El drama de la guerra: “No estoy tranquila viendo cómo se destruye mi país”, el dolor de una ucraniana que vive en la Argentina
Halyna Hlushka emigró hacia Buenos Aires hace 24 años, junto con sus hijos y su pareja; en el país, se estima que hay alrededor de 450.000 ucranianos
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“En mi memoria, mi país siempre será el mejor del mundo, por eso me duele tanto ver cómo sufre por una persona que no tiene alma ni corazón”, dice Halyna Hlushka, de 61 años, que nació en Ternópil, Ucrania, pero vive en la Argentina desde 1998. “Llegué un 28 de noviembre, con mi esposo y mis dos hijos, que en ese momento tenían 11 y 15. No quería que mis hijos tuvieran que pasar por el servicio militar, implementado desde la Unión Soviética. Muchos chicos murieron en la guerra y tenía miedo por mi familia ante el conflicto con Rusia, que perdura hasta hoy”, cuenta a LA NACION. Halyna es una de los 450.000 ucranianos que viven en el país, según estimó la Embajada argentina en Ucrania.
La madrugada hoy, Ucrania se despertó con varias explosiones, tras el inicio del ataque de las tropas rusas, dirigidas por el presidente Vladimir Putin. “Me desperté y las lágrimas no paraban. Esa tristeza se te clava en el corazón y no podés hacer nada desde acá. No puedo estar tranquila viendo cómo se destruye a mi país y a mi gente”, señala.
Halyna está en constante contacto con su hermana, de 64 años, la única integrante de su familia que continúa viviendo en Ucrania, junto a su marido y su hijo, en Bila Tserkva. “La llamé mil veces, cada 15 minutos. Me cuenta que anoche escuchó las explosiones y que tiene mucho miedo. No salió en todo el día de casa porque la guerra ya está en todos lados. Me dijo: ‘Hoy ha sido un día muy difícil y mi cabeza no da más. Tengo preparado un bolso con los documentos, pero ya no hay salida’. Porque no es lo mismo ver la guerra por la televisión que verla por la ventana. Es muy triste tener que vivir así en pleno siglo XXI”, cuenta.
Muchos ciudadanos intentaron huir de Kiev hoy. De hecho, se vieron imágenes de largas filas de autos intentando salir de la ciudad. “Hay mucha gente yendo hacia la frontera con Polonia, pero de la guerra no se puede escapar, es muy difícil. Suena fácil decir que la gente salga de su casa, pero, ¿dónde vas? Más aún si tenés hijos. Todo el país estará en la misma situación y, además, muchos ciudadanos no se van, porque quieren defender su país o están aterrorizados”, relata Halyna.
“No tengo palabras para describir lo que está pasando. Tengo mucho odio y rabia ante tanto peligro y riesgo”, añade.
“Lucha por la libertad”
La última vez que Halyna visitó su país natal fue en 2017. Su hijo mayor tenía muchas ganas de comprobar si podían regresar y hacer su vida allí. “Entonces no hablábamos de guerra, solo del conflicto con Rusia. La gente estaba acostumbrada a vivir con este clima y tenés que ir a trabajar, a comprar, descansar…pero siempre en estado de alerta. Mientras, pensás: ‘Algún día tiene que terminarse todo esto’”, asevera.
Halyna afirma que la cooperación internacional podría haber evitado el ataque: “La política debe ponerse del lado de los ciudadanos, los trabajadores; de la gente que conforma el país, que quiere defenderlo, y sale a trabajar todos los días, con sol y con lluvia. Nuestro presidente [Volodímir Zelenski] hizo todo lo posible durante años atrás, pero hay políticas que dependen de los países ajenos al conflicto. Si hubiera ingresado en la OTAN, tal vez estaría más protegida. No pueden dejar a Ucrania sola”.
Ante tanta oscuridad, Halyna defiende la palabra ucraniana “перемога “, que, en español, significa “victoria”. “Es muy importante que Ucrania no solo tenga paz, sino también victoria. Se trata de la lucha por la libertad, que deberíamos tener desde hace 31 años. Pero la libertad no vino con la independencia y demostramos que cuando estamos heridos, luchamos unidos”, agrega.
Mirando hacia atrás, recuerda con nostalgia y cariño su país. “Cuando eres chiquita, ves todo muy alegre. Mi país tiene belleza en todos sus paisajes, pero también hay mucha tristeza”, dice. E indica que su familia siempre ayudó a los soldados en zonas de conflicto, recolectando medicamentos y comida para poder enviarles.
Esperanza
Hace 24 años que Halyna llegó a la Argentina, pero no pierde la esperanza de volver a su país algún día. “Cuando salís de tu país, siempre te quedás con la esperanza de volver en algún momento. Yo ahora no puedo, pero ya va a llegar. Mi corazón se quedó allá, con la tumba de mis padres y mis abuelos. Espero ir pronto, pero sé que necesito tiempo y mucha, mucha paciencia”, advierte.
Tenía un viaje previsto para julio próximo, como regreso a su país natal con su familia, pero ahora cambiaron sus planes. Trabaja en el sector de la estética y, además, enseña su idioma nativo en una escuela llamada Ridna Shkola. “Le enseño a mis alumnos las fechas más importantes de Ucrania, sus escritores, les muestro nuestra cultura. También seguimos con clases virtuales durante la pandemia, con gente de Mendoza, Rosario y la Capital. Es una manera de no olvidar a mi país, mi música y mi cultura”, cuenta.
“Ucrania es un país muy fuerte, que derrotó al hambre. Ahora necesita toda la ayuda de nuestro pueblo, que está repartido por el mundo, y del resto de países”, agrega Halyna, que asistirá a una marcha mañan, a las 17, a en apoyo de su país. El punto de concentración será en la Plaza Vicente López y Planes, en Juncal y Montevideo. “Vamos a mostrar que todos nosotros estamos junto a Ucrania, siempre. No vamos a dejar solo a nuestro país”, concluye.
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