El drama de los afiliados al PAMI por las extensas demoras para ser atendidos por especialistas
El defensor de la Tercera Edad estima en ocho meses el lapso entre la derivación del médico de cabecera y la finalización de los estudios; la obra social dice que son “excepciones”
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CÓRDOBA.− Stella Maris, del partido bonaerense de Ituzaingó, tiene 69 años y desde noviembre del año pasado espera un reemplazo de rodilla; le reprogramaron la cirugía en dos oportunidades: la nueva fecha es para el 26 de octubre. En Córdoba, a María del Carmen, de 94 años, su médico de cabecera la derivó en abril a un especialista en dermatología por lesiones sospechosas en la cara y tiene turno recién para octubre. En Morón, provincia de Buenos Aires, Juan Carlos, de 75 años, consiguió una cita con el diabetólogo para tres meses después de pedirlo. Todos tienen cobertura del PAMI, la obra social que cuenta con 4,8 millones de afiliados.
Eugenio Semino, defensor de la Tercera Edad, señaló a LA NACION que desde que un afiliado llega al médico de cabecera hasta que completa los estudios pasan unos ocho meses. Los plazos, dijo, “empeoraron sustancialmente por mala gestión del PAMI” y porque el sistema de salud está estresado por “comorbilidades que no fueron atendidas” en los peores momentos de la pandemia de Covid-19.
Los médicos consultados admiten que el problema de la demora de atención en un adulto mayor es que, en general, el deterioro global del paciente es más rápido que en una persona joven o de mediana edad.
Consultados por este medio sobre los reclamos por los atrasos, fuentes del organismo indicaron que “como en cualquier obra social o prepaga del país, existen casos de centros de salud que otorgan turnos a una semana o quince días y otros que, por alta demanda, presentan más demoras”.
La recomendación ante las “demoras disímiles” es que si un afiliado “no encuentra un turno conveniente en una clínica, un sanatorio o un especialista, puede elegir otro que se ajuste a sus necesidades”. En marzo pasado, el presidente Alberto Fernández y la directora ejecutiva del PAMI, Luana Volnovich, presentaron el programa “La libertad de elegir” que permite a los pacientes optar por el lugar de atención de su preferencia.
Las fuentes agregaron que si se detecta “alguna anomalía” puede ser denunciada en la agencia de PAMI correspondiente para que el instituto “active su control de auditoría”. Añadieron que hay un sistema de reintegros para los casos en los que no se consiga turno o no se brinde la especialidad en su ciudad.
Desde la obra social de los jubilados aportaron que, a partir de la puesta en marcha del programa, se dieron 7,3 millones de turnos (4.950.000 para especialistas y 2,1 millones para estudios de diagnóstico por imágenes). Desde la incorporación de oftalmología al modelo prestacional, entregaron 79.000 anteojos y 212.000 turnos.
“En noviembre del año pasado me indicaron la cirugía de reemplazo de rodilla y me dieron fecha para el 23 de enero; fue reprogramada para el 8 de junio y suspendida diez días antes. Ahora la pasaron para el 26 de octubre. Es porque no entregan la prótesis, que es importada por mi edad –contó Stella Maris–. El médico me explicó que si tuviera más de 75 años pediría la nacional. Cuando todo empezó no había los problemas de ahora con los importados. Yo era muy activa y ahora no puedo caminar más de cinco cuadras; tengo problemas en la cadera por pisar mal y también de concentración al no dormir por el dolor. Tomo medicación que antes no necesitaba”.
La exinterventora en el PAMI Graciela Ocaña detalló que le llegan testimonios de quienes recibieron una cartilla con varios prestadores, pero cuando empiezan a consultar algunos no atienden más por la obra social y otros no responden. “Terminan con unos pocos que los aceptan y tienen varios meses de demora. El programa de libre elección es ‘relato’”, sostuvo.
Desde la obra social afirmaron que, desde marzo, sumaron “más de 400 prestadores nuevos que empiezan a confiar y se animan a ser parte” y apuntaron que el sistema de la gestión anterior de “pago por cápita generaba rechazo”. Ahora, en las especialidades, es por prestación y “con un aumento notable”, por lo que “los prestadores se suman y mejoramos la oferta”.
