Un libro recoge gran cantidad de información que indica que el líder nazi transitó un largo camino de adicción que se intensificó durante los años de la guerra
Para quienes pensaban que ya no quedaba nada por escribir sobre Adolf Hitler y el Tercer Reich -dos de los temas más abordados y contados de la historia- hay una revelación que hasta ahora había pasado casi inadvertida.
Hitler era "el Führer de las Drogas", era "un adicto consumado cuyas venas estaban casi colapsadas para cuando se retiró al último de sus búnkers".
Esta es la extraordinaria afirmación que presenta un libro que ha sido un éxito de ventas en Alemania y ahora ha sido traducido a 18 idiomas, incluido el español: es "Der Totale Rausch" ("El Gran Delirio").
El autor, Norman Ohler, cuenta la relación de Hitler con las drogas, incluidas la cocaína, la heroína, la morfina y, sobre todo, los peligrosos y altamente adictivos psicoestimulantes precursores de las metanfetaminas.
"El libro trata del uso o abuso masivo de drogas durante la Alemania nazi", le dijo Ohler a la BBC, y del papel "estratégico" que jugó una metanfetamina en particular, fabricada por los nazis en 1937, con el nombre comercial de "Pervitin".
Industria pujante
La historia que cuenta Ohler comienza durante la era de la República de Weimar, cuando la industria farmacéutica alemana estaba en auge y el país era uno de los mayores exportadores tanto de opioides, como de morfina y cocaína.
El "abuso" de drogas de Hitler, afirma Ohler, tuvo tres etapas.
"La primera, de 1936 a 1941, cuando Hitler tomaba vitaminas y glucosa. En 1936 conoce a Theodore Morell, quien se convirtió rápidamente en su médico personal" y fue una pieza clave del uso de drogas de Hitler, dice el autor.
"Éste le dijo: 'Te puedo poner inyecciones de vitaminas con las que te sentirás magníficamente de inmediato y con las que nunca vas a tener un resfriado. Hitler así vivió a base de inyecciones de vitaminas y glucosa".
La segunda etapa, afirma el autor, se inició en el otoño de 1941 cuando la guerra contra Rusia comenzó a ir mal.
"Hitler empezó a tomar hormonas, esteroides y barbitúricos. Le inyectaban hormonas de animales, incluyendo cerdos, y al parecer funcionaron".
"Duras"
La tercera etapa, en el verano de 1943, es cuando empieza a tomar "drogas sumamente duras", asegura el autor.
Ohler, quien es periodista y ha escrito dos novelas, asegura que tenía la intención de escribir una novela sobre el papel de las drogas durante el nazismo.
Pero durante su primera visita a los archivos cambió totalmente de opinión, cuando encontró los documentos del doctor Theodor Morell.
Las notas de Morell, asegura Ohler, muestran que el médico le dio a Hitler un total de 800 inyecciones durante un período de 1349 días.
Posteriormente, el autor viajó de un archivo del país a otro para reunir el material para su libro.
"En julio de 1943 (Hitler) tuvo una reunión decisiva con Mussolini, que quería abandonar a las Potencias del Eje, y Hitler estaba muy deprimido por eso", cuenta Ohler.
"Ese dia Morell usó por primera vez una droga llamada Eukodal, un analgésico opioide semisintético, un primo farmacológico de la heroína, pero que producía un efecto de euforia mucho más potente".
El Eukodal que desarrolló entonces Alemania es el medicamento que hoy se llama Oxicodona, que ha sido causante de un alto índice de adicción en el mundo.
"Después de una inyección de Eukodal Hitler se sintió extremadamente bien y hay informes de que estaba tan eufórico y no paraba de hablar en esa reunión que logró convencer a Mussolini de que permaneciera apoyando a Alemania", le dice el autor a la BBC.
Ohler encontró también evidencia de que Hitler había tomado cocaína en por lo menos 15 ocasiones. "Y no era una dosis pequeña de la droga. Era la sustancia pura que le entregaban las SS [Schutz-Staffel, el cuerpo de élite y la guardia personal del Führer]".
"Había ocasiones en que tomaba cocaína y Eukodal en un período de pocas horas, lo que en jerga de la droga se llama Speedball".
"Pervitin"
En "El Gran Delirio", Ohler también habla del papel estratégico que jugó el medicamento Pervitin, fabricado en Alemania en 1937 y que fue distribuido por los nazis a sus fuerzas armadas.
Pervitin fue considerado como un "compuesto mágico" por los alemanes, y lo utilizaban comúnmente muchos, desde amas de casa, actores, choferes, tanto para mejorar la confianza como el rendimiento, hasta los soldados para combatir el estrés y el cansancio y producir sentimientos de euforia.
En su libro, Ohler reproduce una carta que envió desde el frente de la guerra a sus padres el escritor y futuro premio Nobel Heinrich Böll, en 1939, en la que suplica que le envíen Pervitin, que era la única arma con la que podía combatir a su principal enemigo: el sueño.
"(Pervitin) estuvo ampliamente disponible hasta 1939", explica Ohler.
"En Berlín se convirtió en la droga de moda, la gente la tomaba como tomaba café para mejorar sus niveles de energía. Se tomaban dosis enormes de Pervitin, en todas partes. La compañía quería que Pervitin fuera un rival de Coca Cola", agrega.
Los expertos recibieron el libro positivamente. El historiador británico Ian Kershaw, quien es una de las principales autoridades académicas en el tema de Hitler y Alemania nazi, le dijo al diario The Guardian que era "una obra de seria erudición".
"Hitler usó las drogas para mantener las convicciones que se formaba cuando no estaba bajo el efecto de los narcóticos", resume Norman Ohler.
"Lo que hacía era alejarse de la realidad en los momentos en que debía haberse dado cuenta de lo delirantes e irracionales que eran sus ideas de vencer al mundo entero".
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