El emotivo pedido de un alumno con autismo: "Quiero que la escuela sea como antes"
Jenifer Jarak es la mamá de Alan Rojkes, un adolescente con autismo que, como muchos otros estudiantes, la semana pasada regresó a la escuela después de varios meses de no poder asistir a clases presenciales por causa del aislamiento obligatorio. El joven, al volver a su hogar, manifestó tristeza por los cambios que encontró en su primera jornada en el colegio. "Quiero que la escuela sea como antes", le dijo a su mamá, entre llantos.
"Ayer mi hijo Alan regresó al cole. Desde la semana pasada esperaba este momento con mucho entusiasmo", escribió Jarak en un posteo en redes sociales. El joven, que cumplirá 16 años a finales de noviembre, se encuentra en tercer año de la escuela Wolfsohn en el barrio porteño de Colegiales, qu organizó encuentros para que los alumnos se revinculen.
"La metodología fue de burbuja, con nueve chicos por cada docente y se organizaron dos encuentros para el mes de noviembre, de dos horas cada uno, para los chicos de tercer año. El primero fue el lunes pasado, y mañana tiene un nuevo encuentro", contó a LA NACION Jarak, que es además la fundadora y directora de Acciona Inclusión, una organización que busca "enriquecer la vida de las personas que aprenden, piensan y actúan diferente".
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"Cuando anunciaron este regreso a la escuela, él estaba ansioso por ver a sus amigos. Su vínculo social está en las rutinas que tiene. Él está cómodo con los adultos y con sus hermanos, pero el mayor desafío para chicos con autismo tiene que ver con lo social y eso se encuentra en ámbitos escolares. Entonces su gran deseo era poder reencontrarse con sus amigos, la sensación de estar con pares era lo que necesitaba", agregó Jarak.
Alan fue a la escuela con un gran entusiasmo. Las padres lo llevaron, lo esperaron afuera y luego lo pasaron a buscar. Entonces, Jarak contó que su hijo "dijo que la había pasado bien", pero "estaba serio".
"Quiero la escuela como era antes"
Alguno de los cambios en la metodología del nuevo encuentro tenía que ver, entre otras cosas, con que Alan no veía a las mismas personas que veía antes en su rutina escolar. "No estaba la directora ni la coordinadora, que en realidad estaban, pero en otra burbuja", contó su mamá. No había posibilidad de cruzarse con gente que estaba acostumbrado a ver porque se diseñó todo para que cada burbuja tuviera senderos para circular que evitaban el cruce con otras burbujas.
Jarak narró a este medio que tras salir de la escuela ese mismo día el joven había estado angustiado y en el regreso a la casa, en el recorrido en auto, había soltado la primera manifestación de tristeza: "No quiero más esto, extraño mucho cómo era antes".
Un rato más tarde, ya en su casa, Alan lloró. Un llanto profundo y triste, en palabras de su madre, diferente a un berrinche, enojo, o gritos que puede expresar por situaciones que no le gustan.
"Me llamó y le dije: '¿Qué pasa? ¿Cómo te sentís?' -contó la mamá de Alan-. Me dio un abrazo diferente a los de siempre. Fue como abraza un adulto en un duelo. Fue un gesto muy genuino. Lloraba con tristeza y me decía: 'Quiero la escuela como era antes'"
Otro miembro de la familia, en ese momento, tomó una fotografía del abrazo de Alan, que fue la imagen que luego acompañaría el posteo. "Todo lo que él logra lo dejamos registrado", agregó luego su mamá.
La enseñanza detrás de la tristeza
"¿Por qué comparto esto con ustedes? Para recordarnos que es enorme todo lo que perdimos, que es inmensa la tristeza que eso provoca", escribió Jarak en las redes, la semana pasada.
"Claro que supimos aggiornarnos, ser resilientes, tomar lo bueno, ver la oportunidad, aprovechar más tiempo en familia, reinventarnos profesionalmente, etc. Pero la tristeza está. El cambio vino para quedarse, nada volverá a ser lo que era antes: y ante esto es importante el duelo, permitirlo, tomarlo, abrazarlo, darle lenguaje", agregaba la mamá de Alan en la publicación.
Jenifer contó que entonces, ante la angustia de Alan, lo dejó llorar y le explicó que "ahora va a venir algo diferente" y que "lo mejor es darle lugar a todo lo que sentimos ahora para poder después estar preparados para lo que vendrá. Le dije que estaba buena la tristeza, que se quedara con esa emoción y le dije que lo que le pasa a él le pasa a todos, para unificar su emoción con el resto de los compañeros", agregó Jarak, que también es licenciada en Marketing y coach ontológica.
"La realidad es que la tristeza está y aparece frente a estas situaciones en la que nos encontramos en la nueva realidad. Y esa tristeza hay que validarla, porque si no la validamos ahora después va a venir desde otro lugar", señaló Jarak.
En sus posteos de redes, Jarak concluye señalando cuál sería "la vacuna" para este tipo de tristezas que, sí o sí, sobrevendrán a los nuevos tiempos: "Acompañar a nuestros hijos con escucha compasiva y mucho, mucho amor".
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