El idioma, barrera para la integración
Para poder leer un diario en chino mandarín hace falta conocer aproximadamente 3000 caracteres y sus combinaciones (un diccionario contiene 40.000). Para un hablante de lengua occidental, aprender chino a este nivel es como volver a ser un niño que debe aprender a hablar, leer y escribir, ya que casi no existen puntos de conexión ni raíces en común entre los idiomas. Eso explica que se tarde entre cuatro y ocho años dominar el chino mandarín.
Lo mismo vale para un chino que quiere aprender, por ejemplo, español. Es una tarea monumental que conlleva mucho tiempo y esfuerzo. Sobre todo si la persona no proviene de un entorno donde lo académico es la prioridad o lo habitual.
El 80% de los inmigrantes de origen chino en la Argentina es de Fujián, una provincia superpoblada cuyo desarrollo no llega a beneficiar a todos sus habitantes. El desempleo y, quizás también, el espíritu aventurero de esta etnia explican la tradición de emigrar de China y construir exitosas diásporas muy lejos de su tierra.
Durante la última década y media, los fujianos que inmigraron a la Argentina han inventado y construido una industria muy ajustada a sus habilidades y limitaciones culturales. Los conocidos supermercados chinos son un sistema de interrelaciones comerciales y familiares muy aceitado que permite que un compatriota fujiano inmigre a la Argentina y sea recibido con techo, comida y trabajo.
Los fujianos son étnicamente muy unidos y solidarios, y pueden parecer a veces cerrados a la integración cultural en el país que los recibe. Es cierto que muchos chinos podrían hablar mejor español, hacerse hinchas de un equipo de fútbol o comer comida más "argentina"; en fin, salir de la zona conservadora y aventurarse un poco en la cultura local.
También pecaríamos de incomprensivos si no admitiéramos que éste es un proceso lento, que requiere de un rol activo de ambas partes. Cuando me mudé a China, pasó mucho tiempo hasta que pude ingresar en círculos de amigos chinos. Lo logré no sólo con el esfuerzo de aprender el idioma, sino también gracias a la gran hospitalidad, apertura y predisposición de mis anfitriones chinos.
La Argentina es un país de inmigrantes; la única diferencia entre ellos y nosotros es que nuestros ancestros llegaron unos siglos antes. Ningún grupo debe pretender monopolizar los patrones culturales y amonestar a quienes no se ajustan. La próxima vez que se vea tentado de quejarse porque un chino no habla bien español, piense que usted también podría aprender a decir "hola" y "chau" en chino, y hacerse un amigo oriental.
El autor, abogado, es intérprete de chino y autor del blog nuevachina.com
Andrés Echevarria