El enemigo silencioso: la pandemia también alteró otro indicador clave de salud
El hallazgo entraña repercusiones médicas que van mucho más allá del Covid-19
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NUEVA YORK.– El año pasado fue de los difíciles: tuvimos que resistir una pandemia, la pérdida de seres queridos, cuarentenas que destruyeron nuestras redes de vínculos sociales, estrés, desempleo y depresión. Así que no debería sorprendernos que la presión arterial promedio de la población también se haya disparado.
El lunes, un grupo de científicos informaron que las mediciones realizadas el año pasado a más medio millón de estadounidenses adultos mostraban un aumento significativo de los niveles de presión arterial en comparación con el año anterior.
Ese indicador expresa la presión de la sangre contra las paredes de las arterias. Con el tiempo, la presión alta puede causar daños en el corazón, el cerebro, el aparato circulatorio, los riñones y los ojos, y también puede provocar disfunción sexual.
El nuevo estudio, realizado por investigadores de la Clínica Cleveland y Quest Diagnostics, analizó datos de cientos de miles de empleados y familiares inscriptos en planes de salud preventiva que hacen controles regulares de presión arterial y otros indicadores, como el peso. Los participantes viven en todos los rincones de Estados Unidos; entre ellos, había algunos que al comienzo del estudio ya tenían presión alta y otros que tenían presión normal.
“Son datos muy importantes, pero no sorprendentes”, consideró Donald M. Lloyd-Jones, presidente de la Asociación de Cardiología de Estados Unidos, que no participó del estudio. “Hasta el más pequeño aumento de la presión arterial promedio en la población puede tener un inmenso impacto en la cantidad de ACV y fallas cardíacas que veremos en los próximos meses”, agregó.
El estudio, publicado como un informe de investigación en la revista Circulation, es un crudo recordatorio de que incluso en medio de una pandemia –que se cobró millones de vidas e interrumpió el acceso a la atención médica– las afecciones crónicas de salud siguen siendo un problema que exige atención constante.
En Estados Unidos, casi la mitad de los adultos sufre de hipertensión, una afección crónica conocida como “el asesino silencioso” porque tiene pocos síntomas, pero sus consecuencias son potencialmente mortales.
La hipertensión también podría aumentar el riesgo de que las personas que se contagian el coronavirus desarrollen un cuadro grave de Covid, si bien las evidencias de esa conexión es ambigua, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.
Posibles factores
“Observamos que durante la pandemia la gente se ejercitaba menos, no recibía atención médica regular, bebía más y dormía menos”, dijo Luke Laffin, autor principal del estudio, cardiólogo preventivo y codirector del Centro de Trastornos por Hipertensión de la Clínica Cleveland. “Así que nos propusimos averiguar si la presión sanguínea de la gente estaba cambiando durante la pandemia”, sumó.
Los investigadores descubrieron que desde 2019 hasta los primeros tres meses de 2020, las mediciones de presión arterial cambiaron poco, pero que aumentaron significativamente desde abril de 2020 hasta diciembre de 2020, en comparación con el mismo período en 2019.
La presión arterial se mide en unidades de milímetros de mercurio (mm Hg) y arroja dos números. El primer número se refiere a la presión sistólica, cuando el corazón se contrae, y el segundo número expresa la presión diastólica, cuando el corazón descansa entre latidos. Se dice que la presión arterial normal es de 120/80 mm Hg o menos, aunque la disputa sobre los niveles óptimos lleva décadas.
El nuevo estudio reveló que de abril de 2020 a diciembre de 2020 el cambio mensual promedio, en comparación con el año anterior, fue de 1,10 mm Hg a 2,50 mm Hg para la presión sistólica y de 0,14 a 0,53 para la presión diastólica. Ese aumento fue consistente en hombres y en mujeres de todas las franjas etarias, aunque en las mujeres el aumento fue mayor.
La edad promedio de los participantes del estudio era de unos 45 años y un poco más de la mitad eran mujeres. Pero los detractores de esta investigación dicen que no haber incluido información sobre la raza y el origen étnico de los participantes es un punto débil del estudio, ya que la hipertensión es mucho más frecuente entre los afroamericanos que entre los blancos o los hispanos; los afroamericanos también se vieron afectados de forma desproporcionada por la pandemia. En su defensa, Laffin sostuvo que solo constaba la raza y origen étnico del 6% de los datos a los que tuvieron acceso para el análisis.
Pero, en lo que respecta a la hipertensión, hay una gran diferencia entre los afroamericanos y los blancos e hispanos, indicó Kim Williams, cardióloga del Centro Médico de la Universidad Rush en Chicago y autora de las pautas nacionales de presión arterial difundidas en 2017.
Epidemia
“En la población afroamericana hay una epidemia de hipertensión desde hace décadas –detalló Williams–. Los tratamientos y las medidas de detección mejoraron, pero la brecha se sigue ampliando. Y sabemos que la pandemia afectó de manera diferente a las diferentes culturas y grupos”.
Las causas de un aumento general de la presión arterial no están claras, señalaron Laffin y sus colegas en su informe. Entre las posibles razones pueden estar un aumento del consumo de alcohol, menos ejercicio físico, mayor estrés, menos controles médicos y un menor cumplimiento de los tratamientos con medicación crónica.
Los investigadores descartaron que ese incremento de la presión arterial se deba al aumento de peso. Agregaron que los hombres que participaron del estudio habían, incluso, perdido peso durante la pandemia y que las mujeres no habían aumentado más de lo habitual. No obstante, otros expertos señalaron que esas cifras de peso son un promedio, lo que podría estar escondiendo un incremento significativo del peso en algunos grupos poblacionales.
Enfermedades crónicas
“Probablemente sea multicausal –opinó Lloyd-Jones en referencia al aumento general de la presión arterial durante la pandemia–. Pero creo que un factor fundamental es que muchas personas perdieron el contacto con el sistema de atención médica y no tuvieron un control regular de la presión arterial y la diabetes”.
Laffin recomendó prestar más atención a las enfermedades crónicas a pesar de la pandemia, y apunta que las consecuencias de no hacerlo pueden ser más onerosas y duraderas que el propio coronavirus. “No consultar al médico, tomar malas decisiones de alimentación y dejar de hacer ejercicio también tienen consecuencias para la salud pública”, sostiene. “Si pensamos en las implicaciones a futuro, es potencialmente más grave que la propia pandemia”, concluye.
Por Roni Caryn Rabin
(Traducción de Jaime Arrambide)
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