El primer nivel de atención –médicos de cabecera que son los derivadores– es capitado (paga por persona, sea que la atiendan o no); en el segundo nivel (especialistas), todo lo ambulatorio se paga por acto médico ($1640, desde octubre $1900), mientras que las internaciones son capitadas. Fuentes de clínicas y sanatorios consultadas por LA NACION reconocieron que los $1640 “no están mal respecto a otras obras sociales” y plantearon que “por la propia burocracia” hay oferentes anotados para ser prestadores que “demoran en ser habilitados”.
Ocaña mencionó que hace unos días estuvo en el Hospital Municipal de Morón, donde dan “30 turnos por día” por PAMI y la gente “se queda a dormir” para conseguirlos. “Hay especialistas que tienen citas para dentro de tres o cuatro meses”, agregó.
Más ansiedad por la espera
“Tengo un estudio ginecológico hecho desde el año pasado y hace dos meses me dieron turno para el 26 de diciembre con la ginecóloga –detalló Marcia, de 63 años, de la localidad bonaerense de Glew–. Con el traumatólogo me pasó lo mismo: cinco meses para que viera los estudios y ahora también me dieron para diciembre. Tengo todos los comprobantes de que es así. Ahora pedí para el oftalmólogo porque abren los turnos el 1° de cada mes; se piden por WhatsApp y cuando responden ya suele no haber”.
Semino graficó los problemas existentes con una lesión frecuente en los adultos mayores como es la fractura de cadera: “En el mundo, la cirugía se hace a lo sumo en 72 horas. Acá es en algún momento, cuando llega la prótesis, cuando hay cama, cuando hay disponibilidad de quirófano... De los más añosos, el 56% muere dentro del año de la fractura y hay un altísimo porcentaje que queda con discapacidad”.
También dio cuenta de los inconvenientes con la atención de la diabetes, no solo por la demora en conseguir turnos con los especialistas, sino por el acceso a las tiras reactivas que se emplean para medir la glucosa. Explicó que PAMI entrega 25 para el mes, pero “se usa una por día, por lo que siempre falta” y, “además, cada mes se renueva el trámite. Cuando los pacientes no tienen más, o pagan las tiras o se quedan sin medirse”.
Hay un punto de coincidencia entre las fuentes y es que, pospandemia, el sistema de salud está sobredemandado. Desde el PAMI dijeron que quedó demostrada la “crisis; bastan como ejemplos la demora en los turnos de empresas de medicina prepaga o la demora de pago a sus prestadores; el congelamiento de los sistemas de reintegro y la pérdida de prestadores, entre otros”. Insistieron en que, “algunos casos particulares de demora, en una obra social tan grande como la nuestra, no representan una situación generalizada” y reiteraron que durante medio siglo el afiliado no pudo elegir otro prestador más que el asignado. “Si no tenía turno, se sentaba a esperar. Hoy eso ha cambiado”, deslizaron.
Carlos Presman, médico especialista en adultos mayores y extitular de la delegación cordobesa del PAMI, ratificó que la urgencia en una atención no depende tanto de la edad, sino del tipo de patología y del estudio que se requiere. Puso como ejemplo que una persona de 83 años con deterioro cognitivo “sutil” que es derivada a un neurólogo “puede demorar un año, y eso no cambia nada porque las posibilidades terapéuticas son escasas y se pueden instrumentar alternativas aún antes del diagnóstico”. En cambio, en la necesidad de reemplazo de cadera es “otra situación; la persona queda inmovilizada, empiezan problemas de incontinencia y cada día que pasa es de una gravedad vital. Hay más riesgos de cascadas de complicaciones”.
Reconoció que en la gente de más edad la espera provoca “más ansiedad” porque la percepción del tiempo es “distinta. Ya lo vimos con la pandemia; decían ‘Perdí dos años’ y fue una tragedia frente a la percepción de la finitud, que es mayor”, enfatizó, y sumó que es “crucial” el nivel formación y la actuación de los médicos de cabecera: “Tienen que saber cuándo es urgente una atención y ordenar ir directamente a una guardia”.
“Toda la problemática del adulto mayor en su conjunto es novedosa para el país, que nunca ha tenido tantos como ahora,. Las carreras de Medicina aún no tienen esa especialidad en su currícula; casi no hay residencia de geriatría y no está como formación ni de pre ni de post grado. No hay preparación para atender una demanda creciente”, concluyó Presman.
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