El desgarrador testimonio del padre de Lara Arreguiz, la joven de 22 años que murió de Covid y conmovió al país
A pocos días del fallecimiento de su hija, Alejandro relató sus últimos momentos y expresó: “Es lo peor que te puede pasar, no tener una cama o un médico que te ayuden”
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Alejandro es el padre de Lara Arreguiz, la joven de 22 años que dio positivo de Covid-19, debió aguardar varias horas acostada en el piso de un hospital para recibir atención médica y falleció el pasado viernes. Tras despedir a su hija, narró sus últimos días y le dedicó desgarradoras palabras: “Era mi debilidad”.
Lara era diabética e insulinodependiente y vivía en Esperanza, Santa Fe, donde cursaba en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Además, era voluntaria de la organización “S.O.S. Caballos” en la capital santafesina.
La joven comenzó con síntomas el pasado jueves 13 y les avisó a sus padres. “Al volver del gimnasio, se bañó y se sentó cerca de una estufa porque hacía frío. Justo en ese momento chateó conmigo, le pregunté cómo estaba y me dijo que tenía mucha tos, que seguro le hizo mal el calor de la estufa”, contó Alejandro al medio local Info Mercury.
Al día siguiente, Lara seguía con tos y llamó a su madre para que la fuera a buscar. “La trajimos a Santa Fe y la mamá le hizo unas nebulizaciones y unos pafs, pero seguía ahogada”, explicó el padre. Entonces, decidieron llevarla al Hospital Protomédico, donde la sentaron en una silla de ruedas porque no había camas, le hicieron placas y le dieron un turno para que fuera hisopada el domingo, dos días más tarde.
“Tenía Covid. Las placas dieron pulmonía bilateral. En solo dos días era impresionante como avanzó y le tomó ambos pulmones, por eso se ahogaba”, relató Alejandro.
En el centro de salud les dijeron que volvieran a su casa y que continuaran con las nebulizaciones. “Fuimos a casa y se volvió a ahogar”, recordó el hombre, por lo que decidieron llevarla al Hospital J.B. Iturraspe.
“Estaba lleno de gente, nadie nos atendía. Hasta que ella se descompensó y cayó al suelo. Ahí fue cuando un médico o enfermero que pasó, la levantó y se la llevó a la guardia. Ahí le administraron oxígeno y se calmó. Pero nos dijeron que no había camas, así que estuvo hasta las 21 en la guardia hasta que nos avisaron que en el Iturraspe Viejo había una cama para ella, la llevaron en ambulancia para allá y la pusieron en una sala común de Covid”, indicó.
Al día siguiente, los médicos pasaron a Lara a una sala intermedia para controlarle la insulina mediante una bomba de hidratación para monitorear los niveles de azúcar. “Las enfermeras nos decían que nos tranquilizáramos, que ella era una chica joven y fuerte. Yo la iba a visitar todos los días, solo 15 minutos mediante una ventana. Fue muy duro verla ahí sola sin poder hacer nada. La mamá estaba aislada con Covid y no podía visitarla”, contó el padre.
“El jueves 20 me mandaron mensaje desde el hospital preguntando si no quería ir a verla un ratito. Me pareció raro, olía que algo malo podía estar pasando. Ella era súper pegada a mí, me había pedido que le llevara manzana rallada, una musculosa y una toalla, así que preparé un bolsito y me fui para allá”, expresó.
Cuando Alejandro llegó al hospital, vio a su hija acomodada de costado con una máscara de oxígeno. “Me miraba y me hacía señas de que estaba ahogada. Cerraba sus ojitos. Yo me quebré, no podía verla así. Vinieron unos enfermeros y me dijeron que ella me tenía que ver bien, que me fuera a mi casa y que le iban a avisar las novedades a su mamá”.
Al llegar a su casa, le avisaron que Lara había pasado a terapia y que la habían intubado. “A las tres de la mañana del viernes nos avisaron que falleció”, recordó.
“Un dolor en el alma que asfixia”
Alejandro describió a su hija como “un ángel, una chica sin maldad”. “Conmigo era seria, medio seca, pero yo sé que me amaba, ella era mi debilidad”, afirmó.
El padre contó que luego de recibir la noticia de su fallecimiento, debió buscar el DNI de Lara entre sus pertenencias que estaban en el hospital. “Estaban dentro de una mochila. Cuando meto la mano para buscar el documento, encuentro cuatro fotos mías con ella. Me mató. No se porque las llevó, quizás se la veía venir o tenía mucho miedo”.
“A mí se me murió un hermano, pero mi mamá siempre me decía que no hay dolor como la muerte de un hijo. Y es así, tal cual, un dolor en el alma que asfixia”, reconoció.
Y completó: “La gente no entra en razón de lo que está sucediendo. Muchos dicen que todo esto es mentira. Pero cuando te toca en carne propia, hay que vivirlo y es lo peor que te puede pasar, estar de hospital en hospital con un ser querido y no tener una cama o un médico que te ayuden. Espero que lo que nos pasó sirva para concientizar a la gente, que esto le puede pasar a cualquiera”.
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