El jinete de América descansa con sus amigos
Las cenizas de Tschiffely reposan con las de Gato y Mancha
AYACUCHO (De una enviada especial).- La historia del jinete que al lomo de Gato y de Mancha recorrió la geografía americana entre abril de 1925 y septiembre de 1928 para unir Buenos Aires con Nueva York y demostrar la resistencia del caballo argentino no quedó atrapada en las páginas amarillentas de los libros y los diarios.
Aquel educador suizo que vivió su juventud en Inglaterra y conoció las costumbres por boca de Cunninghame Graham, que trabó amistad con los hombres de a caballo cuando llegó a nuestro país y encaró el desafío de recorrer 20 naciones de América, volvió a reunirse con sus pingos a 70 años de su hazaña.
Los restos de Aimé Tschiffely fueron depositados ayer junto a la tumba de sus entrañables Gato y Mancha, para cumplir con su última voluntad. El acto, realizado por iniciativa de la Asociación de Criadores de Caballos Criollos y de la familia Solanet, respondió a una carta escrita por Violeta Hume, viuda del jinete, y descubierta recientemente en el archivo de la estancia El Cardal.
Una larga procesión de a caballo inició el homenaje. Custodiadas por Juan Dindart, el paisano que cuidó de los caballos hasta su muerte, las cenizas del aventurero llegaron hasta el altar donde se celebraría un misa. Casi 500 personas participaron del encuentro.
Los artículos publicados por Tschiffely en La Nación y las cartas que envió a Emilio Solanet fueron expuestos .
"Es un honor para nosotros ser testigos del reencuentro de estos compañeros de andanzas, que demostraron las virtudes de la raza Criolla. Recordar a Aimé es no dejar morir nuestra identidad. El se mantiene vivo en nuestros corazones como un modelo de coraje y de esfuerzo", expresó Jorge Miglione, de la Asociación de Escritores Tradicionalistas de Lomas de Zamora.
"Descubrí la historia de Aimé en una de mis lecturas. Encontré entre mis cosas versos profundos dedicados a él y escritos por el payador Acosta García, de Coronel Dorrego. Estoy feliz de presenciar la llegada del jinete a la tierra de sus caballos", comentó Fausto Jan, gaucho de Tandil.
Oscar Emilio Solanet y su esposa, Teresa, aseguraron: "Se cumplió un sueño. Ahora nos gustaría encontrar apoyo para crear una película sobre el recorrido de Aimé. Si él y mi padre, quien le regaló los caballo para su raid, nos están viendo, esto les provocará tanta alegría como a nosotros". Para Teresa y Carmen Menéndez Hume, sobrinas nietas de la esposa de Tschiffely, el acto significó una vuelta al pasado. "Me parece ver en el pequeño departamento de Londres la montura, el lazo, las riendas, las boleadoras, el sombrero. Se trataba del equipo del hombre que nos contaba historias fascinantes, que después leía en sus libros. Estoy emocionada por revivir esos momentos", comentó Carmen.
Terminada la misa, las cenizas de Aimé llegaron a su destino final. Ya descansa con sus amigos.