El drama del Mundial: el día que un partido de fútbol angustió a grandes y chicos
La caída por 3 a 0 frente a Croacia desilusionó a los hinchas que se habían reunido en distintos puntos de la ciudad a ver el encuentro; críticas al desempeño del equipo
Cuando a las 17 sonó el pitazo final del partido en que la selección argentina de fútbol fue derrotada 3 a 0 por Croacia, en la Plaza San Martín, de Retiro, solo quedaba la mitad de la multitud que se había congregado allí para ver el encuentro en una pantalla gigante. La otra mitad ya se había ido diez minutos antes, cuando Croacia marcó su segundo gol.
A partir del segundo tiempo, cuando el sol se escondió detrás de los edificios, la tarde, el equipo argentino y la gente agolpada en la plaza se fueron enfriando progresivamente. Hasta que el día más corto del año declinó en un crepúsculo amargo. "¡Una decepción más! El equipo no jugó a nada. Messi no funcionó. Que le dé triunfos al Barcelona porque en Argentina no anda", dijo indignado Miguel González, de 50 años y mendocino.
Walter Romero, de 41, vecino de Laferrere, también se mostró decepcionado: "Si jugamos así no vamos a ir a ningún lado. A Jorge Sampaoli, el director técnico, no se le cae una idea".
Betty Solá, vecina de la villa 31, había llegado con el mate y quería sentir la emoción de ver el partido junto a una hinchada grande. "Me voy triste. Ahora hay que esperar a Nigeria", expresó, con desazón.
La pantalla gigante estaba instalada en la base de la barranca que desciende hasta la Avenida del Libertador. Allí se apretaron algunos miles de oficinistas, turistas y vecinos que trajeron su entusiasmo desde distintos barrios y partidos del conurbano. Pero los bombos, las vuvuzelas y los cantitos nunca se hicieron oír en una hinchada paralizada por los nervios desde el primer minuto, cuando el cercano reloj de la Torre de los Ingleses marcó las 15.
"Vine desde Florencio Varela. Me encanta ver el partido rodeada de una hinchada", explicó Mirta Gramajo, de 36 años, que viajó una hora y media en colectivo y se volvió cargada de frustración. Antonio Zagari, de 44 años, llegó desde Ezeiza: "La pantalla fue una excelente idea. Pero no se nos dio".
El área dispuesta para ver el partido -que estaba vallada- tenía una capacidad limitada y, una vez colmada, se cerró el ingreso; aunque personal de seguridad impedía el ingreso de bebidas alcohólicas, un multitud de latas de cerveza logró colarse. Por fuera, sobre la avenida Maipú, se agolparon unas 200 personas que no habían podido ingresar.
Desde el mediodía, las vías de salida de la Capital, como las avenidas Lugones y General Paz, y la Panamericana, se cargaron de tránsito porque muchos empleados fueron liberados de sus trabajos para ver el partido. Hubieran preferido otro resultado. "En conjunto el equipo no anda, aunque cada uno en su club funcione muy bien. Los cambios fueron mal hechos y a destiempo", opinó Leonel Arias, de 29 años, que trabaja por Retiro.
En cuanto terminó el partido, personal de limpieza empezó a barrer la gran cantidad de latas, papeles y desechos que tapizaban el suelo. Lo único que no pudieron levantar fue el pisoteado ánimo de los hinchas, que en gruesas columnas tomaron la avenida Ramos Mejía en dirección a la terminal de trenes, desde donde desparramaron su frustración por toda una ciudad que se quedó con ganas de festejar.
Cerca de allí, la tristeza popular se sentía a cada paso. El Obelisco, un emblema porteño que tantas veces resultó escenario de celebraciones futboleras, estaba apagado. Un día antes había recibido a una enorme cantidad de personas con los colores celeste y blanco, en el Día de la Bandera. Ayer, el panorama fue totalmente opuesto tras la histórica derrota frente a Croacia, que dejó al equipo de Sampaoli al borde de la eliminación en Rusia 2018. Cabezas gachas, rostros serios, miradas perdidas. Y un punto en común que unía a todos: una búsqueda de explicaciones difíciles de encontrar.
Improvisación y confusión
"Más allá de la derrota y de los errores puntuales, lo que duele es la falta de rebeldía. Queda una sensación de angustia por la inacción de los jugadores. De Sampaoli se ven improvisación y confusión, surgidas desde su discurso y trasladadas al equipo. Duele ver la apatía de Messi, inexplicable a esta altura. Y veo una expresión de desconcierto que genera un DT que no planifica. En fin, la lógica es implacable y ganar es fruto del trabajo", remarcó Bernardo Grigüelo, un economista que se había juntado a ver el encuentro con un grupo de amigos.
"Habría que explicarle a Sampaoli que el fútbol es más simple de lo que él cree. Lo que hizo en estos dos partidos fue un papelón en todo sentido. Futbolísticamente y fuera de la cancha. Me dio vergüenza cómo insultó a un jugador de Croacia. Habría que mostrarle un video de los demás entrenadores de este Mundial. Me da pena por Messi, pero era bastante predecible lo que sucedió", argumenta Guillermo Dalla Valle, diseñador industrial.
"Sampaoli es el máximo responsable del desastre. Desarmó la poca idea de juego que tenía Argentina. Y Messi es otro gran responsable del presente. Jamás fue el líder del equipo y no se hizo cargo del juego. En cuanto a la estructura, fue un rejunte de futbolistas que no sabían a qué jugaban, posiciones extrañas, y el resultado quedó a la vista", sumó Julio Cardozo, quien trabaja en la zona y vio el partido en un restaurante cercano al Obelisco.
Leandro Gatto, comerciante, reflexionó: "Sampaoli nunca encontró el rumbo en un equipo que tiene serios problemas en partidos importantes. Y eso que les pasa, el bloqueo psicológico, no se aprende. Se nace así, se nace para jugar en la selección. Lamentablemente, Messi no resultó un líder contra Croacia. No sé dónde está la solución".
Chicos y adolescentes también sufrieron la desilusión por la derrota en el Mundial, aunque varios todavía confían en que la Argentina puede repuntar. A la salida del Club Ciudad de Buenos Aires, Juan Cruz Gómez, de 11 años, explicó: "Vi el partido con un amigo y mi mamá. Sufrimos mucho y me amargué. Messi es un pecho frío. Pero si Islandia pierde y le ganamos a Nigeria, clasificamos a octavos". Unos pasos más allá, Matías Jimenes, de 13, dijo: "Estuvo mal el partido, pero yo creo que sí pasamos a la siguiente ronda. Tengo confianza".
Las chicas se mostraron menos optimistas. Belén, de 15 años, fue contundente: "Fue malísimo el partido. Todos jugaron mal. No creo que pasemos de ronda. Siempre dije que nos iba a ir mal". Para Jenifer, de 14, "si entrenan más y cambian a los jugadores, en especial al arquero, la Argentina podría pasar. Pero en mi corazón creo que no lo lograrán".
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