El hipnótico vuelo de una garza blanca y cómo a Carlos Pagni se le escapó la noticia del año
El analista político evoca su costado escéptico y reconstruye el entramado detrás de una polémica medida de la gestión kirchnerista
La culpa puede haber sido de la garza. Una garza blanca, esbeltísima, que recorría el inmenso jardín de la isla El Descanso, el paraíso que mi amigo Claudio Stamato creó en el Delta. Era el 13 de octubre de 2008. El feriado del 12 se había pasado para ese lunes. Yo me había tomado el día para salir de la ciudad y, después de almorzar, había salido con la cámara de fotos a perseguir a esa garza por la arboleda.
Cuando estaba por sacar la que podría haber sido la mejor foto, comenzó a sonar, molestísimo, el celular. Intenté no atender en dos oportunidades pero, al final, me rendí. Era un amigo que vive en Córdoba, casi aislado, en un campo, pero que a pesar de eso suele tener buena información. Sin embargo, esta vez parecía alucinado: "Carlos, prestá atención. Se están por quedar con los fondos de pensión. Son 90.000 millones. Ponete a mirar". Entre compasivo y cortante, le contesté. "Ok, ok, me pongo a mirar". Y traté de apuntar de nuevo hacia la garza.
Es posible que la interrupción de la persecución fotográfica haya sido determinante. Puede ser que, por el contexto en que irrumpió, la información me resultara fastidiosa. Y, además, inverosímil. Esto último suele ser determinante: uno suele evitar poner en movimiento la maquinaria de consultas para preguntar por un disparate. Cualquiera sea el motivo, me dejé estar.
El miércoles, mi amigo llamaba de nuevo desde su finca cordobesa: "¿Y? ¿Verificaste?". Me pareció desconsiderado decirle que no, que la versión me parecía un poco delirante. Preferí tranquilizarlo con un "estoy en eso". "Carlos, ponete las pilas. Están ahí de hacerlo", me reiteró.
El viernes era 17 de octubre. ¿Qué mejor manera de celebrarlo que almorzando con Ricardo López Murphy? Fuimos con él y con Roberto Starke al Sheraton de Córdoba y Maipú. Apenas nos sentamos a la mesa, apareció Pablo Fondevila, que se dirigía hacia una mesa del fondo. Le comenté a Roberto: "Mirá quién viene. El marido de tu socia". Me refería a Analía Del Franco, con quien Starke colaboraba en los estudios de opinión pública. "Hace años que no lo veo, ¿en qué anda?", pregunté. "Está acá enfrente, en la Ansés. Es el encargado de tecnología", me contó Roberto.
El azar me hizo quebrar el punto de inercia. Cuando Fondevila ya estaba cerca de nosotros, me levanté y lo intercepté. "¡Qué hacés Pablo! Disculpá que te haga una pregunta extrañísima. ¿Es posible que ustedes se estén por quedar con los fondos de las AFJP?". Fondevila entrecerró los ojos y me miró como si yo estuviera a kilómetros de distancia: "No…, no… Nada que ver", me contestó. "Sí, es obvio. Pero me insisten tanto con esa posibilidad que aproveché que te veía para descartarla", le expliqué, un poco intimidado. Volví a la mesa y comenté: "Era obvio. Un amigo me insiste en que se quieren quedar con la plata de los fondos de pensión, pero es muy delirante. Le pregunté a Fondevila y me lo desmintió como si yo estuviera borracho".
Publicada en tapa
El lunes siguiente me levanté tardísimo. Sin leer los diarios me dirigí al Club Español, donde almorzaría con Ricardo Yofre y Charly Fernández. Durante el viaje en taxi, reaparece la voz de Córdoba, excitadísima: "Carlos, te dije que te pusieras las pilas. Averiguá lo de las AFJP porque ya está en el portal de Clarín". Mi amigo no recibe los diarios en papel. Si lo hiciera, se habría enterado de que la noticia estaba en la tapa de Clarín. Quedé consternado. Entré al restaurante, donde ya estaba Yofre, y empezamos a comentar la novedad. Hasta que llegó Charly que, desde lejos, dictaminó: "Bueno, ya tenemos el tema del almuerzo, ¿no? La noticia del año". Con esas palabras me hizo notar lo que, en defensa propia, apenas presentía: lo que me había perdido. Les conté lo que me había pasado. Me dieron las condolencias. Y me sumergí en el silencio. Media hora más tarde Charly interrumpió el diálogo con Ricardo para decirme: "Estás con la cabeza en cualquier otra cosa, ¿no?". Claro.
La frustración, en estos casos, es mortificante. Uno regresa al camino recorrido pensando en lo que debería haber hecho y no hizo. Como si quisiera volver el tiempo atrás. Por suerte, al poco tiempo, tuve un alivio. Una información que me hizo pensar en que se me escapó "la noticia del año" no sólo por error. Tuve un encuentro circunstancial con el entonces jefe de Gabinete, Sergio Massa, que me dijo: "Escuchame, turro, ¿me podés decir cómo te enteraste de lo de las AFJP?". "¿Y cómo te enteraste de que me enteré?". Cuenta Massa: "Vos se lo contaste a Fondevila, que dormía el sueño de los justos. Él volvió a la Ansés y se lo comentó a Amado, intrigado por la extrañeza. ‘Me encontré con Pagni. ¿Sabés qué me preguntó? Si nos íbamos a quedar con las AFJP. ¿Loco, no?'. Boudou saltó del sillón y me fue a ver. ‘Tenemos que hacer algo. En LA NACION ya saben lo que estamos planeando. Pagni se lo dijo a Fondevila'. Analizamos el problema y tomamos la decisión. Se lo dimos a Clarín".
Así fue cómo, por mi negligencia y por complicidades fuera de control, perdí una primicia tan interesante. Con un agravante: cuando empezó todo, también se me escapó la garza.
En muchas ocasiones la peripecia política me ayudó a recordar esta anécdota. Sobre todo cada vez que vi a Boudou con la frase "Clarín miente" en la remera.