El jugador profesional de blackjack argentino que perdió fortunas, pero se recuperó y hoy es coach espartano
Nacho Romero publicó EV Positivo, un libro en el que cuenta su experiencia; los secretos de un jugador profesional y los mitos y leyendas que lo rodean
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Jugador profesional de blackjack, Nacho Romero recorrió los casinos del mundo y ganó y perdió fortunas. Aprendió a contar cartas, estudió estrategias de juego y durante ocho años esa fue su principal fuente de ingresos. Hoy, ya retirado, publicó EV Positivo, un libro en el que cuenta su experiencia. Por éstos días se gana la vida como coach de Espartano 360, negocio en el que invirtió sus ganancias de juego.
En diálogo con LA NACION, Romero habla de los secretos de un jugador profesional y de los mitos y leyendas que lo rodean. “Escribí el libro en pandemia, porque quería dejar un registro de esos años de mi vida. Pero me embalé y terminó siendo un libro. EV son las siglas inglés para un término estadístico que significa ‘expected value’, o valor esperado en castellano, y en el mundo del blackjack profesional es el resultado de un análisis estadístico que dice cuánto deberíamos ganar por hora”, detalla.
-¿Y cuánto se debe ganar por hora?
-La variable depende de decenas de variables distintas, como por ejemplo las reglas del casino, los límites de las apuestas, la caja del jugador y cuánto esté dispuesto a arriesgar, los errores que se cometan, la estrategia. Yo jugué muy fuerte durante los primeros y después un poco menos.
-Ya estás retirado, ¿jugás como recreación?
-Los casinos en Buenos Aires no permiten contar cartas ni te dan ningún tipo de ventaja. Cuando te dedicaste a esto de manera profesional, no jugás cuando no podés ganar plata, porque no hay incentivo.
-¿Cuánto hace que no jugás?
-En junio pasado jugué dos noches en Iguazú, cuando fuimos a filmar un documental sobre este tema. Pero más que nada lo hice por filmar que por tener ganas. El ambiente de casino no me atrae particularmente, no es algo que disfrute y tampoco lo hice jugando como profesional. Para mí era un trabajo. Nunca fue algo agradable, no me gusta el ambiente de las apuestas, el tipo de persona que encontrás, hay mucho vicio, mucha adicción.
Mitos y leyendas
-En la fantasía popular, el juego está relacionado con clandestinidad, adicción, ¿es una realidad entonces?
-El 99,9% de la gente que va a los casinos es así. Es un ambiente de mucha adicción, donde muchas personas pierden todo y yo lo he visto. Me genera un poco de rechazo, hasta el punto de que creo que los casinos no deberían existir porque es una industria que se aprovecha de la debilidad de las personas para obtener un rédito a expensas de algo que es muy peligroso. Prometen ganar mucha plata y cumplir tus sueños, pero cuando aparecen personas como yo, que realmente tienen posibilidades de ganar, el trato es muy distinto. Para que vuelva a entrar a un casino tendrían que darse condiciones muy favorables para jugar y aún así sería muy difícil. La última vez que jugué en serio fue en el 2018, cuando viajé a ver el mundial de Rusia y en mis últimas noches terminé en Croacia en un hotel que tenía un casino en el que jugué dos noches.
-También se presume que hay mucha clandestinidad…
-Y en verdad la clandestinidad existe porque el contador de cartas necesita ocultar lo que hace. El camuflaje es una parte importantísima de nuestro trabajo. Tenemos que mostrarnos como jugadores normales.
-Son una especie de actores, entonces…
-¡Sí! Siempre dije que la capacidad de ser actor y venderse a uno mismo es más importante que la de las matemáticas, porque eso se aprende fácil.
-Es un mundo lleno de supersticiones, ¿vos las tenés?
-No, porque las supersticiones han fundido a muchos contadores de cartas súper talentosos que técnicamente son muy buenos. Conozco varios casos de colegas, de amigos, que son muy inteligentes y capaces, pero no pudieron superar sus supersticiones de jugador vicioso. Lo vi muy de primera mano, con un conocido que perdió todo. Muchos creen que hay dealers (crupiers) contra los que no pueden ganar, por ejemplo; o piensan que lo que hacen los otros jugadores afecta el flujo de las cartas y eso no existe. Lo curioso es que él sabía que, técnicamente, no era así pero no podía evitar tomar decisiones erróneas en función de eso. Pero era más fuerte que él.
-¿Alguna vez te sentiste en peligro de caer en una adicción?
-No, nunca corrí ese riesgo, por suerte. Y en gran parte porque el ambiente del juego nunca me gustó. Para mí era un trabajo más, aunque no el principal. Lo hacía part time, digamos, una semana al mes. Siempre tuve un enfoque muy lógico, jamás jugué en un casino en el que no estuviera seguro de tener una ventaja para ganar. En general, el signo de una ludopatía es no poder evitar apostar, y en Buenos Aires yo no piso un casino porque es un lugar donde no se puede jugar al blackjack con ventaja. Puedo estar un mes o más sin pisar a un casino, algo que una persona adicta jamás podría hacer. La diferencia siempre estuvo bien marcada y en mis años como profesional nunca aposté sin estar completamente seguro de jugar con ventaja, lo que no significa ganar todas las apuestas que hago.
