El desafío de tornarlo una herramienta educativa
América latina invirtió en la última década cuantiosos recursos para integrar las tecnologías en el aula. Pero se hizo mal y sin criterio. Salvo la honrosa excepción de Uruguay, poco se ha hecho por resolver la conectividad escolar y desarrollar la cultura digital docente.
Apelando al discurso estático del derecho al objeto (netbook) negó el derecho dinámico y más urgente de conexión a una Internet de calidad y, lo que es peor, subestimó la capacidad de los docentes de transformarse en trabajadores del conocimiento, incorporando a sus vidas y tareas cotidianas todas las herramientas digitales, incluido el celular. Se redujo la brecha digital, pero se desestimó la más crítica brecha de conocimiento.
Las escuelas y nuestros docentes siguen, desde el punto de vista digital, en el lado oscuro de la sociedad de la información. El lado que no está iluminado por la fibra óptica de Argentina Conectada. Por eso no nos tiene que sorprender que tres de cada cuatro docentes rechace los celulares como herramienta pedagógica.
Lo que sí sorprende es que los mismos estados provinciales que reparten netbooks son los que prohíben el uso del celular. Por eso, antes de levantar el dedo acusador que exige a los docentes una escuela moderna y motivadora debemos preguntarnos cuán ambiguos son los planes estatales.
Para la mayoría de los docentes y también muchos padres el celular es un elemento de distracción que obstaculiza la enseñanza. Sin embargo, nuestra experiencia indica que, capacitando en el uso educativo de tabletas y celulares, cuando esos mismos docentes incorporan pedagogías activas son capaces de cambiar el sentido del celular para convertirlo en un aliado del aprendizaje.
Hoy, en tiempos en que los celulares están igualando en poder de cómputo a las PC, es perentorio que los Estados abandonen la ambigüedad de modernidad tecnocrática con conservadurismo pedagógico, y abracen la promoción del uso abierto de tecnologías en el aula sobre la base de pedagogías activas.
El autor es sociólogo y profesorde la Universidad de San Andrés