Lo que le pasó a Belén Montoro el último día que fue a trabajar la semana pasada fue, en sus propias palabras, "bastante desafortunado". Lo explicó así: "Cuando los pacientes en cuidados intensivos necesitan apoyo respiratorio tienen un tubito que está en la tráquea y les sale por la boca, y se conecta a través de unos tubos más largos con el ventilador".
Desafortunadamente ese tubo se abrió, porque a veces tienen que mover a los pacientes, y entonces las secreciones de ese paciente con covid-19 le cayeron en el ojo. Belén llevaba puesto su Equipo de Protección Individual, o EPI, pero eso no impidió el contacto directo. "La secreción me entró de forma lateral en un momento en el que yo estaba bastante agobiada", contó. Después de una breve pausa, como si aún le causara impacto oír su propia historia, manifestó con optimismo "pero bueno, no tuve síntomas y ya tuve covid en la primera ola, así que debería estar todo bien".
Antes de marzo de 2019 se habría presentado a Belén como enfermera de cuidados intensivos. Ahora, esta española de 31 años es además una heroína o "national heroe", que es como llaman a quienes se enfrentan al coronavirus en la primera línea de batalla en el servicio británico de salud pública, NHS por sus siglas en inglés, que está afrontando estos días su peor crisis desde el inicio de la pandemia.
El 7 de enero, se registraron 1.162 muertes vinculadas al coronavirus, una de las cifras diarias más altas desde abril. Y hay más pacientes de covid que ingresan ahora a los hospitales que en el pico más alto de la primera ola.
Las cifras oficiales también registraron más de 52.000 nuevos contagios en las últimas 24 horas y la pandemia ya acumula más de 78.500 muertos en Reino Unido. Belén habló con BBC Mundo por videoconferencia cuando estaba en su casa pasando 10 días de aislamiento por ese accidente en el University College London Hospital (UCLH), el renombrado y concurrido hospital del centro de Londres donde trabaja y ha vivido las dos olas de la pandemia.
"Físicamente me siento bien. Mentalmente me encuentro un poco cansada, pero como el resto de enfermeras, supongo", comentó. Ese cansancio acumulado es algo a lo que muchos sanitarios en Reino Unidos hacen referencia estos días en medio de la segunda ola de contagios, que llegó impulsada por una nueva cepa del coronavirus mucho más contagiosa, que llevó a las autoridades a decretar a principios de enero el segundo bloqueo nacional.
"Si realmente ahora no podemos con la situación, ¿qué vamos a hacer en dos semanas? La verdad es que me preocupa, me preocupa mucho", exclamó Belén, que trata de pensar en positivo.
Aún así, "los recuerdos de la primera ola vienen y a veces me atrapan un poco, me hacen pasarlo mal", admitió. Como cuando ayudaba a alguien a ponerse el equipo de protección para entrar en la sala de cuidados intensivos a despedirse de un ser querido. "Ellos estaban temblando, igual que yo, porque es una situación muy dura", reconoció y agregó: "Parece que ahora soy mucho más consciente de lo que vivimos en la primera ola".
Pero no son solo recuerdos, está volviendo a ocurrir.
"Peor que la primera ola"
Belén cuenta que en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de su hospital ya están trabajando por encima de sus capacidades y han tenido que improvisar dos salas más de atención. No tiene datos concretos pero estima que alrededor del 80% de todos los pacientes de su unidad tienen covid-19, muchos procedentes de otros hospitales de Londres que estaban desbordados.
"Yo siento que ya estamos en muy, muy mal momento. Ahora los números de infectados son muy altos, lo que quiere decir que en una semana o dos eso se verá reflejado en la UCI", comentó.
Al mismo tiempo, explicó: "En la UCI los pacientes están muy inestables y necesitan muchos cuidados. En condiciones normales nosotras cuidamos de pacientes individualmente, de 1 a 1, y ahora mismo estamos cuidando de 1 a 2 o de 1 a 4, es decir una enfermera con 4 pacientes muy inestables. Y claro, eso no es seguro".
