Las escuelas, en alerta por el sadismo y la violencia de una serie de Netflix
Desde distintas instituciones educativas han mandado notas a padres de chicos de primaria para transmitirles su preocupación y hasta se han organizado charlas
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“Queremos advertirles que algunos alumnos del segundo ciclo [4°, 5° y 6° grado de la primaria] han empezado a ver la nueva serie de Netflix El juego del calamar. Si no lo han hecho aún, es probable que lo hagan o lo empiecen a escuchar en estos días ya que se promueve en juegos como Roblox y otros”. Así comienza la nota que las autoridades del colegio Michael Ham, en Vicente López, mandaron a las familias a principios de este mes, con la intención de alertar a los padres sobre el contenido extremadamente violento de la serie surcoreana, que según informó la plataforma de streaming ya fue vista por más de 100 millones de usuarios. Un éxito sin precedente.
El motivo de preocupación de los maestros y directores de las escuelas surgió cuando los alumnos comenzaron a replicar en los recreos algunos de los juegos que forman parte de la serie —calificada como apta para mayores de 16 años—, que básicamente cuenta la historia de un grupo de personas que no tienen un buen pasar económico y participan en una competencia de juegos infantiles. El que gana puede llevarse un premio millonario, pero el riesgo de perder es mortal. Al que se equivoca, lo matan. Punto.
“Cuando mandamos la nota todavía no era furor, pero sucedió que en uno de los recreos una alumna de 4° grado se acercó a la maestra para contarle que estaba asustada, que tenía miedo —dice Mariana Gallagher, vicedirectora Académica del colegio—. Cuando la maestra comenzó a indagar, la chica le dijo que había visto el primer capítulo de esa serie, y que no sabía qué podía pasar si jugaba a uno de esos juegos. Empecé a investigar un poco más y nos dimos cuenta de que teníamos que hacer algo para prevenir. Los chicos de estas edades, sobre todo del nivel primario, no están emocionalmente preparados para ver contenido inapropiado. Por eso mandamos la nota”, explica Gallagher.
Simbología peligrosa
La preocupación fue escalando en la última semana, porque los juegos de la serie, algunos tan populares que perduran de generación en generación, como “1,2,3 cigarrillo 43″, o también conocido como “Luz verde, luz roja”, fueron resignificados desde la aparición de la serie, con una simbología que los educadores califican como “brutal, sádica y muy peligrosa”.
Como directora del Colegio Manuel Belgrano, en José C. Paz, Lidia Escobar asegura que los efectos negativos de la serie “están haciendo estragos”. Las primeras señales fueron advertidas también en los chicos y chicas del segundo ciclo, pero a fines de la semana pasada, las repercusiones llegaron a las salas de 4 y 5 años, en el nivel inicial. “En el rato que tienen de juego libre, que nosotros llamamos la hora del parque, estaban jugando y una nena empezó a gritarle a un compañero que estaba eliminado, que lo había matado y que no podía seguir jugando. La maestra intervino, y algunos le contaron algo sobre la serie, sin recordar bien el nombre”, relata Escobar, que también decidió mandar una nota a las familias para explicarles la influencia y los efectos negativos que este tipo de contenido puede provocar en los más chicos.
“Los chicos imitan lo que sucede en la serie, toman roles y lo llevan a la dramatización a través del juego, donde incorporan la violencia, la naturalizan; donde el acto de hacer daño a otro está avalado, reconocido —señala la directora—. Ahora estamos organizando una jornada escolar para abordar el tema con los chicos, en grupos más pequeños. Aunque estos son disparadores que también se trabajan desde ESI [Educación Sexual Integral] porque tienen impacto en muchos planos de la vida de los chicos y los adolescentes, desde la relación con el otro, el contacto, la comunicación, la tolerancia y lo sexual”, señala Escobar.
Y agrega: “La verdad es que después de tanto tiempo de mantener la distancia por el Covid, ahora tenemos que aprender a acercarnos al otro, a comunicarnos, a encontrarnos, a respetarnos, y series como El juego del Calamar no ayudan a lograr ese aprendizaje. Por el contrario, siembran el trato violento y la falta de amor hacia el otro”.
Error y confinamiento
Según los especialistas en psicología y educadores, el impacto de la educación remota y de los sistemas bimodales provocaron fuertes cambios de hábitos en los chicos, y la salud emocional de los adolescentes viene en caída desde hace más de un año y medio. Tristeza, irritabilidad, pérdida de intereses, depresión y hasta alteraciones en la alimentación son algunas señales que preocupan a los expertos; factores que también incidieron —según una encuesta de Unicef— en el retorno a las aulas, ya con presencialidad absoluta.
Para la psicóloga Susana Mauer, que trabaja con niños y adolescentes, la serie es una inadmisible incitación a la violencia, la agresión y el desprecio por el prójimo, que se cuela en la vida de los chicos en un momento crítico, donde persisten las manifestaciones sintomáticas como los cambios de humor, el desgano, los trastornos del sueño o los comportamiento alimentarios alterados, con los que adolescentes han sobrevivido a la pandemia.
Otro de los puntos de discordia es que la serie refuerza esa idea de que no hay lugar para el error. El que se equivoca muere, lo matan, es eliminado. Para los educadores, la lección que deja la serie es devastadora, porque el error es clave en todos los procesos de aprendizaje; una pieza que funciona como andamiaje en el camino de crecimiento. Los errores, coinciden todos los especialistas consultados, ayudan a crecer, a tolerar las frustraciones y a conseguir los éxitos.
Las preocupaciones son múltiples, y la inquietud crece al ritmo de la repercusión de la serie. Por eso, desde la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba) organizaron una serie de charlas con distintos expertos. “La gran repercusión que este tipo de series de alto contenido de violencia han tenido, sumado al desgano y la desmotivación que algunos adolescentes manifiestan como producto del confinamiento, hace que la escuela no pueda quedarse al margen”, señala Miriam Udi, de la comisión directiva de Aiepba, que organizó dos disertaciones programadas a través del Instagram de la asociación para debatir sobre el tema. Una será el próximo martes, a las 19, bajo la conducción de la psicóloga Maritchu Seitún, dirigida a padres y educadores; y otra que comandará el psicólogo Fernando Nievas, el próximo jueves 28, también a las 19, pero esta vez destinada a los alumnos.
“La recomendación de estar atentos al contenido de lo que ven nuestros hijos es para poder acompañar y no adelantar temas que puedan ser difíciles de abordar a ciertas edades. Esto no significa de ninguna manera tapar las emociones ni dejar de dar lugar a conversaciones profundas sobre la violencia, la sexualidad y la muerte —puntualiza Gallagher, que también es directora Emocional del Michael Ham—. La escuela debe tomar estos temas, pero en un marco de acompañamiento y de valores, cuidando la etapa evolutiva de cada grado. Por eso, esta serie no es apropiada para niños de primaria. En secundaria debiera ser para los más grandes, y es importante estar presentes y poner palabras a las emociones que genera”.
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