"El futuro no está predeterminado"
Según el investigador, la humanidad debe acostumbrarse a la innovación y no hay que temer a los nuevos avances
¿Está el futuro predeterminado? ¿Cómo surgió el universo? ¿Cuál es el papel de la ciencia en el mundo actual? A los 83 años, con la voz algo vacilante y su bondad y lucidez de siempre, Ilya Prigogine contesta estas preguntas con tono de sabio renacentista. Aborda con la misma claridad las disquisiciones de la física teórica y las cuestiones sociológicas, el arte y la ciencia.
Todavía en actividad en el Instituto Nacional para la Física y la Química de los Estados Unidos -aunque confiesa que "francamente, trato de entender lo que están haciendo mis jóvenes colegas; después de todo, ya no tengo tanta energía"- el Premio Nobel de Química 1977 estará en Buenos Aires desde pasado mañana para participar de la Cumbre Científica organizada por la Universidad del Salvador, de lo que se informa en esta misma página. Desde su casa en Austin, Texas, poco antes de viajar a la Argentina, mantuvo un diálogo telefónico con La Nación .
-Usted afirma que es imposible determinar el futuro. ¿Cómo se aplica eso a los asuntos humanos?
-Siempre me impresionó la contradicción entre nuestra experiencia humana y la visión científica clásica que concebía el universo como una máquina. Para mí, el futuro del universo no está predeterminado, y el de la sociedad, tampoco.
El nuestro es un mundo de probabilidades. Si estuviera predeterminado, esta conversación estaría decidida desde el Big Bang. Pero lo que vemos es un universo autoorganizado, dado a las bifurcaciones. Por ejemplo, el advenimiento del régimen comunista fue algo que nadie podía predecir. Entre muchas soluciones triunfó una. Y eso, yo creo, ocurre igual en la ciencia.
-¿Cuál es, para usted, el papel que debe cumplir la investigación?
-Creo que no puede haber duda de su importancia. Hace 100 años, la investigación era una actividad elitista. Einstein y otros decían que podía desarrollarse independientemente de la sociedad. Pero ya no es así. Hoy, entre las disciplinas en desarrollo se encuentran la información, la comunicación, la medicina y la biología molecular. Hace 30 años no dudábamos de que las más importantes eran la física de altas energías, el descubrimiento de partículas elementales. La situación está cambiando.
-Usted suele decir que los científicos son muy parecidos a los artistas. ¿Eso implica que no descubren la verdad, sino que la crean?
-Los artistas crean algo que no existía antes, en cambio los científicos en cierto modo descubren el sentido de algo que existe desde siempre. La creatividad está en el modo en que se investiga. No es meramente individual sino de toda una cultura. Por ejemplo, un investigador chino no plantearía las mismas preguntas que uno occidental. Para ellos, la temporalidad y la espontaneidad siempre fueron obvias, mientras que para la ciencia occidental existía la tentación de transformar todo en una máquina. Desde Newton hasta el genoma. Ahora, los científicos se sienten tentados a aplicar el modelo de máquina a la existencia humana.
-Desde su concepción de un universo inestable, ¿se puede inferir que el mundo está gobernado por el azar?
-El equilibrio sólo es posible para sistemas aislados, pero nuestros sistemas no está aislados. Esto es obvio en nuestro planeta: vivimos de un flujo de energía que proviene del sol. Sólo ahora empezamos a entender por qué el universo no está en equilibrio. Es una pregunta abierta. Sin embargo, no es lo mismo decir que la naturaleza está determinada por probabilidades que decir que está gobernada por el azar. Eso sería alienante.
-El año último, en Washington, varios cosmólogos estuvieron de acuerdo en que para aceptar ciertas premisas de la ciencia es necesario creer en ellas. ¿La ciencia es otro tipo de religión?
-En un mundo autoorganizado, que no está en equilibrio, surge la vida. Cuando el mundo era comparado a un gran péndulo, la religión era inevitable, porque alguien tenía que haber echado a andar el sistema. Para mí, la pregunta que debe hacerse es si la dirección de la evolución está dada por alguien desde afuera de la naturaleza o si la naturaleza en sí misma genera sus propias leyes. Es una pregunta por la libertad.
-Con la finalización del Proyecto Genoma Humano se promete la cura de enfermedades y hasta la inmortalidad. ¿Qué consideración ética le merecen estos avances?
-Por supuesto, más ciencia nos hace más poderosos y eso nos conduce a difíciles elecciones. Pero la investigación no sólo debe ser concebida como una búsqueda de la verdad. También debe estar fundada en la cultura. No hay duda de que habrá elecciones difíciles. Pero no tenemos que temerles. La ciencia es un diálogo entre la humanidad y la naturaleza, y todavía somos profundamente ignorantes.
-¿Qué balance hace después de haber dedicado toda su vida a la reflexión?
-De joven yo tocaba mucho el piano y estuve tentado de convertirme en pianista (pero probablemente hubiera sido de segundo orden). Recuerdo una entrevista en la que se les preguntaba a varios científicos por qué se habían dedicado a esto. Algunos contestaban que había sido porque la vida es demasiado corta para dedicarse a las palabras cruzadas. Otros, por solidaridad. Yo me dediqué a la ciencia por insatisfacción.
El lunes, en LA NACION
Ilya Prigogine es uno de los principales responsables de nuestra visión actual del universo, en la que la imagen de un mecanismo eterno e inmutable dio paso a la de una obra en construcción en la que el tiempo juega un papel esencial.
Aunque nació en Moscú en 1917, a los 6 años su familia emigró a Bélgica. Estudió física y química en la Universidad Libre de Bruselas, donde se doctoró en 1941.
Se le otorgaron innumerables distinciones como el Premio Honda, de Japón; el Solvay, de Bélgica, y la Medalla Homersmith. En 1977 recibió el Premio Nobel de Química.
Actualmente es director del Centro de Mecánica Estadística y Termodinámica de la Universidad de Austin, Texas, que lleva su nombre. Es catedrático de física y química en la Universidad Libre de Bruselas y director de Estudios Asociados de la Escuela de Altos Estudios de Francia. En el país, Prigogine es director honorario del Instituto de Investigaciones Científicas de la Universidad del Salvador.
Tal como el año último, a su llegada a la Argentina el doctor Prigogine dará una conferencia en el Auditorio de La Nación , Bouchard 557, sexto piso. Estará abierta a todo el público y será el lunes 24, a las 17.30.
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