“El día después”. Los complejos efectos que tiene la pirotecnia en los animales
Aunque se hacen campañas de concientización y algunas provincias han prohibido el uso de fuegos de artificio, para Nochebuena y para Fin de Año no solo los perros sufren con los ruidos de esas noches mágicas
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Hace unos días desperté pensando que no faltaba demasiado tiempo para las tan esperadas “fiestas”. Que una vez más haríamos todo tipo de campañas en las redes sociales o en los medios, intentando detener la insensatez.
Que los consejos y las advertencias estarían a la orden del día y que a pesar de esto, las fechas más esperadas del año, se transformarían en un infierno para los animales. Por no nombrar a los niños que padecen autismo. No me costó imaginar, a fuerza de haberlo vivido, “el día después”.
Contaría como cada año, con impotencia, cadáveres y más cadáveres al borde de las rutas. Muchos, muchos más de los que cuento habitualmente. Encontraría perros desesperados, perdidos, asustados, lastimados. Aún más que siempre. Imaginé el relato de algún vecino, detenida en algún camino de tierra, de cómo el potrillo de tal o cual, aterrorizado, quedó enganchado en un alambre y se desangró hasta morir, o que los terneros escaparon del susto, y así. También recordé a Winner, nuestro oso polar muerto en el Zoológico (hoy Ecoparque), un fin de año de calor y estruendos. Mi mente vagó durante todo el día por esos horribles lugares. ¿Cómo evitarlo? ¿Qué más hacer?
Imaginé entonces “mi propio día después” para salir de la angustia. Un día sin muerte y desesperación, sin animales vagando sin rumbo. Un día en que una sociedad verdaderamente inclusiva actuaría contemplando a todas sus criaturas.
Quien haya experimentado alguna vez las consecuencias de los fuegos artificiales en niños y animales, es probable que jamás vuelva a utilizarlos. En los últimos años, gracias a las campañas de concientización, el uso de pirotecnia bajó sensiblemente, pero todavía queda mucho camino por andar.
En la provincia de Buenos Aires y en más de la mitad de las provincias argentinas, su uso está prohibido y se aplican multas para quien así lo hiciera. La Ciudad de Buenos Aires, mediante la ordenanza 38.400/1982 detalla: “Queda prohibido para fines de entretenimiento, el uso de artificios pirotécnicos de ‘venta controlada’, con riesgo de explosión en masa, los de trayectoria impredecible y los que emiten señales luminosas, fumígenas o de estruendo, suspendidas en paracaídas. "
Las redes sociales visibilizan situaciones que antes no veíamos. El número de personas heridas en las guardias de los hopitales, también va decreciendo año tras año.
En los animales, los más afectados son los perros (40%) y su consecuencia más grave, es la muerte por paro cardiaco. Mientras que la audición de un ser humano, abarca de 16.000 a 20.000HZ, los perros tienen un rango de audición de 10.000 a 50.000 HZ y escuchan cuatro veces más que el hombre.
Los incendios por pirotecnia también están a la orden del día, especialmente en periodos de sequía, pero a pesar de esto, la legislación en cuanto a su uso y venta sigue siendo heterogénea.
Quién sabe si la solución a este problema, que se repite año tras año para estas fechas, con las mismas, exactas, consecuencias no sea la de renunciar a la “gratificación instantánea” como planteaba Aristóteles, en pos de un resultado que verdaderamente contemple lo que de verdad queremos. No demasiado lejos a lo que nos pide nuestro Presidente. ¿Y si nos animamos a vivir mejor?
La autora es presidente de la Fundación Zorba y autora de Correr para vivir, Buenos Aires Guau!, Perros sin collar y Aullidos en el Viento
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