"Estamos trabajando de una manera que nos crea incertidumbre, mucha ansiedad, estrés, si esos números siguen incrementándose yo no sé qué va a pasar, pero me da mucho miedo", reflexinó. Aún así Belén comentó que cuenta con todos los equipos de protección necesarios para realizar su trabajo y que sus empleadores les ofrecen sesiones de salud mental y bienestar, así como apoyo psicológico por parte de especialistas.
"Es reconfortante saber que esa ayuda está ahí disponible", indicó. También acaba de recibir, al igual que los miembros de su equipo de la UCI, la primera dosis de la vacuna de Pfizer. Pero claro, la presión emocional diaria es imparable.
"La mayoría de los pacientes de la UCI están en un coma inducido cuando la situación es muy crítica. Pero también tenemos pacientes que están despiertos. Y sufren mucho, porque la mayoría tiene una ventilación que no es invasiva pero que duele mucho en la cara", se sinceró.
En este sentido, también amplió la situación: "Y estos pacientes agonizan mucho y creo que la gente no se da cuenta, pero nosotras como enfermeras también sufrimos mucho viéndolos en esa situación de estrés y de agonía. Verlos llorar de aquella manera y saber que no puedes hacer mucho por ellos es bastante demoledor a veces".
"Aunque estamos más preparados en cuanto a protocolos, en cuanto a equipos, en cuanto a las directrices para lidiar con esta segunda ola, creo que el ánimo, el cansancio y la salud mental nuestra está mucho peor. Y obviamente eso es un pilar fundamental para poder llevarlo todo a cabo".
"Sonríe"
Durante el último año Belén también tuvo que tratar a varias de sus propias compañeras y se emociona al recordar cómo lucharon contra la enfermedad. "Tengo un grupo de compañeras que son mi apoyo, mi familia, mis hermanas y compartimos los mismos sentimientos, a veces de no poder más", recordó y añadió: "De todo este año con lo más bonito que me quedo es con esa amistad y ese amor que he creado con mis compañeros. Creo que nadie se puede imaginar lo difícil que puede llegar a ser el trabajo y cuando tus compañeros te ven mal o ven que no puedes más y alguien llega por detrás y te rescata. No voy a tener nada con lo que agradecer lo que han hecho por mi mis compañeros, fue muy bonito".
A medida que repasa cómo fueron los últimos diez meses Belén va alternando un sinfín de emociones, que a veces la hacen sonreír y otras quedarse brevemente en silencio o emocionarse. Con su gracia andaluza bromea con que durante este año las enfermeras también desarrolló "una capacidad especial para no hacer pipí durante 12 horas", para evitar tener que cambiar los equipos de protección en sus largos turnos, durante los que en momentos de crisis apenas se toman un descanso.
"Aguantamos, somos unas guerreras".
En positivo, pero lo malo pesa
Belén, que llegó a Reino Unido desde Jaén en 2015, tiene unas palabras para quienes todavía no se toman la amenaza del coronavirus en serio: "Esto está pasando de verdad". Además, argumentó: "A mi me duele que haya gente que no lo crea porque yo lo vivo cada día, y hay gente que nunca lo va a poder contar. Por respeto a ellos y a nosotros, por favor ¿qué más necesitan ver para saber que esto está pasando y ver que hay que respetar unas normas para que esto termine?".
Haciendo balance, dijo que intenta "sacar lo positivo, porque hemos ayudado a mucha gente. Pero es verdad que lo malo pesa". En tres días terminará su aislamiento y si no da positivo por covid-19 regresará el domingo al campo de batalla.
Ante la consulta de cómo se siente ante esa vuelta, Belén respondió: "Si te soy sincera siento un poco de ansiedad, porque últimamente se me hace un poco difícil ver que es un día tras otro y parece que nunca llega el fin, pero creo que estos días de aislamiento también me sirven un poco para descansar mentalmente. Así que espero que cuando llegue el sábado me encuentre con más fuerza".
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