El pequeño de seis años salió de su casa el 25 de mayo de 1979 y jamás volvió; pese a que nunca hallaron su cuerpo, un hombre confesó su asesinato
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El rostro de Etan Patz sonriendo y rodeado de su cabello liso obsesionó a los estadounidenses en la década de los ‘80. Y esto se debió al hecho de que fue uno de los primeros niños desaparecidos cuyas fotos fueron colocadas en los cartones de leche, en lo que para ese entonces era una novedosa manera de dar a conocer a nivel nacional casos de este tipo.
Etan fue quizás el rostro que ayudó a lanzar el movimiento nacional para alertar sobre jóvenes desaparecidos. Su caso estremeció a millones de estadounidenses por las circunstancias en que ocurrieron los hechos. Por primera vez sus padres permitían al niño de seis años ir solo a la parada para ser recogido por el autobús escolar.
Ocurrió en 1979, en el vecindario del barrio neoyorquino de Soho, cuando la zona era habitada por gente de clase media-baja. Etan Patz nunca abordó el autobús amarillo. Nadie lo vio. Jamás regresó a casa. A casi cuatro décadas de la desaparición, sus padres -Julie y Stanley Patz- viven el final del capítulo más terrible de sus vidas.
Culpable
Pedro Hernández, del barrio Maple Shade, en Nueva Jersey, confesó en mayo del 2012, que mató a Etan. Después de deliberar durante nueve días, un jurado declaró culpable a Hernández, de 56 años, de haber secuestrado y asesinado al niño. El hombre fue condenado a un mínimo de 25 años en a prisión.
Los abogados de defensa de Hernández aseguraron que este era un hombre con trastornos psicológicos y que no podía diferenciar la realidad de la fantasía. La hija de Hernández declaró que su padre una vez habló sobre tener visiones de ángeles y demonios.
“Pedro Hernández es un hombre extraño, limitado y vulnerable”, dijo el abogado de defensa, Harvey Fishbein, en su argumento final. “Es un hombre inocente”. Los fiscales sugirieron que Hernández simuló o exageró los síntomas de su supuesta enfermedad mental. Cuando fue arrestado en 2012 Hernández dijo a la policía que engañó al niño ofreciéndole una bebida con el fin de estrangularlo hasta matarlo en el sótano de una bodega donde trabajaba muy cerca de la parada de autobús.
Luego -aseguró- introdujo su cuerpo en una bolsa y lo dejó tirado en un callejón lleno de desperdicios. Hernández fue el primer sospechoso en ser arrestado en conexión con la desaparición de Etan Patz.
La pista que reveló todo
A inicios de 2012, una nueva pista había desempolvado el caso. La policía estuvo durante varios días rompiendo el piso de concreto de un sótano cerca de la parada de autobús a dónde se dirigía Etan la mañana de su desaparición. Su cuerpo no fue hallado. Sin embargo, esta operación cubierta ampliamente por los medios de comunicación, hizo que alguien llamara al departamento de niños desaparecidos de la policía de Nueva York.
La llamada telefónica logró dar con Hernández, quien finalmente confesó. Según el comisionado de la policía de Nueva York, Raymond W. Kelly, un familiar de Hernández fue el que hizo la llamada. En ella le dijo a las autoridades que escuchó al presunto homicida decir una vez que él había matado a un niño en Manhattan.
Una de las dificultades del juicio, fue probar que las alegaciones de Hernández eran ciertas. “El hecho de que (Hernández) le contó eso a otros en el pasado y los detalles de lo que dijo en la confesión” hacen creíble la declaración, dijo Kelly a los periodistas en 2012. El cuerpo de Etan nunca fue recuperado.
Símbolo
El 25 de mayo se cumplirán exactamente 38 años de la desaparición del pequeño. El padre de Etan, Stanley Patz, se convirtió junto a su esposa en un activista en la causa de los niños desaparecidos. En 1983 el presidente Ronald Reagan decidió declarar el 25 de mayo el Día Nacional de los Niños Desaparecidos en honor a Etan Patz.
Sus padres se convirtieron en activistas de la causa y muchas leyes para la protección de los niños se aprobaron nacional y localmente como consecuencia de ese activismo. Por ejemplo, la llamada automática que los colegios hacen a los hogares cuando un niño no llega al salón de clases fue una de las tantas medidas que se tomaron para reaccionar a tiempo ante un caso de estos.
La madre de Etan dijo que se vino a enterar de que su hijo estaba desaparecido ocho horas después, cuando no regresó del colegio.
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