir sus resultados, en parte porque Newton describió su experimento de una manera complicada.
A Newton a su vez, no le cayeron bien las críticas. Cuando el científico Robert Hooke cuestionó sus teorías sobre la luz y el color, se ganó un enemigo de por vida.
Newton tenía un temperamento horrible y una convicción inquebrantable de que estaba en lo correcto.
Con su orgullo aporreado, empezó a retirarse de la vida intelectual.
1679: Un exilio autoimpuesto
Afligido por la crítica, Newton se aisló de otros filósofos naturales y se dedicó a trabajar en cuestiones religiosas y alquímicas.
Como su madre estaba agonizante, volvió a casa y se embarcó en un período de estudio solitario.
Lo absorbió la alquimia, un hermético estudio de la naturaleza de la vida y la precursora medieval de la química.
Hay quienes piensan que esas ideas, aunque no fueran científicas en el sentido moderno, lo ayudaron a pensar de la manera radical que le permitió lograr su trabajo más importante, como la teoría de la fuerza de gravedad.
1684: El inicio de la rivalidad más profunda
Cuando el filósofo alemán Gottfried Leibniz publicó un estudio matemático importante empezó una disputa que duró toda la vida.
Leibniz, uno de los más prominentes filósofos de Europa, se había dedicado a uno de los problemas matemáticos más complicados: la forma en la que las ecuaciones pueden describir el mundo físico.
Como Newton, creó una nueva teoría de cálculo.
Sin embargo, Newton reclamó que él había hecho el mismo trabajo 20 años antes y que Leibniz le había robado sus ideas.
No obstante, el reservado Newton no había publicado su trabajo y tuvo que recurrir a sus viejas anotaciones para que el mundo pudiera ver lo que había hecho.
1687: Principios de la filosofía
Ante el reto de Robert Hooke de que probara sos teorías sobre las órbitas planetarias, Newton produjo lo que se considera como la base de la Física que conocemos.
Le tomó dos años escribir la Philosophiæ naturalis principia mathematica, latín para Principios matemáticos de la filosofía natural.
Era la culminación de más de 20 años de pensamiento y presentaba su teoría de cálculo matemático, las tres leyes del movimiento y el primer informe riguroso de la constante de gravitación universal.
Juntas proveían una nueva y revolucionaria descripción matemática del Universo.
Esa obra consolidó su reputación y contiene mucho de lo que hace que lo recordemos hoy en día.
1689: De científico a político
Tras destacar como filósofo natural, lo atrajo una nueva vida como político y personalidad pública.
Como era profundamente religioso, no podía ser indiferente al hecho de que el rey Jacobo II estaba intentando volver a convertir a la Universidad de Cambridge al catolisismo.
Luchó con éxito contra las reformas del rey y fue electo como miembro del Parlamento.
No obstante, tuvo muy poco impacto en la Cámara de los Comunes, y en sólo aparece una vez en las transcripciones de las sesiones: cuando solicitó que cerraran una ventana.
1693: Exhausto y desmoronado
A mediados de 1693, Newton sufrió un colapso mental cuando sospechó que sus amigos estaban conspirando en su contra.
Tras trabajar durante cinco noches seguidas, sufrió lo que podríamos describir como una crisis nerviosa. Más tarde le pidió disculpas al filósofo John Locke y al miembro del Parlamento Samuel Pepys por haber deseado que se murieran.
Pero a pesar de su frágil salud mental, su reputación se mantuvo intacta y pronto le ofrecieron un cargo importante.
1696: Rescata la moneda británica
Como intendente de la Real Casa de la Moneda, Newton encontró una nueva vocación. Quiso hacer de la libra británica la moneda más estable del mundo.
En el siglo XVII, las finanzas británicas estaban en crisis. Una de cada 10 monedas era falsa, y a menudo el metal con el que estaba hecha una moneda valía más que lo que esta representaba.
Newton supervisó un enorme proyecto para retirar la moneda circulante e introducir una más confiable.
Metódico como siempre, mantenía una base de datos de falsificadores, y los sancionaba con una furia puritana.
Fue nombrado director de la Real Casa de la Moneda en 1700 y permaneció en ese cargo por el resto de su vida.
1703: Un cargo con la oportunidad de venganza
Newton fue elegido como presidente de la Real Sociedad.
Como la personalidad más notable de la filosofía natural británica, ya había completado su trabajo más relevante. Era hora de dedicarse a asegurar su reputación.
Era un líder imponente, obsesionado con el poder y el prestigio.
Aunque siguió publicando su propio trabajo, también se ocupó de construir y destruir la reputación de otros.
Trató de borrar a Hooke de la historia y se metió en otra disputa amarga con el astrónomo John Flamsteed publicando su catálogo de las estrellas sin su consentimiento.
Newton siguió siendo una figura influyente, rodeado de una nueva generación de estudiantes que habían crecido con sus ideas.
1712: Reescribe la historia a su favor
Newton y Leibniz habían reñido durante años sobre quién había inventado el cálculo infinitesimal. Pero Newton finalmente encontró la manera de arrebatarle la victoria a su enemigo intelectual.
En 1713 la Real Sociedad formó un comité para decidir de una vez por todas quién lo había inventado. La conclusión fue que Newton se le había anticipado a Leibniz por muchos años.
Sin embargo, el autor secreto del informe de la Real Sociedad no fue otro que el mismo Newton.
Leibniz se negó a aceptar la derrota y la pelea sólo terminó cuando ambos hombres ya estaban muertos.
Hoy en día se acepta que ambos llegaron al cálculo independientemente, así que no hubo plagio.
1726: Crea una leyenda
Al final de su vida, Newton contó una historia que se ha convertido en una de las leyendas más perdurables en la historia de la ciencia.
Mientras cenaba con otro miembro de la Real Sociedad, William Stukeley, Newton recordó que había estado sentado debajo de un manzano en la casa de su familia en Woolsthorpe, y que ver caer una manzana fue lo que lo llevó a pensar en la gravedad.
La historia también fue relatada por otra gente que conocía a Newton, incluida su sobrina Catherine, quien lo cuido durante sus últimos años.
No obstante, el mito de que la manzana le había caído en la cabeza a Newton fue un invento posterior.
20 de marzo de 1727: Muere el genio
Newton murió a la edad de 84 años y fue enterrado con todos los honores en la Abadía de Westminster. Como un filósofo natural afamado, era un nuevo tipo de héroe nacional.
Fue él quien sentó las bases de nuestra era científica.
Sus leyes del movimiento y teoría de la gravedad apuntalan mucho de la física e ingeniería moderna.
No obstante, él creyó que había sido puesto en la Tierra para descifrar la palabra de Dios, estudiando tanto las Sagradas Escrituras como el libro de la naturaleza.
Para él, la teología y las matemáticas eran parte de un proyecto para descubrir un sistema único del mundo.
BBC Mundo