El héroe de Malvinas que murió para salvar a sus compañeros, pero aún no tiene tumba
Ernesto Espinosa falleció carbonizado en el puesto ovejero Top Malo House para que 12 comandos pudieran salir de allí, reagruparse y combatir contra las tropas británicas
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“El teniente Ernesto Espinosa es el sargento Cabral del siglo XX. A Cabral, la historia lo recuerda por haber ofrendado su vida a cambio de salvar la de José de San Martín en el Combate de San Lorenzo. Espinosa murió carbonizado en el puesto ovejero Top Malo House para que sus 12 compañeros pudieran salir de allí, reagruparse y combatir contra las tropas británicas que habían rodeado el lugar. Espinosa es un héroe de guerra: que a 40 años de su muerte aún no tenga un recordatorio en el lugar donde cayó es ofensivo”.
Quien habla es el investigador británico Nicholas Tozer, hijo de padre inglés y madre argentina y un experto en el conflicto bélico por las Islas Malvinas. En sus dichos, Tozer –que además fue el primero en reclamar por Espinosa ante el Foreign Office en 1999– refiere al combate de Top Malo, ocurrido en la mañana del 31 de mayo de 1982. Espinosa, de 25 años, integraba la Compañía de Comandos 602, que había cumplido la misión de infiltrarse detrás de las líneas enemigas, llegar a la cumbre del Monte Simón (una elevación de 500 metros en la Isla Soledad) y desde ahí informar sobre los movimientos británicos tras el desembarco en San Carlos. Esto, hasta que sus comunicaciones fueron detectadas y bloqueadas.
El 30 a la mañana, tras una fuerte nevada, los comandos empezaron el repliegue hacia las zonas defensivas argentinas, a la espera de un helicóptero que los rescatara. Aun con temperaturas bajo cero, cruzaron el Arroyo Malo con el agua hasta la cintura y llegaron al puesto ovejero de dos pisos de madera y chapas, donde pasaron la noche, secaron sus ropas y los afectados con un principio de congelamiento lograron recuperarse.
La brumosa mañana del 31, el grupo, próximo a reiniciar la marcha, escuchó ruidos de helicópteros, que inicialmente creyó propios. Pero eran naves británicas que acababan de dejar en tierra a 23 hombres del Escuadrón de Guerra para la Montaña y el Ártico. Apostado en un ventanal del primer piso, Espinosa, que era el tirador especial de la patrulla, pudo alertar a sus camaradas y empezó a disparar. Su acción le dio tiempo al resto para abandonar el galpón y tomar posiciones más favorables para resistir, pero a la vez lo convirtió en el blanco del fuego enemigo.
Espinosa murió al comienzo del enfrentamiento por el impacto de los lanzacohetes que incendiaron el puesto ovejero. Tras la resistencia argentina, que duró media hora, el capitán y jefe del Comando 602, José Vercesi, pidió buscar a Espinosa entre los restos del derrumbado galpón, pero el capitán Rod Boswell, al mando de la fracción británica, le dijo que era en vano.
El primer reclamo local por Espinosa, del que LA NACION dio cuenta en abril de 2012, data de febrero de 2011, cuando el hoy teniente coronel (R) Vercesi y la periodista Marisa Bisceglia, cofirmante de este artículo, presentaron al entonces gobernador isleño Nigel Haywood un nuevo pedido. En este caso, invocando el Convenio de Ginebra de 1949, del que la Argentina y el Reino Unido son adherentes y que en su artículo 17 dice que “las partes en conflicto velarán porque se entierre a los muertos honrosamente”.
Cementerio de Darwin
A lo que Haywood respondió: “Todos los restos humanos (argentinos) fueron retirados y sepultados en el cementerio de Darwin”, agregando que no había registro de que este no fuera el caso de Espinosa; y que la legislación isleña no contenía “ninguna disposición” que permitiera “designar a la Casa Top Malo como sitio protegido, ni a través de una ley de protección de las islas Falkland ni por aplicación de legislación británica”. También indicó que Gordon Ramsey, en su libro The Falkland´s War, Then and Now, escribió que “según se cree”, Espinosa “está sepultado en Darwin como ‘soldado solo conocido por Dios’”.
Esa posibilidad, sin embargo, fue refutada recientemente por una muestra de ADN aportada por la hermana del teniente Espinosa, Liliana, en el marco del Plan Proyecto Humanitario para identificar a los soldados argentinos enterrados como NN en Darwin.
Para el general (R) Sergio Fernández, titular de la Asociación de Veteranos de Guerra de Malvinas, la resolución del caso Espinosa requiere del “máximo esfuerzo de ambos gobiernos”, y a tal fin propone investigar lo sucedido en Top Malo luego del combate: “Aparentemente, su cuerpo quedó entre las ruinas del puesto ovejero, pero antes que nada hay que descartar que sus restos puedan ser hallados en algún lugar mediante testigos, porque aun en el peor de los incendios siempre quedan restos”.