-Dicen que se pierde más de lo que se gana…
-Uno de los grandes mitos que rodea a los contadores de cartas o jugadores profesionales de casinos es esta cuestión de que uno cree que un casino es un cajero automático al que le sacás plata y siempre ganás. Y eso está muy lejos de ser la realidad.
-¿Y cuál es la realidad de un contador de cartas?
-Que la ventaja que se obtiene sobre la casa es muy pequeña, y se expresa en el tiempo invertido. El corto plazo está sujeto a la varianza, que permite saber cuánto uno se puede alejar del resultado esperado. Puedo jugar en un casino en el que el valor esperado sea 200 dólares por hora, pero ese valor estadístico teórico no me garantiza que voy a ganar 2.000 dólares en diez horas porque pueden pasar muchas cosas. Pero a medida que pasan las horas de juego, uno se acerca a ese valor esperado. Tenemos que jugar mucho tiempo para poder materializar esa ventaja.
-¿Cuántas horas diarias llegaste a jugar?
-Al principio, cuando era todo nuevo y estaba en la cresta de la hora y súper motivado, he llegado a estar 12 o 13 horas. En Lima (Perú), una de las ciudades donde jugué mucho, los casinos abren de 18 a 6 y durante muchas noches estuve todo ese tiempo y me tenían que sacar cuando cerraban, sobre todo cuando perdía porque quería quedarme a recuperar. No quería irme a dormir con la sensación de haber perdido plata, y muchas veces lo lograba y otras no.
El contador de cartas
-¿Cómo te convertiste en un contador de cartas?
-A mis 19 años estudiaba economía empresarial en la Universidad Di Tella y me fui con una visa temporal de work & travel a trabajar a un centro de sky en los Estados Unidos, a Lake Tahoe, un pueblo que está dividido entre California y Nevada; del lado de Nevada estaban los casinos porque el juego era legal y, en cambio, en California no. Y ahí conocí a dos chicos chilenos, Marcos y Sebastián, más grandes que yo, de unos 24 años. Nos hicimos amigos y me dijeron que la verdadera razón por la cual estaban ahí era porque estaban contando cartas en los casinos de Nevada, y también viajaban a Reno, a Las Vegas. Los acompañé varias veces e intentaron enseñarme, pero había que ser mayor de 21 años para jugar. En el momento no me interesó porque mi realidad era otra, me divertía estar con ellos, pero no pensaba en la plata.
-¿Y cuándo cambió tu realidad?
-Cuando volví de ese viaje mi familia se fundió, perdió todo, busqué trabajo, me pasé a la UCA (Universidad Católica Argentina) y terminé la carrera de administración de empresas. En el 2011 viajé a Lima por trabajo, en ese momento tenía una empresa de organización de eventos deportivos. Me acuerdo que había veda electoral y estaba todo cerrado, menos el casino. Entré para pasar el rato, me llamaron la atención algunas cosas, y me di cuenta que las condiciones eran muy buenas. Vi jugar a Manuel García y, por patrones de juego, me di cuenta que estaba contando cartas. En el vuelo de regreso a Buenos Aires tomé la decisión de empezar a entrenar. Durante varios meses, lo único que hice fue aprender, leí muchísimo y entrené. Cuando me sentí listo hice mi primer viaje oficial a ese casino de Lima.
-¿Es verdad que usaste el dinero que te regalaron para tu boda para hacer las primeras apuestas?
-(Ríe) Sí. Con Flor nos casamos en el 2010 y al año siguiente usé los 5.000 dólares que nos quedaban de los regalos de casamiento. Fue mi primera inversión y parece un montón, pero es re poquito para este tipo de negocio. Estaba nervioso, agarré una racha mala y perdí casi todo. Ahí conocí en realidad a Manuel que estaba jugando en mi misma mesa, se dio cuenta de lo que estaba haciendo, conversamos, fuimos a comer y tuvo un gesto que valoré mucho: me prestó plata. Me quedaban 1.000 dólares y me prestó 5.000 más. Recuperé y se los devolví a la noche siguiente. De alguna manera, fue mi mentor. Yo me había preparado mucho, pero de Manuel aprendí un montón. Siempre fui muy teórico y le enseñé estrategias de juego, técnicas avanzadas, análisis de números y él me enseñó algo más valioso relacionado con la fortaleza mental y la actitud. Jugar al blackjack de manera profesional requiere de mucho coraje, porque te pone a prueba psicológicamente de manera muy cruda.
-¿Qué decía tu familia?
-Mi familia no sabía nada. Al único que le conté fue a mi hermano más grande. Ya vivía solo y además llega un momento que el estilo de vida habla por sí solo y no se puede cuestionar nada. Jamás pedí dinero prestado.
Casinos por el mundo
-Jugaste en muchos casinos del mundo, ¿dónde están los mejores?
-En la gran mayoría de los casinos de Europa Occidental es casi imposible jugar al blackjack porque tienen las barajadoras automáticas y no se pueden contar. Los mejores están en Europa Oriental, en Checoslovaquia, Hungría. Fui a Las Vegas, pero no es un buen destino para jugar al blackjack porque las condiciones no son buenas y en los últimos años se deterioraron más.
