A Griselda Iglesias la asaltaron cinco veces en un año en la perfumería que atiende hace casi tres décadas, en Caseros al 2400. Iglesias conoce bien Parque Patricios. Lo conoce incluso desde antes de que el Distrito Tecnológico fuera un proyecto de ley. Fue por aquellos días cuando los delincuentes entraban impunes a su negocio. El barrio era tierra devastada. Ahora Caseros se convirtió en una avenida colmada: de tráfico, de peatones, de locales de comida. El Distrito Tecnológico, hogar de 314 empresas abocadas al rubro, revitalizó una zona de la ciudad que parecía condenada.
"Aunque a mí no me levantó las ventas porque la gente que viene a trabajar no compra los productos que vendo, aunque me haya aumentado el alquiler del local, la realidad es que el barrio se embelleció y es mucho más seguro. Mejoró", dice Iglesias, sonriente, luego de abrir la reja que colocó hace más de una década a raíz de aquellos robos.
"Yo vivo cerca de la villa hace más de 20 años. Siempre fue muy peligroso. Pero ahora hay mucha gente circulando y es más seguro", agrega María Castro, de 78 años.
El Distrito Tecnológico comenzó a desarrollarse en diciembre de 2008. Impulsado por el entonces jefe de Gobierno Mauricio Macri, el objetivo era "crear un centro de promoción, desarrollo, innovación y conocimiento que albergue empresas de tecnología de la información y comunicación (TIC), de software y profesionales" mediante una serie de beneficios impositivos hasta el año 2034.
La iniciativa resultó ser un éxito: llegaron las empresas, las universidades especializadas, la línea H del subte (que termina su recorrido en la estación Hospitales, en la avenida Almafuerte), la sede de Jefatura de Gobierno y el Centro Cívico. Y, además, las reformas de los espacios públicos: el parque Patricios, símbolo del barrio, luce un verde radiante.
"Tenemos como objetivo principal impulsar el desarrollo económico de la Ciudad en sus sectores estratégicos. Estamos convencidos de que la tecnología es una industria clave para el crecimiento y por eso impulsamos a las empresas y emprendedores a que se sigan sumando al Distrito Tecnológico", asegura Martín Mura, ministro de Economía y Finanzas del Gobierno de la Ciudad. Para Juan Seco, director de Distritos Económicos, "esta política pública no sólo generó más empleo y crecimiento para la industria TIC, sino que además permitió transformar un barrio como Parque Patricios, que hoy cuenta con mejor infraestructura urbana, más alternativas comerciales y generación de empleo".
El nuevo enfoque del distrito significó una reconversión inmobiliaria que provocó la pérdida de muchas viviendas. De eso se queja Leonardo Hipólito, quien atiende su puesto de diarios emplazado en la esquina de Caseros y Zavaleta hace más de 20 años: "¿Sabés que falta? Gente que viva acá, viviendas", dice.
"Los alquileres crecieron, aunque con el subte la mayoría de la gente que viene lo hace por el día, no son empleados que se mudaron a la zona. Lo que sí hubo fueron muchas casas demolidas para levantar edificios. Todavía se buscan muchos terrenos para construir oficinas", indica Luciano Gentile, dueño de la inmobiliaria Gentile, que atiende en el barrio desde 1961. "El precio del metro cuadrado también subió mucho", agrega. Según datos del Ministerio de Economía y Finanzas, dicho valor se incrementó un 500% en la última década.
El mismo recambio permitió una inyección económica millonaria en el barrio. En base a cifras oficiales, la zona cuenta con una inversión comprometida de US$ 354.511.794. Entre las empresas radicadas –de las cuales algunas levantaron sus propias torres– se encuentran Mercado Libre, Accenture, Deloitte, Despegar, Ernest & Young, Huawei y Neoris. Por día 12.000 empleados llegan al Distrito Tecnológico, y la estadística podría crecer a 19.000 para el próximo año.
Roberto Asoril es uno de esos tantos asalariados. Trabaja en una empresa de ingreso de datos, vive en Berazategui, y llega todos los días a las seis de la mañana a Parque Patricios: "Es un barrio muy tranquilo donde jamás tuve ningún problema. Me gusta trabajar acá, ir a tomar aire al parque al mediodía. Y lo bueno es la cantidad de lugares que tenés para comer", cuenta.
Sobre Caseros, las rotiserías, los cafés, los restaurantes y las franquicias de comida rápida se reproducen con éxito. Hay propuestas de todo tipo: pizzerías y heladerías típicas sobrevivieron al desembarco de tanques como Freddo, Havanna, Subway y Starbucks. Las cervecerías también apostaron al barrio. El Distrito Tecnológico ofrece variantes para todos los paladares. "Diría que el 70% de los locales que abrieron son gastronómicos. Hay mucha demanda y poca oferta", aporta Gentile.
El objetivo, de todos modos, es continuar creciendo. El próximo paso es incorporar más universidades. El ITBA (Instituto Tecnológico de Buenos Aires) ya instaló una sede por donde pasan 500 alumnos por día y 1000 al año. La Universidad del Salvador y CAECE están construyendo sus casas de estudios en la comarca. El Gobierno pretende impulsar el vendaval estudiantil: "Nuestro objetivo es lograr la sinergia entre universidades, empresas y Estado para seguir generando conocimiento", aporta Seco. Pero Castro, vecina exigente, todavía pide más: "Falta mejorar la zona de la villa. Todavía hay mucho por hacer".
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