“El impacto podría ser tremendo”: temor entre los científicos por la posible llegada de la gripe aviar a la Antártida
En la región, hay más de 100 millones de aves; según los investigadores, muchas de ellas probablemente sean vulnerables al virus
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NUEVA YORK.- Durante los últimos tres años, una variante sumamente letal de la gripe aviar arrasó el mundo, y causó la muerte de aves en Europa, África y Asia, antes de cruzar el océano y desatar el mayor brote de esta enfermedad en la historia de Estados Unidos.
Hace casi un año, el virus conocido como H5N1 finalmente llegó a América del Sur, donde se propagó vertiginosamente por la Costa del Pacífico, matando aves silvestres y mamíferos marinos en cantidades alarmantes. Tan solo en Chile y Perú se han registrado más de 500.000 aves marinas y 25.000 lobos marinos muertos, según un nuevo informe publicado la semana pasada por la red de expertos en gripe aviar Offlu.
Ahora los científicos temen que el virus se haya abierto paso hasta la Antártida, uno de los únicos dos continentes, junto con Australia, que todavía no ha sido alcanzado por el mortal patógeno. “El impacto negativo de este virus para la fauna antártica puede ser tremendo, incluso peor que el que tuvo sobre la vida silvestre sudamericana”, señala el informe.
En la Antártida y las islas cercanas se aparean más de 100 millones de aves, y en las aguas circundantes pululan infinidad de mamíferos marinos. Algunas de esas especies, incluidos el característico pingüino emperador y el lobo marino antártico, viven agrupados en grandes colonias. “Y esa podría convertirse en una receta para el desastre”, señala el doctor Ralph Vanstreels, investigador del programa de salud de la vida silvestre de la Universidad de California y autor del nuevo informe. “La tasa de mortalidad entre esos animales podría ser altísima.”
Origen
La variante H5N1 de la gripe aviar surgió en 2020 y desde entonces ha causado grandes brotes en las granjas avícolas: tan solo en Estados Unidos, mató a unos 60 millones de aves de corral. Pero a diferencia de las variantes anteriores, la N5H1 también se ha propagado vertiginosamente entre las aves y los mamíferos silvestres.
El virus fue registrado por primera vez en América del Sur en 2022, y en apenas tres meses se propagó desde Colombia hasta Chile. “Avanzó hacia el sur a toda velocidad”, apunta la doctora Marcela Uhart, directora del programa de salud de la vida silvestre de América Latina de la Universidad de California y otra de las autoras del informe de Offlu.
La totalidad de esas muertes es difícil de estimar porque muchos animales infectados probablemente nunca son detectados, dicen los científicos, y porque no todos los que aparecen muertos son testeados para saber si murieron a causa del virus. Pero en América del Sur ya se reportaron cientos de miles de aves marinas muertas, incluidos cormoranes, alcatraces y gaviotas. Las pérdidas representan el 36% de la población de pelícanos en Perú y el 13% de los pingüinos Humboldt de Chile, según el informe.
Los lobos marinos sudamericanos también murieron de a miles, una pérdida del 9% de su población en Perú y Chile. Los científicos todavía no están seguros de cómo contraen exactamente el virus los mamíferos marinos, o si se está propagando fácilmente entre las poblaciones de ese animal.
Y el virus siguió avanzando hacia el sur. En junio, fue detectado en un león marino sudamericano muerto en el extremo sur de Chile, a solo 1000 kilómetros de la Península Antártica. Algunas aves deambulan regularmente entre América del Sur y la Antártida, y se alimentan en ambos lugares. Otras llegan a sus lugares de apareamiento en la Antártida cuando empieza la primavera en el hemisferio sur, trayendo potencialmente el virus con ellas.
Miedo
La Antártida nunca ha tenido un brote de gripe aviar altamente patógena y es probable que sus habitantes animales tengan pocas defensas inmunitarias contra el virus. “Las poblaciones son completamente ajenas a este virus”, afirma el doctor Thijs Kuiken, patólogo veterinario del Centro Médico de la Universidad Erasmus en los Países Bajos y otro autor del nuevo informe. “La gran preocupación es que cuando llegue tenga un alto impacto en términos de tasa de mortalidad.”
Muchas de las aves de la región, incluido el pingüino emperador y la pardela, ya enfrentan otras amenazas, como el cambio climático, la industria pesquera u otras actividades humanas. Algunas especies, como el pato austral y el cormorán de la Macquarie, están restringidas a unas pocas islas. “Por lo tanto, si en esas islas se produjera un brote, colapsaría básicamente toda la especie colapsa”, advierte Vanstreels.
Los mamíferos marinos locales también podrían estar en riesgo. Aunque el lobo marino antártico tiene una distribución muy amplia en el continente blanco, el 95% de su población vive alrededor de una sola isla, lo que los vuelve muy vulnerable a un brote.
A esta altura el virus se ha extendido tanto que tal vez no sea posible evitar que llegue a la Antártida. “Por el momento no hay nada que podamos hacer para evitarlo”, apunta Kuiken. “Por eso en los próximos meses tenemos que estar en alerta máxima.”
Lo fundamental será monitorear las poblaciones silvestres para entender mejor cómo se propaga el virus, qué especies corren mayor riesgo y qué acciones de conservación serían necesarias para ayudar a que se recuperen en número, apuntan los científicos. “Estamos tratando de documentar todo esto en detalle, para comprender cómo avanza el virus y así poder proteger mejor a esas especies en el futuro”, dice Uhart.
Por Emily Anthes
(Traducción de Jaime Arrambide)
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