-¿Recordás alguna anécdota en esos casinos de Europa Oriental?
-Ya era muy conocido en el ambiente internacional del bkackjack, especialmente por el conocimiento de técnicas avanzadas. Y un día me escribió un jugador de póker italiano diciéndome que había encontrado un casino en Europa que tenía cartas con defectos en los bordes, en el patrón del dibujo. En ese casino podíamos manipular las cartas, lo que nos permitía jugar con una técnica que se llama edge sorting (ordenamiento de bordes): podes ordenar las cartas de tal manera que entendes qué rango de valores tiene la carta que está abajo. Es una técnica súper compleja y para sacarle provecho requiere de mucha coordinación. Con Manuel, convocamos a otros cuatro jugadores, también peruanos, y armamos una estrategia de equipo. La primera noche fue un desastre, nos salió todo mal, pero la ventaja era tan grande que igual ganamos. Nos reorganizamos, y al día siguiente los hicimos pelota en un par de horas. En un momento Manuel se tuvo que ir y yo cometí el error de decirles a los otros chicos que fuéramos a otra mesa donde se jugaba un blackjack más tradicional, nos expusimos y se dieron cuenta que éramos contadores de cartas, que no éramos simples suertudos. Al día siguiente, cuando bajamos, el gerente del casino nos dijo que ya no podamos seguir jugando.
-¿Te echaron de muchos casinos? ¿Es fácil darse cuenta de que alguien sabe contar cartas?
-No me echaron de muchos casinos, principalmente, porque en Sudamérica no es legal que te echen por contar cartas si no hiciste nada, no peleaste, ni armaste lío. Pero muchas veces me cambiaron las condiciones de juego para anular mi ventaja. La seguridad y la gerencia del casino tienen que estar instruidos para notarlo. Cuando empecé era muy fácil jugar, pero con el tiempo aparecieron muchos contadores de cartas, los casinos empezaron a perder, se avivaron y se complicó todo. En parte, es una de las razones por las que dejé de jugar, porque se me hizo difícil acceder a condiciones que fueran favorables.
-¿Tuviste más malas rachas?
-Mi peor racha duró tres meses en los que perdí 60.000 dólares. Sucedió en varios casinos. Me acuerdo que una vez en Victoria, Entre Ríos, me puse a llorar de la impotencia. Es un casino, hasta el día de hoy, que tiene las mejores condiciones del mundo para jugar. Llevaba 40.000 dólares perdidos, ese día cambié 15.000 dólares y los perdí en veinte minutos. Era invierno, no había nadie porque era día de semana, salí y me senté a la orilla del río y fue una de las pocas veces que me largué a llorar.
-¿Cómo la diste vuelta?
-Con disciplina. La única manera es confiar en que estás haciendo las cosas bien, en los números, asegurarte de que no te están haciendo trampa y no desesperarte. Hay que entender que las rachas, negativas y positivas, son parte del juego. No hay una fuerza sobrenatural queriendo hundirte, es parte de lo que puede pasar y la única manera de salir de esos pozos es seguir jugando bien. Si te desesperas y queres salir a los apurones te hundís porque empezar a jugar como un jugador común y no como un profesional. Les sucede a muchas personas, se tildan y en su intención de querer recuperar, no piensan. Por suerte eso nunca me pasó, pero conozco a varios contadores de cartas que se fundieron por no poder controlar sus emociones. En un mes y jugando muchas horas, salí de esa mala racha y recuperé todo. Tengo las curvas de evolución de mi caja, los días de ganancias y pérdidas, y es una tendencia siempre ascendente, pero con picos que caen y rebotan.
Entrenamiento espartano
.¿A qué te dedicas hoy?
-Tuve muchos negocios. En el 2013 conocí a Guido Van Hemelryck, creador de Espartano 360. Cuando viajaba a Lima para jugar, entrenaba con él, nos hicimos amigos y al tiempo empezamos una relación profesional. Me formé con él y abrimos un cuartel espartano en Recoleta en el 2017 y otro en Olivos en el 2021. Lo que me permitió traer el entrenamiento Espartano a nuestro país fue todo fondeado por plata del juego, con lo cual guarda una relación estrecha.
-Invertiste tus ganancias.
-Claro. Mi plan original siempre fue ese, porque no me gusta el ambiente del juego. Sabía que me iba a cansar, después fui papá y mi idea era jugar un tiempo, ganar plata e invertirla en negocios para poder salirme de eso.
-¿Qué es el entrenamiento Espartano?
-Es un sistema de entrenamiento funcional que combina metodologías que trabajan todo el cuerpo en 360º, no dejando nada afuera: agilidad, potencia, coordinación, resistencia, balance. Y nos especializamos en entrenamiento con obstáculos (OCR). Con el dinero que gané jugando al blackjack abrí varios negocios y rompí varios platos en el camino porque abarqué más de lo que podía apretar, hasta que me estabilicé. En gran parte, no podría tener la vida que tengo hoy sin mis años de jugador.
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