El drama de Flavia: “Mi vida es un antes y un después de la vacuna”, dice la cordobesa que demandó a AstraZeneca y la Anmat
Flavia Ochoa fue diagnosticada de síndrome de Guillain-Barré con cuadriparesia tras a aplicación de la tercera dosis contra el Covid-19, en 2022
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CÓRDOBA.– “Mi vida es un antes y un después de la vacuna. No puedo hacer las cosas sola; dependo de los demás, para cuidar a mi hijo, para mi propia vida”. La que habla es Flavia Ochoa, la cordobesa de 39 años que en diciembre presentó la única, hasta ahora, demanda judicial individual contra la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) y el laboratorio AstraZeneca por los supuestos efectos adversos de la tercera aplicación de la vacuna contra el Covid-19. Reclama unos 100 millones de pesos.
Ochoa recibió como tercera dosis la AstraZeneca el 4 de enero de 2022 en Coronel Moldes, al sur de Córdoba, la localidad donde vive con su esposo y su hijo, y donde trabajaba en una panadería. “Estaba de acuerdo con la vacuna. Estaba en contacto todo el tiempo con la gente y, como todos, tenía miedo de los contagios. Mi marido no salía porque estaba todo cerrado; era yo la que salía y podía ser el foco de contagio para él y mi nene –cuenta a LA NACION–. Pensaba ‘no nos van a poner algo que nos va a hacer mal’; además, en el local nos la exigían por el hecho de los contactos, no les habilitaban si no estaban vacunados los empleados”.
Las primeras dosis fueron de Sinopharm y no tuvo complicaciones. “Cuando llegó la tercera, las veía muy seguidas y me hizo ruido desde ese lado, pero eran nuevas, no eran como las vacunas de cuando somos chicos y uno no es médico, así que fui a ponérmela”, describe.
Recibió la vacuna a las 11.30 y a las 19.30, precisa, empezó con calambres y dolores en las piernas: “Tan fuertes que no podía pararme. Al día siguiente me caí de la cama. No me podía mover. Me levantó mi pareja. No podía mover los brazos”, relata a este diario.
Llamó a su médica de cabecera, que estaba de vacaciones, quien le sugirió que “podía ser la vacuna” y que fuera al hospital. Fue al de su pueblo, donde le explicaron que “podía ser una alergia a la vacuna” y le dieron un medicamento para ese efecto y otro para el dolor. “Me mandaron a mi casa y no mejoré. Entonces me derivan a Río Cuarto. Allá me empezaron a hacer resonancias, tomografías. Con la punción lumbar me diagnostican síndrome de Guillain-Barré con cuadriparesia”.
“Me trataban de loca cuando decía que era la vacuna y no había duda porque todo me empezó ahí –insiste Ochoa en la charla–. Mucha gente me dejó de lado y no hace mucho me empezaron a escuchar. A la demanda judicial la presentamos en diciembre y recién hace unas semanas salió todo lo del laboratorio”.
AstraZeneca anunció hace una semana que dejará de comercializar la vacuna contra el Covid-19, conocida originalmente con el nombre de la farmacéutica como la de Oxford o como Covishield, la versión fabricada en la India, y que en marzo de 2021 fue rebautizada como Vaxzevria. La Argentina recibió más de 24 millones de dosis de ese producto, que representarían el 20% del total de los aplicados en el país, según el Monitor Nacional de Vacunas Covid-19.
Además, hace quince días trascendió que el laboratorio admitió que su producto podía causar trombosis en una demanda colectiva que la farmacéutica enfrenta en tribunales de Reino Unido por 51 casos de muerte y secuelas asociados con el inmunizante.
También por vía judicial, Ochoa reclama 7,4 millones de pesos por incapacidad sobreviniente; 25,3 millones de pesos por fondo de reparación Ley 27.573; 9,3 millones de pesos por proyecto de vida-pérdida de chance; 7,5 millones de pesos por daño moral; 1,5 millones de pesos por daño moral de la pareja; 49,5 millones de pesos por daño punitivo y 180.000 pesos por daño emergente.
La demanda por daños y perjuicios está en el Juzgado Federal de Río Cuarto, porque los demandados son el Estado nacional y AstraZeneca. La Justicia debe resolver si es competente. Consultado ayer el laboratorio, respondió: “Desde AstraZeneca no realizamos comentarios sobre litigios en curso”.
Ochoa tiene “esperanzas” de poder mejorar: “Quiero sortear esto. Sé que no voy a volver al 100%, pero quiero llevar una vida más normal. Camino pocos pasos con andador, los brazos los recuperé. Los médicos me explicaron que la enfermedad se estanca al año, por lo que no mejoraría. Sigo en tratamiento y hago rehabilitación tres veces por semana”.
Ella misma hizo el trámite de denunciar posibles efectos adversos al poco tiempo de ser vacunada y el médico que la diagnosticó registró la denuncia en el Sistema Nacional de Farmacovigilancia. Ya con su abogado, Pablo Roca, continuó con presentaciones por vía administrativa. “No tuvimos repuesta favorable y fuimos a la Justicia”, sintetiza.
Debió dejar de trabajar por una incapacidad del 75,6%. En el dictamen de la comisión médica para determinar esa incapacidad, establecen que es por la inoculación de la AstraZeneca. “Los médicos me dicen que hay muchos efectos de las vacunas, que dependen del organismo, que unos responden de una manera y otro de otra, pero todos asumieron de entrada que era la vacuna”, explica Ochoa.
En el expediente judicial, ya había dicho: “Perdí mucho más que mi trabajo, me arrebataron la vida, soy madre de un nene de 5 años. Jamás fui informada y tampoco se me advirtió que podría sufrir efectos adversos, como asimismo de los riesgos/beneficios de la inoculación, no hubo un verdadero consentimiento de mi parte, solamente nula información y coacción”.
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