A modo de ejemplo, Fernández y Alejandro Amendolara, abogado y estudioso de la guerra de Malvinas, señalan dos casos. El de un helicóptero del Ejército derribado el 30 de mayo de 1982 al oeste del Monte Kent, donde murieron seis gendarmes finalmente identificados en 2021; y el de un Lear Jet abatido el 7 de junio en la Isla Borbón, con cinco víctimas fatales. Algunos, inhumados en Darwin y otros, recién encontrados en 1994, en Borbón. Todos, a la espera de muestras de ADN que permitan identificarlos en una nueva etapa del plan humanitario.
Cardozo
Geoffrey Cardozo, el excoronel británico encargado de recuperar y darles sepultura en Darwin a los caídos argentinos en las islas, sostiene que el caso de Espinosa “no es comparable” a los del helicóptero y el Lear Jet, porque en esos casos “sí se hallaron restos”. Pero Fernández insiste en que primero hay que desechar que no haya restos de Espinosa en algún sitio.
Según Agustín Vázquez, un apasionado del tema Malvinas que mantiene contacto con varios excombatientes británicos de Top Malo, la primera patrulla que volvió al destruido puesto ovejero –probablemente un día después del combate– fue la unidad de Inteligencia al mando de Nick van der Bijl, a quien este diario no pudo ubicar. “Esa información me la dio el veterano Chris Stone, pero yo tampoco logré contactar a Van der Bijl”, comenta Vázquez.
Tozer sabe de al menos dos visitas a Top Malo en los días siguientes al combate. “Una para ver si quedaban armas y explosivos, y otra para una inspección oficial del lugar. Los militares británicos con los que conversé del tema me dijeron que esas son visitas rutinarias y nunca me hicieron referencia al cuerpo de Espinosa o restos de él. Habría que ver qué dicen esos informes, que deberían estar en el Ministerio de Defensa de británico”, dice el investigador. “Yo nunca fui a Top Malo tras la guerra. No lo hice porque se me informó que el lugar estaba libre de víctimas y que la casa estaba totalmente destruida”, añade Cardozo.
Sobre los pasos a seguir por parte de la Argentina, LA NACION intentó hablar con el secretario de Malvinas en Cancillería, Guillermo Carmona. Pero su vocera comunicó que el tema “no es competencia” de esa área porque la Cancillería –junto a la Cruz Roja Internacional– se aboca al reconocimiento de cuerpos, mientras que el asunto en cuestión “no tiene que ver específicamente con una tumba”; y agregó que todo lo referido a veteranos de guerra y combates en Malvinas es de la órbita del Ministerio de Defensa. Sin embargo, Defensa, a través de su Oficina de Coordinación de Veteranos de Malvinas, aclaró que “lo relacionado al tratamiento de tumbas en las islas no es incumbencia” de ese sector.
“La asociación que presido nunca trató el tema Espinosa con Defensa. Nuestra relación con la Cancillería surgió a partir de los acuerdos para las identificaciones a principios de 2017. Para nosotros, el caso Espinosa era uno más de los casos a resolver”, suma Fernández. “Si bien la Cancillería siempre manejó el tema, al no haber restos identificables, es posible que la cuestión exceda los límites de su competencia, pero lo que no puede ocurrir es que el tema caiga en un vacío por cuestiones burocráticas de jurisdicción. Espinosa es un soldado argentino muerto en combate y el Estado argentino no puede desentenderse de su destino”, afirma Tozer.
“Si la Argentina no hace un pedido formal, el Foreing Office no va tomar la iniciativa y, por ende, el gobierno de las islas tampoco va a mover”, dice Amendolara. Tozer lo confirma: “Los isleños no le agradecen a Gran Bretaña el cementerio de Darwin, y si la Argentina no hace del reclamo por Espinosa una cuestión de Estado, los isleños van a hacer todo lo posible para que Top Malo no se convierta en un lugar de peregrinaje argentino”.
Sin hablar de Espinosa, la Embajada británica en Buenos Aires remarca: “Desde la firma del primer Plan Proyecto Humanitario en 2016, se logró la identificación de los restos de 119 soldados argentinos, un hecho que nos enorgullece. También apoyamos las visitas a las islas que a los familiares de los caídos les permitieron conocer el lugar donde se encuentran los restos de sus seres queridos y contribuir así a elaborar el duelo. Y estamos comprometidos a continuar cooperando con la Argentina y el Gobierno de las Islas Falkland para garantizar que los anhelos de las familias argentinas afectadas sigan siendo considerados de forma prioritaria”.
“Donde hay buena voluntad, hay posibilidades. El Reino Unido tiene una larga tradición en honrar a sus caídos en distintos lugares del mundo. En consecuencia, con Espinosa debería actuar igual. Y la Argentina debería mostrar un verdadero interés por su héroe de guerra, su sargento Cabral del siglo XX. Espinosa es una asignatura pendiente con alto contenido ético y moral, y no saldarla sería un insulto a la dignidad humana”, concluye Tozer.
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