“El Gran Barrio Chino”: cómo será el nuevo polo gastronómico y comercial en el bajo viaducto del tren Mitre que transformará la zona
El 28 de este mes, abrirán 25 locales en el corredor que va desde Juramento a Mendoza; en abril, otros 26 se desplegarán hasta Olazábal; todos deberán ofrecer algún servicio o producto vinculado a la tradición asiática
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“Lo llamamos el Gran Barrio Chino”, dice Tomás Garzon Maceda, director comercial de VíaViva, la desarrolladora que ganó la concesión para convertir al bajo viaducto del tren Mitre en un nuevo polo gastronómico y comercial, que, a largo plazo, se extenderá por 3.5 kilómetros de largo. Desde que elevaron las vías del tren, no solo se diluyeron los embotellamientos, sino que empezó a florecer un propio “ecosistema” debajo del hormigón.
Una muestra de cómo empezó a modificarse la zona es el Pasaje Echeverría, una cuadra que estaba tapada por las vías y ahora cuenta con bares y restaurantes de todo tipo. Dicen, ahí está el mejor ramen de la ciudad. Ahora, planean abrir la segunda etapa del bajo viaducto el 28 de este mes. Se trata del corredor que va desde Juramento hasta Mendoza, donde habrá 25 comercios. Mientras que el mes que viene se habilitará el tramo que llega hasta Olazábal, con otros 26 locales. La particularidad; todos los locatarios deberán ofrecer algún producto o servicio vinculado a las tradiciones o sabores asiáticos.
El ruido de las sierras, los martillos y las soldadoras solo significa una cosa: los obreros y los arquitectos están trabajando a toda velocidad para llegar a la fecha estimada de inauguración. Algunos vecinos, cuando se abre un espacio que permite ver hacia el interior del corredor, se detienen a espiar qué es lo que están construyendo. Algunos abrazan la idea de un nuevo paseo comercial, que llega para reemplazar terrenos vacíos y oscuros y locales viejos. Sin embargo, otros lamentan que, inevitablemente, el barrio va a adquirir una dinámica diferente. “Al Barrio Chino vienen cerca de 50.000 personas cada día del fin de semana, esperamos que ese número se duplique con estas aperturas”, asegura Garzon Maceda.
“Esto con las vías era inseguro y sucio. Obviamente, no se aprovechaba el espacio, porque pasaba el tren. Era lúgubre, como muchas zonas cercanas a las vías. Prefiero que haya lindos locales a lo que era antes, pero también temo que esto va a ser un loquero, no se va a poder caminar ni de día ni de noche por la cantidad de gente que va a venir”, opina Sergio Rubino, de 50 años, que vive en Arcos y Olazábal.
Juan Lazzaro, asesor urbano y líder de proyecto en la Secretaría de Desarrollo Urbano de la ciudad, explica que la intención siempre fue evitar que debajo del viaducto se construyeran cocheras o canchas de fútbol, como sucede en algunos barrios porteños con el bajo autopista, sino que buscan que los locales impacten de manera positiva en el barrio, ofreciendo locales variados y combinando la oferta privada con el espacio público.
“En total, entre este viaducto y el del tren San Martín, hicimos 35 reuniones participativas. Hay vecinos que están muy a favor de que en esta zona se diversifique la oferta gastronómica y comercial, luego hay otros que preferían estacionamientos porque faltan en el barrio, pero eso obviamente va en contra de la política de transporte de la ciudad. Por supuesto, se están evaluando opciones para mejorar la peatonalidad de la zona y los cruces deben tener las características necesarias como para que pueda circular esa cantidad de gente”, detalla Lazzaro.
La oferta de locales, aseguran, será variada y ViaViva ofrecerá servicios como se suelen encontrar en los shoppings. Es decir, habrá baños y seguridad privada. Además, el gobierno de la ciudad va a reforzar la custodia con efectivos policiales.
Todos los locales, cuenta Garzon Maceda, tendrán que innovar. “Les pedimos a todos que pongan su mejor local, que ofrezcan algo distinto a lo que se ve en locales de la marca en el resto de la ciudad. Por ejemplo, una reconocida marca de alfajores va a vender un sabor nuevo pensado para el Barrio Chino que solo se conseguirá acá”, describe.
Una oferta variada y novedosa
Uno de los lugares más novedosos será Nekofi Cat Café, que ofrecerá café de especialidad, pastelería con influencia asiática y platos típicos como el ramen a la hora del almuerzo o la cena. Pero la gran particularidad será que en un sector del local habrá una zona con gatos. El local trabaja junto con un refugio de animales y funcionará como un hogar transitorio. Por supuesto, aquellos que deseen adoptar un gato en el lugar, podrán hacerlo.
“Este concepto proviene de Asia, de países como Taiwán, Corea del Sur y Japón. Al ser mi socio y yo descendientes de surcoreanos y taiwaneses, quisimos traer este concepto al país y promoverlo, acompañándolo de una propuesta gastronómica que nos represente y, a su vez, hacer un aporte a la sociedad colaborando con causas que sean positivas”, explica Cristian Wang, uno de los socios de Nekofi.
Elisa Hsueh es otra empresaria gastronómica que apuesta a este nuevo corredor comercial. Ella está levantando tres locales en el tramo que va desde Juramento hacia Mendoza.
“Los tres son de comida al paso, aunque tienen conceptos muy diferentes. Uno es Chicken Club, donde el pollo será marinado y sazonado con el sabor típico del street food de Taiwán. Las recetas son las originales de mi mamá. Otro restaurante será de brochettes a la parrilla, se llamará Brochette City, que estará ambientado súper futurístico, con un estilo cyberpunk. Y, por último, tengo a Sakura. Con este concreté uno de mis sueños de abrir un bar de mocktails (tragos sin alcohol)”, resalta Hsueh.
“Será bastante mixturada la oferta, no habrá más de lo mismo. Todo lo que está surgiendo en el bajo viaducto es parte del éxito de haber realizado la elevación de la traza del tren que, como se ve, va mucho más allá del beneficio que generó en el tránsito de vehículos”, Álvaro García Resta, secretario de Desarrollo Urbano de la Ciudad.
Y mientras más, mejor. En su gran mayoría, los dueños de locales gastronómicos que ya se instalaron, por ejemplo, en el Pasaje Echeverría, ven a estas nuevas aperturas como una oportunidad, y no como una amenaza.
Tal es el caso de Max Hlousek, que abrió junto a su esposa, Valeria Vico, un lugar llamado Bar Helado, donde se hacen de manera artesanal sabores de helado como Malbec y Campari y, además, combinan los helados con tragos de autor. “Prefiero estar con 50 locales que estar solo, mientras más gente venga mejor para todos”, opina.
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